Capitulo 9

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Inuyasha la miró atónito su apartamento quedaba muy lejos para ir a pie, se sentía una basura por no poder llevarla como se lo había prometido.


– Llamaré un taxi para ti – musitó el hombre y ella asintió, Inuyasha abrió su ropero y tomó de este una camisa blanca y se la colocó a un tiempo record, luego tomó un pantalón de vestir negro y un saco del mismo color, calzó sus lustrosos zapatos negros, entro al baño y mojó sus cabellos, arreglándolo con la mano, ella se sentó en la cama mirándolo embelesada. – ¿Pasa algo? – preguntó el joven anudando su corbata dorada que resaltaba sus ojos, ella negó con la cabeza avergonzada al verse descubierta.


Tan solo que te ves perfecto – pensó Kagome triste, sabiendo que nuevamente iría a entregar su cuerpo a otra mujer.


– Espera aquí princesa, te avisarán cuando el taxi esté en la entrada – explicó antes de dar un beso en la frente de la joven – pasé una noche única, te llamaré cuando termine con este asunto y vemos como hacemos con tu mudanza, ¿Te parece? – preguntó el hombre ella tan solo asintió desganada y lo vio partir a pasos presurosos.


Kagome bajó del taxi desganada, se encontraba triste, sabía que no tenía derechos, pero aún así no podía dejar de sentir celos y rabia hacia la mujer que ahora estaría con él. Entró a su edificio silenciosamente, subió las escaleras y sintió miedo al ver la puerta de su habitación cerrada, tomó la perilla y la giró lentamente abriendo solo un poco y mirando el interior, quedó en shock a verlo totalmente revuelto, sus ropas estaban despedazadas sobre la cama, la mesa tumbada, todo era un caos, la azabache sintió que le faltaba el aire, respiraba dificultosamente, escuchó unos pasos acercarse hacia el lugar donde estaba por lo que entró rápidamente a la habitación y corrió hacia el baño entrando en este y poniéndole tranca, colocó una mano en su corazón tratando de detener los desenfrenados latidos, se sentó en un rincón y se ovilló contra la pared escondiendo su cabeza entre la protección de sus piernas, se escuchó dos golpes en la puerta y ella levantó la cabeza asustada, vio aterrorizada el movimiento de la perilla intentando ser abierta.


– Hermosa ¿estás bien? – Se escuchó la voz de Kouga – no sabes como me puse contento al ver que habías regresado junto a mi – musitó – Kagome – murmuró nuevamente tocando la puerta – ahh...debes estar molesta, perdóname por romper tus cosas, estaba muy nervioso, pero te lo compensaré mi amor. – agregó. – ahora abre la puerta de una maldita vez – ordenó alzando la voz Kagome no podía contener las lagrimas que abandonaban sus ojos, debió haber hecho caso a Inuyasha y esperarlo. Soltó un grito de terror al escuchar algo impactar contra la puerta, tomó su teléfono y discó el número de Inuyasha, solo con él se sentía segura. Inuyasha se encontraba aún en la tediosa junta con los inversionistas, sintió su teléfono vibrar en el bolsillo de su pantalón y lo sacó mirando discretamente el número y sonrió al descubrir que era Kagome.


– Hola mi princesa, tan pronto me extrañas – preguntó en un susurro Inuyasha como saludo.


– Se que te he molestado mucho, – comentó en sollozos la joven – pero solo te tengo a ti, ayúdame por favor – rogó.


– ¿Qué ocurre, por que lloras? – preguntó Inuyasha desesperado, levantándose de la silla ante la mirada sorprendida de todos los que lo acompañaban.


– Kagome, abre – ordenó Kouga antes de patear la puerta por lo que Kagome soltó un grito del susto – solo quiero llevarte con migo a nuestra nueva casa, ahí seremos felices – explicó el hombre.

El amante Perfecto (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora