Capítulo 7 (Maratón I/III)

1.2K 104 2
                                    

No recuerdo cuando empecé a encontrarme mal, pero me sentía cansada todo el tiempo. Lauren empezó a tomarme el pelo por lo tarde que me levantaba o porque me quedaba sin aliento tan fácilmente al nadar. Se acercaba a mí y me decía que me estaba haciendo vieja y que más me valía empezar a hacer ejercicio o me iba a echar a perder. Fingía que me daba pellizcos en los rollitos de los costados. Por supuesto, no había nada que pellizcar. Ninguna de las dos tenía un solo gramo de grasa de más debido a nuestra dieta y al gran esfuerzo necesario sólo para sobrevivir. Yo ponía los ojos en blanco y le tomaba el pelo a ella por cualquier otra cosa.

No le dije a Lauren cuando me empezó a doler de verdad el cuerpo. No quería asustarla. Estaba segura de que había pillado algún tipo de virus. Hacía varios días que dormía mal a causa de los dolores y molestias y estaba empezando a asustarme de verdad. Me quedaba sin aliento con nada y tenía un dolor de cabeza constante. Una noche me quedé despierta preguntándome si debía despertar a Lauren para decirle que me dolía todo, pero descubrí que no me podía mover. Cerrando los ojos, floté entre los sueños que me habían atormentado desde que estábamos en la isla. Sueños sobre la cara preocupada de mis padres, los hombres responsables de dejarnos a la deriva, la cara de Lauren mientras yacía inerte en el bote.

En cierto momento creí oír una bonita voz que me cantaba, reconfortándome y refrescándome. Oí la voz de Lauren que me hablaba, rogándome que volviera y no la dejara. Quise decirle que no quería irme, pero no pude, de lo cansada que estaba.

Volví a flotar una vez más. Pensé que debía de estar soñando porque oía a Lauren hablando conmigo. Esto era raro de por sí, pero en un momento pensé que también estaba llorando y desde que habíamos naufragado no la había visto llorar ni una sola vez. Me desperté y me la encontré con la cabeza sobre mi estómago, con el pelo extendido por encima de mi cuerpo. Conseguí agarrar débilmente un mechón de pelo y darle un suave tirón. Ella se sobresaltó y alzó los ojos enrojecidos para mirarme sin dar crédito.

—No llores —dije débilmente con voz áspera antes de que el agotamiento pudiera conmigo y volviera a sumirme en mis sueños.

Poco a poco noté que volvía a la superficie. Con los ojos aún cerrados, escuché un rato mientras ella me cantaba. No entendía las palabras, pero sonaba tan triste que quise consolarla. Casi gemí cuando un trapo frío me acarició primero la frente y el cuello ardientes. Luego los hombros y alrededor de los pechos y por fin fue bajando hacia mi estómago plano donde se detuvo un momento. Incluso en mi estado de debilidad noté la tensión del cuerpo de Lauren mientras se planteaba darme un baño más completo.

Atontada, me pregunté si debía dejarle saber que estaba despierta. Despacio, el trapo bajó por mi estómago, por encima de las caderas y se detuvo. Oía la respiración entrecortada de Lauren. Por fin, respiró hondo y colocó el trapo frío sobre mi sexo, limpiando la zona con delicadeza. Las delicadas atenciones de Lauren me llegaron directas al centro. Gemí inconscientemente. Unos sollozos apagados fueron los que por fin me devolvieron por completo a la realidad. Al abrir los ojos, vi la expresión de sufrimiento de Lauren mientras contemplaba mi cuerpo desnudo. Con sorprendente claridad, me di cuenta de lo incómoda que estaba. Abrí la boca para hablar, pero antes de poder hacerlo, me cubrió a ciegas con el destrozado chal hasta los hombros. Sin saber aún que estaba despierta, se levantó y salió corriendo de la choza. Quise llamarla, decirle que estaba bien. Pero tenía la voz demasiado ronca para que me oyera. Frustrada, sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas y me hundí una vez más en el olvido curativo.

Cuando volví a despertarme, Lauren estaba allí. Me sonrió cuando abrí los ojos, poniéndome el paño frío en la frente. Esta vez, cuando me limpió el sudor del cuerpo, evitó por completo mis zonas inferiores.

—¿Qué me pasa? —pregunté roncamente.

—Shh, no hables Camz —me reprendió suavemente—. Por lo que he podido deducir, has tenido una especie de neumonía. No estoy segura, pero creo que puede que hayamos complicado las cosas con nuestra alimentación.

La Isla (CAMREN Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora