Bienvenidos a eyllwe

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La gentil brisa abrazaba a los árboles, las hojas caían suavemente contra el suelo fértil, el sonido de agua mientras los peces nadaban felices, el olor a pino se presentaba en el lugar como siempre.

A lo lejos, un omega peli-verde veía embobado el hermoso bosque, el suave olor a pino llegó hacia su nariz, haciéndolo oler ese relajante olor, pronto sus sentidos se alertaron de golpe por la horrible realidad.

Tenía que volver a su " hogar " o su madre lo regañara, suspiró un poco cansado de tener que irse, porque la realidad es así ? Se preguntaba el pequeño omega. Se dio la vuelta dándole la espalda a ese hermoso bosque y se retiró corriendo.

En todo el camino se estuvo mentalizando, sabía que cuando entrara a esa ventana de su habitación, habría problemas no solo por irse sin permiso, si no por su madre, con solo pensar en la palabra madre su corazón se estrujaba sentía como miles de espinas apretaban a su amado corazón.

El con ese sentimiento solo negó con la cabeza, pensando que por fin se iba a ir ese sentimiento de dolor y angustia, sabía que aunque tratara de distraerse esos pensamientos volverían.

Sin darse cuenta ya no había  pinos y arbustos a su alrededor, ya no estaba en su lugar seguro había llegado, a su gran castillo.

Su hogar donde habita ese monstruo, que lo destruye cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo de su vida.

Solo ignoro ese pensamiento y subió el gran muro de piedra con pequeños pedazos de musgo, solo miro hacia su gran balcón, donde era su destino, y empezó a subir ignorando el dolor de sus piernas de tanto correr, subió cada piedra sobresaliente del muro fijándose que no haya guardia que lo observe. Ya a la mitad del gran muro giró un poco la cabeza para toparse con el gran sol que alumbraba el gran bosque, donde él estaba antes, falta poco para que vengan sus damas de compañía junto a su madre, tenía que apurarse solo suspiro cansado, nuevamente siguió escalando hasta que llegó al gran balcón.

Agarro las dos manecillas  pequeñas color dorado, y las jaló hacia abajo, con cuidado de no hacer tanto ruido, solo inhaló la pequeña brisa olor a pino fresco y se metió a su gran habitación color blanco seda, las paredes y el techo tenían detalles con figuras en el techo color dorado, una gran lámpara de vidrio, encima tenían velas. Que aunque suene imposible alumbraba toda la habitación, pequeños sillones blancos elegantes.

En medio estaba la gran cama con sábanas blancas sedas, almohadas tan cómodas que rápidamente te duermes en ellas, a lado de la cama había un tocador blanco, con detalles color dorado, con un gran espejo y un cojín cómodo para sentarse.

Izuku solo fue directamente al gran baño  a cambiarse, poniéndose su pijama que consistía en un vestido suelto, color blanco estraparente, junto con una bata del mismo color, se desarreglo más el pelo desordeno, su gran cama y se acostó, mientras daba la espalda a su gran puerta.

3,2,1 contó mentalmente justo después de contar, la puerta se abrió ampliamente y entraron 4 señoritas sus damas.

- buenos días príncipe izuku- dijieron las 4 al mismo tiempo, mientras abrían las cortinas del gran balcón, izuku solo se sentó en la cama fingiendo un bostezo.

- principe su baño está listo.

Solo se paró de su gran cama y fue acompañado de sus 3 damas, ya que una se quedó a ordenar su cama, izuku solo estaba cansado, parecía más bien un zoombi con esas apenas notorias ojeras y la manera de como caminaba.

- no durmió bien joven príncipe? - pregunto una de sus damas, izuku solo rodó los ojos y las miro.

- oigan ya no hace falta fingir, no esta mi madre.

𝔪𝔦 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞 (𝚋𝚊𝚔𝚞𝚍𝚎𝚔𝚞 𝚘𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜 medieval)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora