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Capítulo 1

Vanesa Martín nunca ha creído en la magia navideña...

Cuando era pequeña, su hermano Francis había revelado el secreto de Papá Noel tan pronto que ni siquiera recordaba haber creído en él.

Normalmente venían familiares a quedarse con ellos, por lo que Vanesa acababa durmiendo en un colchón inflable en la habitación de su hermano Antonio, que aún roncaba. Cuando vivían sus abuelos, ni siquiera les permitían dormir hasta tarde o relajarse, porque tenían que prepararse a toda prisa para la misa de Navidad. Eso por no hablar de que su primera novia había roto con ella el día que empezaban las vacaciones de Navidad ¡Felices fiestas!

Y ahora, como abogada de divorcios, puede ver de primera mano cómo las fiestas destrozan a las familias. Como un reloj, las tasas de divorcio aumentan un tercio cada año, lo que la convierte en su temporada más ajetreada. Todas las tensiones financieras y el tiempo forzado juntos. Noticias de consuelo y alegría. La lista es interminable. Ni que decir tiene que no espera que su vida cambie en Navidad.

                                         ***

Sabe que no debería parar a por café. Pero, maldita sea, acaba de salir de la oficina. Había pensado que tendría toda la mañana para holgazanear y relajarse antes de dirigirse tranquilamente a casa de sus padres para la cena anual de vacaciones a las cinco. Y quizá tenga la mala costumbre de llegar un poco tarde, pero este año no es culpa suya.

En lugar de su día relajado, había estado lidiando con uno de los divorcios más feos que había tenido el placer de litigar. Convertirse en una de las mejores abogadas de divorcios de la ciudad no le ocurría a la gente que se negaba a trabajar durante las reuniones de urgencia, fuera el día que fuera.

De verdad, era Navidad. Entonces, ¿qué esperaba? Ingenuamente había pensado que porque Liliana había roto con ella - léase: engañado y abandonado- hace dos semanas, se agotó su mala suerte navideña del año. Está claro que nunca debe subestimar los males de esta época del año.

Hace una mueca cuando su pie se empapa de repente en un charco frío y húmedo que no había notado de una tormenta de nieve anterior que ahora se está derritiendo - demasiado para una blanca Navidad.

"Felicidades, joder", murmura mientras sacude el pie y abre la puerta de la cafetería, esa última cosa que va mal hoy toma la decisión por ella.

Café o nada.

Por supuesto, está decorado con guirnaldas y luces navideñas, y por el altavoz suena I'll Be Home For Christmas. La gran pizarra de los especiales está adornada con un reno de nariz roja muy bien dibujado en un lateral, como si estuviera hablando en voz alta. La llamativa decoración le hace fruncir el ceño. Aún así. Ni siquiera ha almorzado y, sinceramente, ya va a llegar tarde a cenar -una ofensa cardinal para su madre, para su suerte navideña-, así que más le vale comprarse algo para sobrellevar la cantidad de coscorrones que está a punto de recibir de sus hermanos.

Ya está empezando; tiene mensajes de Antonio informándole de que su madre va a trincharla a ella en lugar del asado cuando llegue. Uf, Dios mío, ni siquiera se ha planteado cuántas preguntas y comentarios va a recibir sobre su ruptura. Si la van a trinchar e interrogar, que sea con toda la cafeína del mundo.

—¿Puedo pedir un...? –El resto de su pedido se desvanece por la sorpresa cuando la camarera se da la vuelta. El pelo recogido en una coleta alta ondea sobre un hombro delgado y un par de inconfundibles ojos verdes como piedras se cruzan con los suyos.

El último lugar donde espera ver a Mónica Carrillo es sirviendo café en una cafetería de moda en el centro de Madrid. Por otra parte, no es como si hubiera pensado en Mónica en el último año. Mucho. No desde que dejó Wilkens & Granger LLP, dado que sólo la conocía como la mujer de su antiguo compañero de trabajo y todo eso.

Cuando menos te lo esperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora