Se sacó los audífonos y suspiró, restregándose las manos contra la cara. Tenía mucho sueño, pero debía seguir estudiando para el examen que venía a la vuelta de la esquina.
Tomó asiento en la cama y miró sus libros y notas regadas por todo colchón, qué desorden de mierda.
Se levantó y decidió ir a la cocina en busca de un vaso de agua, vio la hora en el reloj de la pared, el cual marcaba las 08:39 PM. Eso significaba que su mamá debía de estar llegando a casa de la reunión de padres. Escuchó el auto aparcar afuera luego de haberse tomado dos vasos, esperaba algún chisme de pelea, no lo que ella dijo.
— ¿Sabés a quién vi en la escuela? —le dijo su madre entrando a la casa.
Ni un hola ni nada.
— ¿No? —contestó curioso.
— A la mamá de Francisco.
Por favor, no, que no venga con nada raro.
— ¿En serio?
— No te hagas el tonto, Esteban. Ya sé que es tu compañero de clase.
— Y bueno, inevitablemente lo iba a ser.
— ¿Te voy a tener que cambiar de colegio de nuevo?
— ¿Y seguís con eso? —el chiquillo frunció el ceño.— Dale, pasaron años, dejáte de joder.
— ¿Disculpa?
— Me hiciste mierda, desde chico.
— ¿Según tú cómo lo hice?
— Desde que me alejaste de Franchi... —empezó con voz suave.— No sé... me he sentido muy... —bufó al no saber cómo expresarlo.
— ¿Qué tal mejor aprendes a decir lo que sentís antes de hacerlo? ¿Mhm?
Esteban sintió una ligera presión en el pecho al oír eso, frunció el ceño y cuando iba a defenderse, nada salió. Su madre sonrió al verlo, no sabía si había soberbia o preocupación en esa sonrisa, pues jamás supo descifrar a su mamá.
— Andáte a la mierda —musitó el joven yéndose a su pieza.
— ¿Perdón? ¿Te tengo que recordar quién es el pendejo acá?
— Siempre lo dejás en claro.
Así Esteban pudo volver a la pieza, encerrándose ahí.
Quería llorar de la rabia, y no sabía si llamar a alguno de sus amigos. Podría llamar a Francisco igual, este de seguro le contestaría apenas lea su nombre en la tapa. Suspiró y lo hizo, corriendo el riesgo de gastarse todo el saldo del teléfono, aunque era lo que menos le importaba, sólo necesitaba oír una voz amable.
— ¿Qué pasa? —le dijo el otro apenas contestó.
— Hola a ti también —suspiró de nuevo, algo que siempre hacía ante cualquier inconveniente.— No sé, quería hablar con alguien y me pareciste el más indicado.
— ¿Yo? Y bueno, soy bueno escuchando, no hablando —se rió suavecito.— ¿Tu vieja llegó?
— Sí. ¿Se acercó a tu mamá en la reunión?
— Ah, sí...
Francisco le habló de la reunión, o bueno, más que nada la mamá del chico lo hizo. La mamá de Esteban se sentó junto a ella adrede, preguntándole por sus hijos, enfatizando en Fran y en su vida amorosa, preguntando cómo le iba con las chicas del curso.
El joven Kukuriczka estaba que se moría de la vergüenza al oír eso, se disculpó una infinidad de veces mientras oía aquello.— Podés disculparte viniendo a cenar alguna vez.
— Mi vieja me mata si voy —dijo con notoria tristeza.— Pero me gustaría algún día.
— Te recibimos aquí siempre que lo necesites.
Esteban no la podía ver, pero sabía que estaba sonriendo. Y las ganas de llorar que tenía antes pasaron de la rabia al agradecimiento absoluto.
— Gracias —contestó. Su voz se quebró en plena palabra simple, y por más raro que llegase a sonar, no le dio vergüenza.— En serio.
— No debes agradecer. Puede que hayan pasado años, pero jamás hubo un momento donde no hayamos pensado en vos.
— Ay, mamá, ¿por qué le decís esto? —se quejó el chico.
Esteban sonrió con lágrimas en los ojos, y una carcajada rota se le escapó.
— Para que sepa que siempre lo tuvimos presente, no fue su culpa alejarse de ti.
— Sé que no.
Parecía que un momento comenzaron a hablar entre los dos, y eso no le molestó en lo absoluto, de hecho, se sintió cómodo con eso. Era como tener una familia normal, y era lo que más envidiaba de Romero, su relación amorosa con sus papás era algo que anhelaba desde hace años.
— ¿Seguís ahí, Kuku?
— Sí.
— Bien, porque te tengo chisme de Juani y el pibito que le gusta.
Ojo al piojo.
[...]
— ¡Ay, gordis! ¡Me asustaste! —chilló Fran cuando vio que la persona que tocó sus hombros se trataba de Juani.
Este le sonrió y se sentó junto frente a él, juntó sus manos sobre la mesa, manteniendo la sonrisa.
— Ya... ¿qué querés?
— Mostráme.
— Sos re pesado —se quejó desabotonando las mangas de su camisa.— Te dije que esa fue la última vez, y Esteban también te lo puede asegurar.
— Veo que pasás más tiempito con él —se burló viéndole los brazos.— Mirá qué lindos se ven así, sanitos.
— Supongo. Y sí, creo que estoy reconectando con él —sonrió un poco cuando Juani le acarició la piel de los brazos con los pulgares, viendo que sus heridas estaban cicatrizando muy bien.— ¿Y qué onda con Blas? ¿Cómo van las cosas?
— ¡No sabés lo que pasó ayer!
— ¿¡Qué no me contaste?!
— Nos re comimos la boca, y fu-
— ¿¡Dónde quedó lo de agarrarse las manos al caminar?! —le interrumpió Francisco, sorprendido.— ¡Estos niños!
— ¡Dejáme hablar! Si no hicimos nada, sólo nos besamos.
— Como por horas —bromeó Romero.
— ...
— Juan Ignacio Caruso, te comiste a uno de trece más de lo debido —se burló el mayor palmeándole el hombro.— Felicidades, ya sos todo un hombre.
— Sólo es más chico que yo por dos años —frunció el ceño, luego rió.— Pero eso, y no sé, besa re lindo.
— ¿Te gustó? —el sonrojo en su rostro fue la respuesta que quería.— ¿Y se hicieron novios o son maricones para eso? —se burló.
— Me dio cosita preguntarle, ¿y si dice que no?
— ¿Por qué te diría que no, si llevan tres meses viéndose?
— No sé, capaz le gusta lo casual y no lo serio.
— Dicen por ahí que el que no arriesga no gana.
— Cambiemos de tema —Juani pidió echándose aire con las manos en su caliente rostro.— ¿Qué onda tú con Esteban?
— Ay, ¿cómo empiezo? —dijo sonriendo como un tonto enamorado.
ESTÁS LEYENDO
ꜱɪɴᴄᴇ ᴄʜɪʟᴅʜᴏᴏᴅ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏ
Фанфикprimer capítulo: 23/03/24 último capítulo: 18/04/24 ★ actualizaciones: casi todos los días (no prometo nada). ☆ todo es ficticio, no se asume la sexualidad de nadie. es por mera entretención. ★ contenido sexual, consumo de alcohol, diferentes tipos...