CAPÍTULO 38 Niñeros en problemas

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La pareja ya se encontraba en el avión de la cantante, Taylor no podía ocultar su nerviosismo que sentía al volver a dejar a sus hijos, aunque fuese por un día, se le haría largo.

—Travis, olvidamos decirles que Evie se sale de la cuna— la rubia se acordó de ese enorme e importante detalle.

Él rio. —Yo creo que a estas alturas ya deben estar despiertos y todo bajo control, preguntaremos por ellos cuando estemos en tu departamento, ¿Bien?, no quiero que te estreses—

—¿Estás seguro? —

—Sí, tranquila, ellos pueden— dijo confiado.

—Supongo que sí— se relajó un poco y se recargó en el hombro de su esposo para tratar de dormir un poco en el trayecto.


El poco sol que se asomaba en el clima invernal de la ciudad de Kansas hizo que Charles despertara primero, a los segundos, Evie se despertó igual, llevando a cabo lo mismo de siempre, salir de la cuna, se puso primero de pie dentro de ella, normalmente su mamá o papá estaban ya listos para tomarla en brazos y evitar que ella se fuera de la pieza, pero, como no había nadie, se tomó la libertad de salir por su cuenta, sosteniéndose hábilmente de las rejas de la misma, colocando su pierna y luego la otra para salir, eran demasiado buenos sus movimientos y coordinación en su corta edad.

Charlie la miró con atención, nunca ha intentado hacer algo como eso, salirse, su hermana siempre era la que se desesperaba con mayor facilidad y él a veces solía esperar sentado en la cuna hasta que lo sacaran, pero en ese momento, trataría de imitarla, se levantó en la cuna y miró hacia abajo, igual no estaba tan alto y no le pasaba nada, Evie podía hacerlo bien, se sostuvo de los barrotes de la misma y de un solo salto bajó, se quedó un poco congelado en el piso, analizando lo que acababa de hacer, su hermana aplaudió, los dos, eran libres.

Evie tan pronto como su hermano estaba afuera se despreocupó y salió de su habitación, recorriendo el pasillo directo a la planta baja, pero estaba cerrada, jaló la reja de seguridad para bebés pero era dura de abrir, mientras pegaba el broche de esta se abrió, ella miró emocionada, ni siquiera se acordó de ir al cuarto de sus papás, ella quería ir sola a la planta baja, escalón por escalón logró bajarlo hasta llegar al pasillo que daba a la sala, pero la sala era aburrida, así que su ruta no era esa.


Charles quería a sus papás, así que caminó hasta su habitación, al entrar no vio a nadie, eso ya le estaba preocupando, así que se sentó en el suelo y se puso a llorar.


A lo lejos se podía oír un llanto, pero no podía ser, porque el monitor sonaría, Ross sospechó un poco y mejor se levantó para verificar que todo estuviera en orden con los hijos de su amigo, avanzó por el largo pasillo y entró al cuarto, extrañado pensó que Selena tendría a los chicos y por eso el llanto, siguió oyéndolo, caminó ahora a la habitación principal, no se veía nada, pero al voltear la mirada al suelo, Charles lloraba.

—¿Qué haces aquí amigo? — lo cargó.

El niño estaba asustado, no recordaba que el día anterior vio a esa persona y gritó aún más.

—Charlie, tranquilo— no sabía qué hacer. —Vamos a buscar a Selena— salieron de la habitación caminando directo a donde ella se quedaba, no se molestó en tocar la puerta, porque creyó que estaría con Evie.


Ella seguía dormida, se encontraba todavía en pijama, acostada de lado, dando la espalda, Ross se puso nervioso, no quería invadir su privacidad, sobre todo por el lado de su cuerpo que quedaba a la vista, tocó la puerta ya abierta para que se despertara.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora