Faltan 3 días para empezar la universidad. Y ahí estaba en un asiento sentada esperando a embarcar, camino a esa universidad tan lejos de mi casa. La universidad de mis sueños.
—Pasajeros, diríjanse a la puerta de embarque por favor— dijeron las azafatas.
Me levante de un salto ilusionada y me puse en la cola para embarcar. Había un chico delante mía que iba solo también, muy mono por cierto, y muy muy pero que muy guapo, el típico chico de película que tu miras y dices, es inalcanzable.
Se giro un par de veces a mirarme, aun que no le di mucha importancia, ya que en un aeropuerto, después de tantas horas esperando todo el mundo se mira entre si.
—Siguiente— dijo una azafata queriendo dar a entender que era mi turno.
La di los documentos rápido y entre a el avión en busca de mi asiento. Cuando lo encontré me di cuenta de que aquel chico tan guapo, se sentaba al lado mía.
—Me dejas pasar por favor -dije en un tono suave y educado.
El chico se levantó y me dejó paso ya que mi asiento era el de la ventana y el suyo el de al lado. Me metí como pude, ya que mucho espacio para entrar no es que hubiera e intente evitar el contacto visual, saque un libro de mi mochila y me pose a leer.
Durante la primera parte del vuelo todo estaba muy tranquilo. No habíamos intercambiado ninguna palabra, aún que sinceramente no sé si eso me parecía bien o mal. Me fije en que me miraba con intención de estar buscando algun tema de conversación para hablar, pero no parecía encontrarla.
—¿Que lees?— pregunto el.
—Un libro de misterio— dije yo sin apartar la mirada del libro.
—Mis favoritos. Bueno, ¿y tu como te llamas?— dijo el ya dando por hecho que se iba a alargar la conversación.
—Seily— dije mientras cerraba el libro y le miraba— ¿Y tu?.
—Erick— dijo mientras jugaba con sus manos un poco nervioso—. ¿Y que te trae por aquí?.
—Voy por estudios— dije sin dar muchas explicaciones.
—Anda igual que yo.Seguimos hablando durante un rato de donde nos íbamos a alojar y de lo que teníamos pensado hacer ese tiempo que íbamos a estar ahí. Pero el avión aterrizó y ya no nos daba tiempo a saber más.
Salimos del avión juntos, pero sin cruzar ni una palabra. Hasta que llegamos a la puerta de salida, en la que nos quedamos mirando esperando a que el otro diga algo, rodeados de un silencio un poco incomodo, el cual decidí romper yo después de unos segundos.
—Bueno mi taxi esta apunto de llegar— dije tratando de dar a entender que me tenía que ir.
—Bueno pues, encantado de conocerte Seily —dijo sonriendo suavemente.
—Lo mismo digo —le sonreí y me dirigí a salir por la puerta.Una vez fuera, me puse a buscar a mi taxi cuando de repente noté que alguien me tocaba el hombro.
—Un segundo, —dijo Erick cuando me gire —no me has dado nada para poder estar en contacto.
—¿Y qué quieres que te de?
—¿Tu número de teléfono no?
Me dio su móvil, puse mi número y me despedí rápidamente con una abrazo ya que mi taxi ya estaba ahí.
En el taxi mis pensamientos estaban centrados todos en ese momento en el que me había pedido mi número telefónico. ¿Me escribiría?, ¿lo habrá hecho por cumplir?, ¿se ha fijado en mí o solo le he caído bien? y la que más rondaba en mi cabeza ¿podías tener tanta necesidad de volver a tener a una persona a tu lado que solo conoces de hace un par de horas?.
La cabeza me iba a explotar aunque por lo menos esto duró poco, ya que cuando llegué al apartamento en el que me iba a alojar estos 3 días antes de ir a la residencia universitaria de Harvard. Entre hacer las maletas, decorar mi habitación a mi gusto con mis fotos, los cuadros, meter los perfumes en los armarios, el maquillaje, etc. No tuve tiempo para pensar más en ese tema.
Ya eran las 9 de la noche, así que entré en la cocina a hacerme la cena, aún que tengo que admitir que soy un desastre cocinando, pero no había caído en un factor muy importante ¡NO HAY COMIDA! y ¡TAMPOCO SE COCINAR!.
De camino a el supermercado iba mirando a todos lados, por la noche Boston no es uno de los sitios más seguros para ir por la calle una joven sola de 18 años, pero por suerte no me secuestraron de camino a el supermercado.
Cuando salí de aquel supermercado con 3 bolsas llenas de cosas para comer que pesaban como un muerto, me iba yendo de lado a lado, la gente me miraba un poco extraño, vale es verdad que parecía borracha o drogada por el cansancio del viaje y por las bolsas que me hacían irme de lado a lado, pero es una falta de respeto quedarse mirando a una persona que va tan cargada sin decirle de ayudarla ¡QUE POCA EDUCACIÓN TIENEN AQUÍ! "tú tampoco ayudarías" cállate subconsciente yo soy una chica muy colaboradora y buena persona.
Cuando estaba en la puerta entrando a el apartamento recordé que era un quinto piso ¡SIN ASCENSOR! "te cuesta subir las 4 escaleras que tiene tu casa para llegar a el porche y abrir la puerta con una mochila en la espalda del instituto ¿cuánto te va a costar esto?" cállate yo puedo. Mientras estaba luchando por saber si voy a poder subir o no apareció un chico con una vestimenta ancha, negra y un skate en la mano que se quedó mirándome fijamente, yo no sé ni cómo se aguantó la risa.
—¿Te ayudo? —me dijo señalando las bolsas y acercándose más a mi.
Me fijé mucho en sus ojos, un color azul claro que resaltaban desde lejos y se cruzaban con los míos con esa mirada penetrante que tanto trasmitía.
—Dame yo las sujeto —dijo mirándome con una sonrisa amable y subiendo las escaleras.
—Toma, gracias —dije mientras me sonrojaba como siempre.
Mientras subía detrás de él muchos pensamientos se me pasaban por la cabeza, como por ejemplo que se escondía debajo de esa ropa tan ancha la cual le sentaba tan bien y con ese metro ochenta y cinco aproximadamente . "Concéntrate dios que lo va a notar" me dije a mí misma mientras volvía a la realidad.
—¿Me estás escuchando? —dijo mirándome fijamente.
—No, perdón estaba distraída. Dime.
—te preguntaba en qué piso vivías.
—en el quinto c.
—vale, no te distraigas más haber si te vas a ir a el sexto sin querer —dijo riéndose y dándose la vuelta para seguir subiendo esos 4 pisos que quedaban.
Mientras habría el piso me preguntaba a mí misma que decirle cuando lo abra, no se me da bien esto de hablar con la gente, me pongo muy nerviosa.
—Pasa —dije haciéndole un gesto para que entrara.
—¿Donde dejo esto?
—En la encimera de la cocina.
Se dirigió a la cocina y mientras tanto yo colgué las llaves en el llavero y me quité la chaqueta dejándola caer sobre el sofá. Cuando me gire el estaba ahí mirándome como embobado en un silencio un poco incómodo.
—Te doy las gracias otra vez, no sé como me las habría apañado para subirlas yo por las escaleras. —dije para romper ese silencio.
—No es nada.
—¿Quieres tomar algo?
—Claro, tampoco tengo un plan mejor para hacer —dijo con una sonrisa en la boca.
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HARVARD
RomantizmTermino el bachillerato y al entrar en la universidad, sola, sin nadie a quien conozca, intento buscar estar bien, pero como no tenia que venir algún chico o algunos chicos a ponerle todo del revés.