Era una mañana típica, con la taza de café entre mis manos, pero esta vez no estaba fumando, algo inusual en mi rutina matutina. Mientras saboreaba el amargo sabor del café, mi mente divagaba hacia la noche anterior. Recordaba cada detalle de nuestra interacción, desde el momento en que la vi bajar las escaleras hasta el éxtasis compartido al final de la noche.
A pesar de mi acostumbrada seriedad, una sonrisa se asomaba en mis labios mientras revivía esos momentos. Había sido una experiencia intensa y satisfactoria, pero también desconcertante. Nunca antes me había permitido estar tan cerca de ella de esa manera.
Mientras repasaba mentalmente cada momento, me di cuenta de que algo dentro de mí había cambiado. Había despertado un deseo y una satisfacción que no había sentido en mucho tiempo. Era una sensación extraña, pero no podía evitar sentirme bien al respecto.
La ironía de la situación no pasaba desapercibida para mí. La niña perfecta, que aparentemente llevaba una relación ideal con Oliver, terminó en mi cama la noche anterior. No podía evitar cuestionar qué la había llevado a tomar esa decisión o qué había sucedido entre ellos dos en esa fiesta.
Quizás fue simplemente un impulso, un momento de debilidad que nos llevó por un camino inesperado. A pesar de las incertidumbres y las preguntas sin respuesta, no podía negar que ambos disfrutamos del encuentro.
Ahora, mientras reflexionaba sobre la situación desde la tranquilidad de la mañana siguiente, me di cuenta de que estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias de nuestros actos. Aunque las cosas entre nosotros seguían siendo complicadas, había algo en nuestra conexión que no podía ignorar.
Ella descendió las escaleras con una elegancia natural, su presencia llenaba la habitación de una energía magnética. Su belleza era innegable, pero algo en su mirada sugería una carga emocional que no podía pasar desapercibida.
Cuando llegó al fondo de las escaleras, su expresión cambió sutilmente, como si hubiera notado algo inesperado. Sus ojos buscaron los míos brevemente antes de apartarse, como si no quisiera revelar demasiado.
En ese momento, me di cuenta de que algo estaba pasando en su mundo interno, algo que no podía entender completamente. A pesar de su apariencia segura y decidida, había una vulnerabilidad latente en su mirada que me intrigaba.
Su actitud distante y la falta de interacción entre nosotros me tomó por sorpresa. Esperaba al menos un saludo o alguna señal de reconocimiento, pero ella simplemente tomó su botella de agua y me indicó que nos fuéramos.
Fue un momento extraño, especialmente considerando lo que había sucedido entre nosotros la noche anterior. Había esperado alguna conversación o al menos algún gesto de complicidad, pero todo lo que recibí fueron órdenes directas.
A pesar de la falta de comunicación, me preparé para acompañarla, dispuesto a seguir con la rutina del día a pesar del silencio incómodo entre nosotros.
El silencio entre nosotros era denso, cargado de tensiones no resueltas y emociones reprimidas. A pesar de estar en el mismo espacio físico, parecíamos distantes, cada uno sumergido en nuestros propios pensamientos y sentimientos.
Mientras conducía, el paisaje pasaba frente a nosotros como un borrón, pero mi mente estaba fija en ella, tratando de entender qué la había llevado a actuar de esa manera tan distante. Por otro lado, una parte de mí se resistía a abordar el tema, prefiriendo mantener la paz momentánea en lugar de enfrentar la incomodidad.
A medida que avanzábamos por las calles, el silencio se volvía cada vez más ensordecedor, y me preguntaba si alguna vez encontraríamos el camino de regreso a la normalidad, o si esta nueva dinámica entre nosotros se convertiría en la norma.
Mientras observaba cómo ella bajaba del auto sin pronunciar una sola palabra, me invadió una sensación de incomodidad que no lograba sacudir. Su silencio resonaba en el aire, como un eco de las palabras no dichas y las emociones reprimidas.
Con el cigarro en mano, luchaba por encontrar una distracción, pero mi mente seguía regresando a la misma pregunta: ¿qué había causado este repentino cambio en nuestra dinámica? ¿Qué había pasado entre ellos en esa fiesta que la había dejado tan distante y reservada?
Finalmente, decidí desechar el cigarro, pero la sensación de inquietud persistía, envolviéndome en un estado de ansiedad silenciosa.
Después de que terminaron sus clases, ella regresó al vehículo con una expresión sombría y taciturna que no pasó desapercibida para mí. Mientras nos dirigíamos de regreso, noté su silencio y su gesto preocupado, lo que me llevó a preguntarle si todo estaba bien.
Sin embargo, mi pregunta quedó sin respuesta, sumergiéndonos aún más en un incómodo silencio. Opté por no insistir, prefiriendo dejar que las emociones se disiparan por sí solas. Arranqué la camioneta y, con un ligero aumento en la velocidad, intenté en vano sacudir la tensión que había entre nosotros.
Después de estacionar frente a la casa, sentí la necesidad de abordar la situación. Antes de que pudiera salir del vehículo, decidí detenerla, asegurando la puerta para tener su atención. Su mirada reflejaba una mezcla de sorpresa y confusión mientras esperaba mi próxima acción.
-Por favor, déjame bajar-, su voz era un susurro suplicante, pero yo sabía que tenía que mantenerme firme en mi decisión. Con calma, me quité los guantes de cuero, asegurándome de mantener contacto visual con ella en todo momento.
-Mírame-, le dije con voz suave pero decidida. Quería que entendiera la seriedad de la situación y la importancia de lo que íbamos a discutir. Esperé a que nuestros ojos se encontraran antes de continuar, preparado para abordar cualquier resistencia que pudiera surgir.
Al principio, su cuerpo se tensó ante mi repentino gesto, pero luego cedió, permitiendo que mis labios se unieran a los suyos en un beso cargado de emociones encontradas. Al separarnos, vi las lágrimas brillando en sus ojos, una revelación silenciosa de la angustia que la estaba consumiendo por dentro.
Con delicadeza, deslicé mis dedos sobre su mejilla, limpiando las lágrimas que se deslizaban por su rostro, pero su respuesta fue un torrente de sollozos que inundaban el espacio entre nosotros.
-Por favor, dime qué está pasando-, rogué con voz suave, deseando desesperadamente comprender qué la estaba atormentando de esta manera. Pero sus lágrimas eran su única respuesta, un eco de la tormenta emocional que la envolvía.
Observé cómo se recostaba en el asiento, su respiración agitada reflejaba la turbulencia de sus emociones. Sus palabras, cargadas de incertidumbre, resonaron en el interior del vehículo y me golpearon con fuerza.
Me aproximé a ella con cuidado, notando su agitación. -¿Qué sucede?-, pregunté con tono preocupado, mientras observaba sus lágrimas. Ella suspiró antes de responder con voz entrecortada: -No sé qué me está pasando-.
Mi expresión reflejaba mi confusión y preocupación. -Está bien, podemos hablar al respecto-, le dije con suavidad, tratando de ofrecerle consuelo en medio de su desconcierto.
Por un momento, me sentí impotente, sin saber cómo ayudarla a encontrar respuestas en medio de su confusión. Sin embargo, su vulnerabilidad también despertó mi instinto protector.
Ella no dijo nada y salió de la camioneta al escuchar los pasadores abrirse, salió corriendo y se encerró en su cuarto. Me quedé ahí, sintiéndome desconcertado por su reacción. No entendía qué había provocado esa repentina angustia en ella. Suspiré con frustración y me recosté en el asiento de la camioneta por un momento, frustrado por su reacción, luego me bajé y cerré la puerta con fuerza.
Sentí una mezcla de emociones, desde la preocupación hasta la irritación. Me sentí impotente ante su reacción, sin entender del todo qué estaba pasando por su mente. Respiré profundamente, intentando calmar mis propios nervios antes de decidir qué hacer a continuación.
Ya vienen las verdades, la verdad no creo que dure mucho está historia solo fue algo que se me ocurrió de repente JAJAJ así que no tengo mucho mucho desarrollo para esta.
De todos modos gracias por leer cuídense mucho 💗
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𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐠𝐡𝐨𝐬𝐭 [ghost x lectora]
FanfictionEn el mundo sofocante de la élite adinerada, mi vida estaba marcada por la opulencia superficial y las restricciones implacables. Cuando mi padre me dejó bajo la protección de Ghost, un guardaespaldas enigmático, mi mundo se tambaleó entre la seguri...