CAPITULO 5
Corría el año 1922, el Majestic acababa de ser remodelado y adaptado para ser uno de los más grandes barcos de pasajeros, diseñado para trasladar a más de dos mil personas. Era realmente impresionante verlo. Esta era la primera vez que viajaba sola, aunque Albert insistió muchísimo en que George me acompañara, yo ya no era una de los Andley y como tal debía viajar, suficiente tenía con que me pagara el pasaje de primera clase y fondos ilimitados para no tener que preocuparme en todo el viaje. Albert quería que disfrutara de todo, sin preocuparme por el dinero y ya había hecho lo necesario con la familia de Layla para que así fuera.
Albert, por favor no te preocupes, estaré absolutamente bien yo sola, te prometo no lanzarme por la borda- sonreí, aunque a él no le hiso ninguna gracia- en serio, este viaje es largo, justo lo que necesito para pensar las cosas, te prometo que aprovechare esta oportunidad, cuando vuelva seré otra.
Eso espero Candy, no olvides escribir, estaré pendiente de ti, en Italia ya hay gente esperándote- me entrego mi valija, mi pasaje, me abrazó, beso mi frente y me dijo adiós mientras subía al barco, junto con otros pasajeros de primera clase. Yo sabía que Albert había pedido especialmente al capitán que tuviera personal cuidando de mí y que lo haría responsable si algo llegaba a sucederme, como el hombre poderoso que era tenía esos y muchos más alcances. Así que me sentía segura al abordar el barco.
Deje mi valija con un empleado del barco, miro mi boleto de abordar para cerciorarse a donde debía llevar mi equipaje y pude ir corriendo a la cubierta, donde ya había muchas personas para dar el último adiós a sus seres queridos, y yo a mi querido Albert. Lloraba mientras me despedida de él, pensaba en que era un ángel, no, él era el único padre que yo había conocido, y como tal me cuidaba y se preocupaba por mí, me sentí mal por pedirle retirar su adopción, y no por el dinero y el estatus que eso me daba, sino porque sin querer, estaba rechazando al único hombre que me había querido desde el principio sin ninguna intención romántica.
Debía reconocer que todos los hombres que eran o habían sido parte de mi vida, habían llegado a enamorarse de mí, sin yo tener que hacer ningún esfuerzo, Anthony, Terry ,Archie y Steer incluso Neal, todos ellos me habían amado y yo siempre pude elegir a quien entregarle mi corazón. Nunca pensé que esa decisión terminaría en tragedia. Destino, no, destino es el nombre que le pones cuando no sabes quién destruyo tu vida, pero yo lo sabía muy bien.
El mar se veía tan azul, como sus ojos, todos los demás pasajeros ya se habían retirado a sus camarotes a ponerse cómodos, yo seguía aferrada a la barandilla, como si de eso dependiera mi vida- Adiós Terry- dije sin dejar de sentir esta inmensa soledad, tan inmensa como el mar que estaba frente a mí.
No sé bien cuanto tiempo estuve ahí, preguntándome aún si estaba haciendo lo correcto, las fantasías se abalanzaban sobre mí, mil posibilidades de lo que "hubiera" pasado. Si tan solo "hubiera" sido valiente para presentarme el día de la boda, vestida con un hermoso vestido rojo, viéndome perfecta, tal vez él dejaría a Lu en altar. Sí le "hubiera" contestado la carta que él me mando hace años, dándole alguna esperanza, si tan solo "hubiera" dejado atrás el maldito sentido de la obligación, ¿y que sí Susana se suicidaba?, ¿y que sí la gente hablaba mal de nosotros, o nos juzgaban? No, no puedo estar pensando eso, y de cualquier modo el "hubiera" no existe, solo alimentaba a esa parte de mi cerebro que me torturaba.
Los días que tardo el barco en llegar a Europa pasaron tan rápido como era posible, incontables fueron las veces que me descubrí hablando con Terry en mi imaginación, teníamos mil platicas que se entrelazaban con los recuerdos y mis, ya tan familiares fantasías.
Siempre me encontraba sola, no sentía deseos de socializar, me mantenía tan callada y pensativa siempre, que me volví invisible, si así era yo, invisible, inexistente, solo un rostro más en la multitud.
Faltaban solamente un par de horas, nos había avisado el capitán, para llegar a nuestro destino y no sentía ni un ápice de entusiasmo, sabía que había personas esperando por mí, que esperaban encontrar a la que un día fue hija adoptiva del novio de Layla, imaginaba la descripción que ellos habían hecho de mi- "totalmente encantadora, divertida, feliz y dulce"- y se iban a llevar la peor decepción al encontrar a una pobre y triste mujer.
Como dijo el Capitán, llegamos puntualmente al puerto de Genova, Italia, yo llevaba puesto un vestido blanco con un cinturón rojo que hacían juego con los zapatos, el cabello suelto y estaba muy pálida, señal de que no había aprovechado el sol, en todos aquellos días en altamar. Bajaba con cuidado por la rampa cuando vi a un chico no mayor de 15 años con un cartel sobre su cabeza que decía en letras grandes " Mancare Candice White".
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inmensamente feliz
FanfictionCandy estaba segura que el amor de Terry era incondiconal, pero ¿lo era?. Los derechos de los personajes de la serie Candy Candy son de su autora Nagita Keiko.