-N-no te amo- dijo con los ojos cerrados y los brazos fuertemente agarrados al escritorio el pelinegro, luchando por contener esas traicioneras lagrimas.
Uno... dos, respiró pausadamente y Bill procedió a abrir los ojos, mirando al frente a aquel pelirubio, dándole una pequeña sonrisita de suficiencia.
Tom suspiró sonoramente, le devolvió la sonrisa a Bill y, sin previo aviso, se ajustó mejor la pierna del pelinegro en el hombro antes de seguir embistiendo en el interior de ese provocador que tenía sometido encima del escritorio.
-Dime eso cuando no estés chillando como puta por tener mi maldita verga enterrada entre tus piernas, pequeño mentiroso- casi entonó riendo el rubio, mientras seguía moviendo sus caderas a un ritmo casi bestial, logrando que Bill sacara una serie de gemidos tan sonoros que era probable que todo el instituto ya estuviera enterado que Bill y Tom Kaulitz estaban follando (de nuevo) en la sala de audiovisuales.
-Aa-ah, Tom, más rápido, por favor- murmuró al borde del colapso un sonrojado Bill, tan fuera de sí, permitiendo que, por una vez en esa relación, tuviera el mando Tom.
Tom río más, divertido de ver al, normalmente serio y arrogante Bill, suplicando porque se la metiera más rápido. No dudó en inclinarse sobre el pelinegro, dejando de penetrarlo y casi rozando labios y decirle suave y burlonamente: -Suplícame.
-¿Q-qué?
-Lo que oíste, estúpida putita calientapollas, ruégame; ruégale a Tom Kaulitz, ruega como sólo tú puedes rogarme, ruega, porque quieres que tú hermano le meta la polla hasta el fondo a Bill Kaulitz.
Suspiró ruidosamente y cerró pesadamente los ojos antes de moverse hacia adelante, rompiendo el contacto sexual existente, se levantó cuidadosamente mientras Tom se sentaba cómodamente sobre el escritorio; fluidos, pre-semen era lo que despedía por la abertura de la uretra el pene de Tom, pulsando levemente por haber sido sacado bruscamente de ese sitio que le pertenecía por derecho y posesión.
Escupió un poco en la palma de su mano antes de deslizarla de arriba a abajo por ese falo palpitante, rogando por las atenciones del pequeño playboy arrodillado frente a él, el cual lamía de vez en cuando, chupando la cabeza, babeando más y masajeando con calma y sin pena los testículos de su hermano, que moría por volver a enterrarse dentro de él.
Bill no desaprovechó ese pequeño momento de debilidad, sabiéndose ganador de esa batalla, succionando un poco más en la base, antes de casi abrazar esa verga, poner su mejilla pegada a ella, soplar un poco sobre la abertura del pene y con la voz de guarra que sabía le gustaba a Tom, le dijo: -fóllame más, por favor.
Jaló de sus cabellos bruscamente a Bill y movió su cabeza hacia arriba para que se vieran uno al otro: -Levántate de ahí y súbete aquí, maldita zorra, saca tu complejo de vaquera y haz que sirvan los 2 años de equitación que tomaste, cabálgame.
Sin pensarlo demasiado, Tom jaló hacia sí mismo a Bill, subiéndolo a horcajadas sobre sí e introduciendo de golpe el falo, olvidando su anterior orden y moviendo hacia arriba y abajo a Bill una y otra vez.
-¡A-ah, siiiiii-ihh! ¡Más fuerte, Tom! S-sé que puedes hacerlo maaa-aas p-profund-¡OH! ¡A-AH! ¡SIII!
-¡Deja de decir idioteces y abre más las pierna-¡AH! ¡SÍ, SIGUE CONTRAYENDO, BILL! ¡¡UOHHH, CÓRRETE CONMIGO, MALDITA SEA!!
Fue un latigazo de electricidad que golpeó a ambos al mismo tiempo, sintiéndolo subir y recorrer en segundos la espina dorsal. Aullidos y jadeos casi animales de parte de Tom y gemidos ahogados de Bill era lo único que se escuchaba en esa sala, seguido minutos más tarde de las más lindas palabras de amor que sólo se dedican los amantes.
-¿Estás bien, mi vida? ¿Te lastimé?- casi lloraba un tierno pelirubio, aferrado a la cintura de su novio, quien luchaba por hacerlo sentir mejor.
-Fui yo quien comenzó con esto, no debí coquetear con Andreas en primer lugar, sólo que quería un poco de tu atención, y vaya que la recibí- sonrió de lado Bill.
-Pídeme lo que quieras cuando quieras, mi amor, sabes que no te negaré nada.
-Sabes que, ni aunque te lo hubiera rogado, nunca me hubieras follado como hace rato, tan bestia.
-Qué casualidad, hace menos de 15 minutos me diste la mejor demostración de ruego que pude haber presenciado en mi vida, lindo.
-Ja-ja, ni me lo recuerdes, me sigue doliendo el cabello por ese levantón tan repentino.
-L-lo siento, Bill- volvió a chillar Tom, los ojos llorosos y ligeros espasmos de dolor, consiguiendo un tierno suspiro de compasión por parte de Bill.
-Amor, era broma, me encantó.
Con eso Tom volvió a sonreír como el tierno chico que en realidad era antes de recordar cierta frase dicha por el amor de su vida y volver a fruncir el ceño y mirar seria y preocupadamente a Bill.
-Bill... pero tengo una pregunta.
Bill lo miró con atención y le preguntó: -¿qué es, amor?
-¿Tú no me amas?
Se derritió por completo por esa simple, pero significativa pregunta que Tom le había hecho, tan inocente como era, y el menor sólo pudo inclinarse sobre Tom, antes de darle un pequeño besito en los labios y decirle:
-Amor no es lo único que siento por tí, te necesito tanto que me quemas interiormente, Tom, ¿o es que tú no lo sientes como yo?
Una radiante sonrisa iluminó el rostro del mayor, antes de volver a abalanzarse sobre Bill, comenzar a besarlo y mordisquearle el cuello, esperando una aprobación que no tardó en llegar cuando, ansiosamente, el menor volvió a abrir las piernas, esperando por la intromisión más linda de su vida, respirando el mismo aire que expiraba el otro y susurrándose miles de poemas, mientras se dedicaban miradas que significaban más que mil palabras.
-T-te amo, Tom- decía Bill, abrazado al cuello del pelirubio, jadeando ruidosamente cerca de su oído, mientras el otro seguía empujando desesperadamente en el interior ajeno, pero propio.
-T-te amo, Bill- jadeaba Tom, sosteniendo como si se le fuera en ello la vida la delgada cintura del pelinegro, ambos rendidos ante el intenso amor que fluía por sus venas, como veneno que corrompía sus entrañas, pero tan dulce como la más dulce de las cosas.