• DETRAS DE LAS MASCARAS

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Cuando recibí la llamada del señor Alexander, debo admitir que no fue del todo grata. No tenía un buen vínculo con esa familia; de hecho, había ciertas tensiones pasadas que nunca se habían resuelto del todo. Sin embargo, el señor Alexander me había prestado un favor en el pasado, y sentía que debía devolverle el gesto. Así que, a pesar de mis reservas, acepté la responsabilidad de ser el guardaespaldas de su hija.

No era un trabajo que me entusiasmara particularmente. Había pasado la mayor parte de mi carrera en el mundo de la seguridad, pero prefería mantener un perfil más bajo, lejos de las familias adineradas y sus dramas personales. Sin embargo, cuando alguien como el señor Alexander te llama pidiendo un favor, es difícil negarse.

Así que aquí estaba, vigilando a su hija como un fantasma en las sombras, siempre presente pero nunca verdaderamente visto ni reconocido. No era el trabajo más glamoroso, pero sabía que debía cumplir con mi deber y mantenerla a salvo, incluso si eso significaba lidiar con sus actitudes rebeldes y sus intentos de resistirse a mi presencia.

Como militar retirado, la seguridad siempre se me había dado bien, pero después de dejar el servicio, había preferido mantener un perfil más discreto. Sin embargo, el señor Alexander ofrecía una suma considerable de dinero por mis servicios como guardaespaldas de su hija, lo cual era difícil de ignorar.

Aunque el dinero no era mi principal motivación, no podía negar que era un factor importante. Después de todo, tenía cuentas que pagar y un futuro que asegurar. Además, el señor Alexander había sido un buen amigo en el pasado, y sentía que le debía este favor.

Así que, a pesar de mis reticencias y mi deseo de mantenerme alejado de los asuntos de las familias adineradas, acepté el trabajo. Sabía que sería un desafío, especialmente lidiar con la actitud desafiante de su hija, pero estaba decidido a cumplir con mi deber y asegurarme de que estuviera a salvo, sin importar el costo.

Conocía a fondo la familia Wellington y su notoria reputación en los oscuros y peligrosos pasillos del mundo empresarial. Su fortuna no había sido amasada con prácticas éticas ni legales, sino más bien a través de una serie de maniobras turbias y alianzas cuestionables. Desde el tráfico de influencias hasta la corrupción desenfrenada, los Wellington no se detenían ante nada para asegurar su posición en la cima de la pirámide financiera.

El señor Alexander Wellington, cabeza de esta dinastía de poder y riqueza, era un hombre astuto y despiadado, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantener el control sobre su imperio. Y aunque había sido un aliado en el pasado, nuestros caminos habían divergido desde entonces. Sin embargo, cuando recibí su llamada solicitando mis servicios como guardaespaldas para su hija, no pude ignorar la suma considerable de dinero que estaba ofreciendo.

Sabía que aceptar significaba adentrarme en un mundo de intriga y peligro, donde las lealtades eran frágiles y las traiciones eran moneda corriente. Pero también sabía que el señor Alexander no era alguien a quien se pudiera rechazar fácilmente. Había visto de primera mano hasta dónde estaba dispuesto a llegar para proteger a su familia y mantener su influencia intacta.

En cuanto a la hija, era un enigma envuelto en un capricho. Había crecido entre lujos y privilegios, sin tener que enfrentar las mismas dificultades y desafíos que el resto del mundo. Era lo que algunos llamarían la típica "niña de papá", acostumbrada a obtener todo lo que deseaba con solo chasquear los dedos. Su actitud caprichosa y su sentido de la superioridad solo complicaban aún más mi tarea de protegerla.

A menudo me preguntaba si era consciente de los oscuros secretos que rodeaban a su familia, o si prefería vivir en una burbuja de ignorancia voluntaria.

Sin embargo, independientemente de sus motivaciones o conocimientos, mi deber era claro: protegerla a toda costa. Aunque eso significara poner mi vida en peligro y adentrarme en un mundo del que preferiría mantenerme alejado. Porque al final del día, un trato con un hombre como el señor Alexander Wellington nunca venía sin consecuencias.

Además de conocer la compleja dinámica dentro de la familia Wellington, también estaba al tanto de la vida personal de su hija. Oliver Morgan, el novio de la joven, era una figura que no pasaba desapercibida en el campus universitario. Alto, rubio, de ojos azules y con una sonrisa encantadora, Oliver encarnaba el estereotipo del hombre perfecto que hacía suspirar a todas las mujeres a su paso.

La conexión entre las familias Morgan y Wellington solo añadía un nivel más de complejidad a la situación. Charles Morgan, el padre de Oliver, era un amigo cercano del señor Alexander Wellington desde hace años. La amistad entre los dos hombres se remontaba a la infancia, y había perdurado a lo largo de los años, incluso a través de los altibajos de sus respectivos imperios empresariales.

La relación entre Oliver y la hija de Alexander Wellington había florecido con el tiempo, pasando de ser amigos de la infancia a convertirse en la pareja envidiada por muchos. En la superficie, parecían ser la pareja perfecta, con su belleza deslumbrante y su conexión arraigada en una larga historia de amistad familiar.

Sin embargo, yo sabía que las apariencias podían ser engañosas, especialmente en un mundo donde las lealtades se vendían al mejor postor y las alianzas podían cambiar en un instante. Y aunque podía reconocer la atracción y el vínculo entre Oliver y la hija de Wellington, no podía evitar preguntarme si realmente conocían la verdad detrás de las máscaras que cada uno llevaba puestas. Tal vez, en medio de la opulencia y las apariencias, había más secretos y mentiras de los que estaban dispuestos a admitir.

A pesar de la imagen impecable que Oliver Morgan proyectaba en el exterior, yo sabía que bajo esa fachada de perfección se escondía un hombre con un lado oscuro y problemático. Detrás de su apariencia atractiva y su encantadora sonrisa, se escondía un mujeriego empedernido que aprovechaba su belleza para seducir y manipular a quienes lo rodeaban.

A lo largo de mi carrera, había visto hombres como Oliver Morgan una y otra vez: apuestos, carismáticos y completamente conscientes del poder que tenían sobre los demás. No tenía dudas de que Oliver disfrutaba del juego de la seducción, coleccionando corazones rotos a su paso sin preocuparse por las consecuencias de sus acciones.

Aunque muchos lo veían como el epítome del hombre perfecto, yo sabía mejor que nadie que esa imagen era solo una fachada cuidadosamente construida para ocultar su verdadera naturaleza. Y mientras la hija de Alexander Wellington caía bajo el hechizo de Oliver, yo permanecía vigilante, consciente de los peligros que su presencia representaba para ella y para aquellos a su alrededor.

Como exsoldado, la habilidad para investigar y analizar a las personas seguía siendo una parte fundamental de mi arsenal. Aunque ya no ostentaba el rango de teniente, mis instintos y habilidades para desentrañar secretos y motivaciones seguían tan agudos como siempre. Y cuando se trataba de la hija de Alexander Wellington, no había excepciones.

Con una combinación de astucia, experiencia y recursos, me sumergí en el mundo de la joven Wellington, recopilando información sobre su vida, sus movimientos y sus conexiones. Desde su historial académico hasta sus hábitos diarios, no había detalle que escapara a mi escrutinio.

Con cada pieza de información que reunía, mi comprensión de quién era ella y qué la motivaba se volvía más clara. Descubrí sus debilidades, sus deseos ocultos y sus secretos más oscuros, todo mientras mantenía una distancia cuidadosa para no levantar sospechas.

Para mí, investigar a las personas era más que una habilidad; era un arte que había perfeccionado a lo largo de los años. Y cuando se trataba de proteger a la hija de Alexander Wellington, estaba decidido a utilizar todas las herramientas a mi disposición para asegurarme de que estuviera a salvo, incluso si eso significaba adentrarme en las sombras de su vida privada.

Ay dios, me sorprendo de lo que escribí JAJAJ de verdad.

Esta historia va a estar canija así que agarrense de donde sea perdonen las faltas de ortografía.

Sin más que agregar nos vemos cuídense mucho 💗

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐠𝐡𝐨𝐬𝐭 [ghost x lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora