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Hacia un calor infernal el sol estaba inclemente en todo su esplendor, sin embargo una brisa fuerte apaciguaba lo que causaba todo aquello. El horizonte era precioso un mar interminable azulado qué iba y venia a la orilla, por medio de las olas dando la sensación de mucha calma.

A la derecha del panorama estaba la nave hecha de madera con inmensas velas que le servían para una huida rápida, yacia algo retirada casi a unos doscientos metros estaba siendo cargada de alimentos, agua, alcohol, armas y algunos tesoros que habían obtenido, hace apenas un par de horas cuando llegaron a la isla y arrasaron con todo.

Limaba la hoja de su espada con tranquilidad, después de quitarle la vida a tantas personas en su corta vida por increíble que se escuchara ya no sentía nada, justo a un par de metros habían dos cuerpos inertes no había sangre visible, pues la arena había hecho lo suyo absorbiendo el líquido escarlata.

Goya:_ Está todo listo para zarpar, esperamos su orden capitán -. Comentó sin mirarle a la cara.

Capitan:_ Diez minutos más y nos vamos -.

El tipo encorvado con apariencia de anciano asintió dándose vuelta yendo a informar lo que había dicho el capitán. Vio como todos comenzaban a caminar hacia el barco, sabían perfectamente que si subía era darle marcha de una vez no esperarían a nadie, fuera quien fuera.

Miro detrás solo había humo, desorden y escombros. Nada de la pintoresca aldea que estaba cuando llegaron existía, solo casas incendiadas y cuerpos sin vidas regados por doquier.

Suspiro guardando su espada en la vaina colgada en el cinturón de su pantalón, comenzó a caminar rumbo a la orilla para subir al bote y luego a la nave.

Muchos de los tripulantes no se entendían entre sí, eran de distintas partes con diferentes idiomas. La tripulación comandada por L. Jauregui se sentían afortunados por estar ahí, no por nada eran los piratas más famosos de esa época.

Miraba al horizonte acostada en una hamaca el navegar hacia que esta se moviera lentamente, podía escuchar el bullicio de los demás mientras tomaban jugando a las cartas, estaba anocheciendo por lo tanto había mermado un poco el calor. Cerro los ojos mientras bostezaba sintió pasos detrás de ella, lo que enseguida la puso alerta y si de como si una cobra atacando se tratara, sostuvo por el cuello y derribó a quien se le había acercado desde atrás, lo tenía prisionado con su rodilla derecha en el pecho mientras la hojilla de su cuchillo le cortaba leve la piel de la garganta.

Era Creg un muchacho de catorce años, quien había subido hace un par de meses al barco luego de implorarle que se lo llevara con ella en un asalto, qué hicieron por un poblado dominado por españoles el chico era local tenía razgos indígenas, piel morena, cabello negro liso, ojos negros y asustadizo.

Creg:_ Por favor, perdóneme la vida... -. Balbuceo comenzando a llorar. - Solo venía hacerle compañía -.

Gruñó poniéndose de pie dejando al muchacho quieto qué aun lloraba sobando su garganta, Leny qué era el que piloteaba el timon los veía desde afuera de la cabina qué estaba por encima de donde estaba ella, le hizo una especie de saludo y dejo de mirarla.

Lauren:_ Eres imbecil... ¿Como se te ocurre llegar de esa forma, se te olvida donde estamos? esto no es un juego, no sabes de donde te van a traicionar -

Caminó hacia la baranda de madera apoyando sus codos en la orilla mirando hacia el mar, los primeros días abordo la mareaban ya estaba acostumbrada.

Creg:_ Mi capitan no creo que alguien quiera traicionarla, si supiera el grado de admiración que tienen los muchachos por usted, no pensaría así -.

Amor Y Crueldad. (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora