arma blanca

24 1 1
                                    

Se levantó de su sillón y se colocó a un costado de mí, extendió su mano, pero me levanté de la silla ignorando su ayuda, lo seguí hacía una puerta, la misma por dónde el salió, al abrirla vi una cama para dos personas, un espejo enfrente con un gran mueble, todo era muy elegante, detrás de mí cerro la puerta y camino hasta un costado de la cama, se sentó y procedió a quitarse las botas, mientras se desabrocha el saco me miró.

—Desnudate.

Ante tales palabras yo solo di un paso atrás y me envolvió en mis brazos, finalmente se sacó el saco y antes de hacer algo más se detuvo a mirarme.

—No voy a hacerlo.

—El contrato dice que nada de privacidad.

—Y como se que no me horas nada cuando me desnude.

El se quito la camisa revelando su torso, nada de moretones ni cicatrices, su puso de pie y se quito los pantalones, sus piernas apenas tenían bello al igual que su torso, eran como pequeños bellos que apenas se notan.

—Yo dormiré desnuda y tu con tu ropa interior, eso no es justo.

Ante mis palabras, el se saco su ropa interior dejando únicamente sus pies con algo de ropa, yo quedé sin palabras, si bien eh convivido con hombres, jamás lo eh visto desnudos, me ah tocado, besado, amarrado e incluso quemado con velas o cigarros, pero jamás los vi desnudos, mí mirada estaba fija en su miembro, ¿es normal ese tamaño?, ¿Por qué es la única parte que no tiene bellos?.

—Desnudate.

Su voz me saco de trance, aunque lo miraba a los ojos no podía evitar ver esa cosa, me agarre de mí ropa, empecé a sentir calor que recorría todo mí cuerpo.

—Vol...Voltea.

Ante mis palabras no hubo respuesta, solo se dio vuelta y mientras me quitaba la ropa el se encendió un cigarro, pude notar que en su espalda tenía una cicatriz, empezaba en su hombro y terminaba casi llegando a sus nalgas, el estaba por darse vuelta.

—ALTO.

Grite el detuvo su movimiento y no hizo nada, estaba inmóvil como una estatua.

—Aunque tenga que dormir así, no significa que tengas que verme.

—Bueno, eso será algo difícil ya que eres lo único vivo aquí.

—Aun así, no quiero que me veas desnuda.

—Lo dejaré pasar, por ser la primera noche, pero después de hoy, no me importara lo que digas.

Sin pensarlo, fui a la cama, una vez me acosté me tape hasta el cuello, las frazadas era muy gruesas por lo que mis pezones no se veían, el seguía ahí parado mirando a la pared, fumando inmóvil.

—Ya puedo voltear?

Pregunto con el cigarro en sus labios.

—Si.

Respondí con un nudo en la garganta, mí tono donaba nervioso, mis brazos estaban bajo las gruesas frazadas, si intenta algo no tendría forma de defenderme, el apago su cigarro y se acostó, expulsó el humo del cigarro, cuando voltee la mí mirada en su dirección, pude ver cómo cerro sus ojos, tenía una mano en su nuca y otra a un costado sobre la frazada, me quedé mirándolo un rato, la luz de las velas y de la luna iluminaba toda la habitación.

—Que?

Pregunto con un tono cansado con los ojos cerrados.

—Como se que cuando me duerma, no me violaras.

—El contrato dice que son la aprobación de ambas partes no habrá nada de sexo.

Habla del contrato como si fuera la sagrada biblia, como si fuera sagrado, que haya firmado un pedazo de papel no significa que vaya a respetarlo, eh visto a hombres tratar bien a niñas para luego abusar de ellas, por qué sería diferente, luego de un rato pude sentir como se había quedado dormido, fue muy rápido, alparecer estaba muy cansado, me preguntó si a las demás les dio la misma propuesta y de haci ser, por qué no lo aceptaron, talvez al igual que yo tuvieron miedo o no confiaban en él, no las culpo durante años vimos lo horrible y perverso que es el hombre ante una mujer que se resiste, pero ahora yo estoy a su voluntad en su castillo, osea el podría violarme, matarme y nadie le llevaría la contraria, la luz de la luna empezó a ser algo molesta, me levanté para la cerrar las cortinas, antes de hacerlo admire la hermosa vista, cerré las cortinas y me acosté, si bien Nathaniel estaba dormido, no iba a bajar la guardia, me quedé despierta hasta que mis ojos finalmente se sentían pesados, caí en un sueño profundo.

CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora