Todas las personas llevan cargas y cadenas con las que tienen que lidiar y cada día que pasa es una muestra de que liberarse de estas ataduras y el peso de la existencia propia no está ni cerca de ser posible.
La vida de un universitario promedio se basa en fiestas, alcohol, pesados parciales y preocupación al final de cada semestre.
En el caso de Mark, un chico sensible a los ruidos fuertes y cuyas habilidades sociales no eran las mejores, quedarse en su cuarto a ser un ratón come libros o un obsesivo que se acababa las series en un tiempo récord era mejor.
De todas formas, dejaba los proyectos de la universidad para lo último.
Y, por lo tanto, ahí estaba él, a las doce de la madrugada haciendo esa maqueta que tenía pendiente desde hacía semanas y que tenía que entregar en un par de horas.
Entre todos los hobbies que Mark tenía, hacer la tarea en la madrugada y a contrarreloj era su favorito.
A las cuatro de la madrugada y con su canción favorita sonando en sus audífonos soltó un suspiro al ver la maqueta terminada.
Arquitectura no era una carrera fácil, pero nadie lo mandó a estudiar eso, él solito se metió en la boca del lobo.
Se metió a bañar y al salir solo se puso lo primero que encontró; una camiseta blanca más grande que sus ganas de ir a dormir y un pantalón de mezclilla, los mismo zapatos negros y desgastados de siempre que ya rogaban por un cambio que no iba a llegar pronto.
Pudo haber dormido un poco, pero eso significaba arriesgarse a no escuchar la alarma, quedarse dormido hasta tarde y no entregar el proyecto que tanto le costó hacer. Por lo que se vió un par de capítulos de la serie que había dejado a mitad ayer. Era un fanático empedernido de la acción y las comedias, amaba las series donde hubiese mucha muerte y el desarrollo fuese el menos esperado.
Luego de entregar el proyecto solamente tenía dos clases, así que salió temprano de la facultad, alcanzaba a dormir un rato antes de irse a su trabajo.
¿Qué es peor que ser un universitario con problemas mentales y familia disfuncional? Ser un universitario con problemas mentales y familia disfuncional que además trabaja medio tiempo.
Su trabajo no era difícil y lo sería menos después de dos horas de sueño. Al llegar a la gasolinera saludó a su compañero que ya estaba ahí, Don Ezequiel llevaba muchos años en ese lugar y le ayudó a adaptarse. Él le enseñó lo necesario y con paciencia, fue la primera vez que aprendió con ayuda de alguien sin terminar llorando. Lo quería mucho, aunque nunca se lo diría.
Se puso el overol de trabajo y salió, la cantidad de trabajo dependía de muchos factores y en algunas ocasiones, como hoy, se sentaba a hablar con Don Ezequiel o a leer un libro, pues por razones de seguridad, mantenían sus celulares alejados.
El hombre le contaba anécdotas de su juventud, cuando viajaba por todo el país, cómo conoció muchas personas y estuvo en diversos trabajos, hasta llegar finalmente a la estación de servicio, donde trabajaba nada más por no sentirse inútil ya que sus hijos se encargaban de él y su esposa desde hacía años.
La historia favorita de Mark es la de cómo Don Ezequiel conoció a su esposa y todo su romance, como buen lector, le fascinaban este tipo de historias. Historias que conocía al derecho y al revés porque él las repetía una y otra vez. Le recordaba a sus abuelos, a los que no veía desde hacía años.
Llegó un auto a la estación y antes de que el viejo reaccionara Mark se levantó a hacer el trabajo. Al bajar la ventanilla del lujoso vehículo apareció un joven de su edad aparentemente, llevaba una cara de mal genio que asustaba a cualquiera y su actitud arrogante hizo que Mark confirmara que, efectivamente era un idiota que creía que por su clase
podría desquitar su mal genio con él.
ESTÁS LEYENDO
El último "te amo"
Teen FictionIban en contra de todos, cualquier "te amo" podría ser el último.