Capítulo 11: Acuerdos

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Luego de la loca noche de ayer, a apear que no tome mucho mi cabeza palpitaba, así que me levante para ir a la cocina y tomar una pastilla

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Luego de la loca noche de ayer, a apear que no tome mucho mi cabeza palpitaba, así que me levante para ir a la cocina y tomar una pastilla.

Belcebú no estaba por ningún lado, pero vi una nota en mi teléfono que decía: "Revisa tú teléfono" La letra de Belcebú era horrible, parecía que escribía en cursiva.

Entre el chat donde me informaba que se habían acabado sus galletas y fue a comprar más.

Me papare solo un café para desayunar.

Estaba muy metida en mis pensamientos cuando la puerta se abrió de golpe y di un saltito en mi asiento del susto

—¿Puedes dejar de abrir la puerta como si entraras a roba? —lo mire sin ánimos.

—Prácticamente si vengo a robar —me miro pícaramente— tu corazón, ángel —Belcebú tomo asiento en la otra silla.

—Que tonto —lo mire mal.

Belcebú suspiro pesadamente, no entendí porque hasta que abrió la boca.

—Ángel, tenemos que hablar —lo dijo tan serio que me dio escalofríos.

Deje mi taza de café a un lado para poder concentrarme en lo que iba a decir.

—Si dices una tontería te echare el café caliente en tu demoniaca cara —lo amenace.

-Uff —se pasó una mano por el cabello— por suerte no diré nada tonto.

—Te escucho —le di el permiso de continuar.

—Debemos comenzar hacer el plan de cómo me ayudaras —explico— tenemos que comenzar a ejecutarlo máximo desde la próxima semana. Mientras tú me ayudas yo te seguiré dando buena suerte.

Agarre mi taza de café nerviosa, no pensé que la felicidad se acabaría tan pronto.

—Bien —tome valentía— ¿Quién te robo tu corona?

Espere que fuera una persona común y corriente, de esas que solo buscan oro para poder tener un poco de dinero.

—Lionel Washington —dijo con nervios por mi reacción.

Sentí como toda mi sangre se iba a mis pies, me levanté exaltada.

—¿POR QUÉ ÉL TE ROBO LA CORONA? —grite exaltada— si es el mafioso más grande de toda California, no tiene sentido que quisiera tu corona.

Belcebú se encogió en su lugar.

—Bueno, tal vez yo le haya robado gran parte de su dinero en un juego —Belcebú jugaba con sus dedos sin mirarme a la cara.

—Por todos los santos, Belcebú ¿Cómo se te ocurre tal cosa? eres un demonio sin cabeza. —lo regañe.

—En mi defensa, no sabía que era un delincuente —me miro.

Un ángel en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora