Parte 2

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Como hombre que lidera los ejércitos angelicales, Michael rara vez permanece en el cielo. Luchar contra la oscuridad que amenaza con consumir la luz no es un trabajo que pueda tomarse a la ligera. Por lo tanto, su presencia generalmente se encontraba fuera de las Puertas Celestiales.


Sin embargo, fue sólo después de la caída de Lucifer que Michael hizo que su asistencia fuera escasa.


No era que lamentara la caída en desgracia de su otra mitad ni que no pudiera soportar residir en un entorno que le recordara tiempos mejores. No, en su opinión, caer al infierno era el merecido pago de su otra mitad. Era un castigo necesario por iniciar una rebelión tonta y dejarse llevar por un demonio pútrido.


Michael había creído que una vez que Lucifer viera sus errores, regresaría. El infierno es un estado desagradable, miserable y repugnante de constante libertinaje, tormento y caos. Está sin orden y plagado de condenación.


Alguien tan divino como su Estrella no podrá soportar ese miserable reino por la eternidad. La rabieta de su Estrella podría continuar todo el tiempo que quisiera, pero se daría cuenta de sus malas acciones con el tiempo y regresaría.


Incluso si todo el Cielo se opusiera al regreso de Lucifer, Michael los eliminaría sin pensarlo dos veces. Podían tener sus preocupaciones siempre y cuando se las mantuvieran para ellos y él pudiera tener a su hermano. Después de todo, cualquier ángel que no fuera su Estrella era reemplazable.


Michael presionó la horquilla contra sus labios, sonriendo ante la idea de finalmente poder sostener su Estrella después de tantos siglos. No era así como pensaba que Lucifer regresaría con él, pero de todos modos era un escenario bienvenido.

Dejará que su hermano disfrute de su sensación de libertad por ahora. Le dejará ver lo irredimible que es el infierno.

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En la intimidad de su Jardín, lejos de miradas indiscretas y bocas curiosas, había dos mitades de un todo. Aquí nadie podía interrumpirlos. Era su dicha compartida, su paraíso personal.


"Starlight, préstame tu regazo", solicitó Michael.


Lucifer cumplió con una gracia que le correspondía como el más amado de todos los ángeles. Una vez que tuvo la cabeza de su hermano sobre sus muslos, comenzó a jugar con un cabello dorado brillante muy parecido al suyo.


Ver la alegría en el rostro de Michael le dio satisfacción a Lucifer. 


Su hermano es el pináculo de la fuerza de su Padre, una manifestación física de valor y rectitud. Siempre al frente de cada batalla, siempre llevando la voluntad del Cielo como su espada... Por eso a Lucifer le llena de alegría poder brindarle un placer tan simple a su hermano.


Lo compartieron todo, desde su concepción hasta sus pensamientos más íntimos.

•Genesis• Hazbin Hotel (RadioApple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora