acto único.

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Su pecho chocó contra el frío concreto de la pared.

── Por favor... ── apenas dijo entre tantos jadeos que escapaban de su boca.

Aquel joven omega había entrado en medio de su calor, y curiosamente Choso era el único alfa que estaba a disposición de aquel pequeño omega.

Choso es un alfa con un autocontrol extremo. Nunca antes se había sentido atraído hacia algún omega, y mucho menos se había sentido atraído por los aromas que, desde su punto de vista, eran desagradables. Choso era un alfa que solamente tenía ojos para su familia; no necesitaba nada ni a nadie más que a ellos. Su devoción por su familia era inquebrantable y sus principios, firmes.

Sin embargo, todo cambió cuando el aroma a melocotón inundó sus fosas nasales. En ese instante, sus principios fueron abandonados para dar paso a los deseos inmundos de su alfa. Ese aroma dulce y embriagador despertó en él una pasión desconocida, una necesidad que nunca antes había experimentado. Choso luchó contra estos sentimientos, pero la atracción era demasiado fuerte, y comenzó a cuestionar todo lo que hasta entonces había creído sobre sí mismo y sus deseos.

Demonios.

¿Qué le había hecho ese omega?

¿Eran acaso esos bonitos ojos de cachorro? ¿Era acaso ese cuerpo fuerte que aún mantenía ese encanto juvenil? ¿O era aquel delicioso aroma que le estaba fundiendo la cabeza?

Era todo, lo es todo.

La bonita voz del jovencito entraba por sus oídos y quedaba atrapada en su cabeza. Era inevitable no poder disfrutar de esos dulces sonidos que escapaban de lo más profundo de su garganta y esos lloriqueos que solo despertaban un deseo mucho más asqueroso dentro suyo.

No es propio de él, Choso no es así, pero ¿a quién le importa?

Nadie podía juzgarlo por salirse de su papel y por ignorar sus propios límites establecidos. Nadie podía hacerlo cuando no estaban admirando la belleza que Choso estaba sosteniendo posesivamente en esos momentos.

Las manos del híbrido sostuvieron aquellas caderas de forma que parecía que iba a dejar severas marcas sobre la piel morena del joven hechicero. La suavidad de su piel contrastaba con la fuerza de su agarre, y Choso no podía evitar pensar en lo mucho que deseaba marcarlo como suyo.

Ino solo tapó su boca para no emitir más sonidos. Era vergonzoso estar gimiendo como una perra mientras un completo desconocido se frotaba contra su trasero. Cada roce enviaba olas de placer a través de su cuerpo, y se odiaba por cómo su cuerpo respondía, temblando y cediendo ante el alfa.

Choso tomó por los hombros al jovencito y lo volteó de manera que ahora la espalda de Ino golpeaba contra la pared. La frialdad del concreto se sentía como un bálsamo contra su piel ardiente, pero también lo mantenía consciente de la situación en la que se encontraba.

Los dos estaban frente a frente, y esos bonitos ojos repletos de lágrimas lo miraban con necesidad, pero también con miedo. Ino sabía que debería sentirse horrorizado, pero había algo en la mirada intensa de Choso que le hacía querer rendirse completamente a él.

Tenía que ser bueno con su futuro omega, eso es lo que le enseñaron. Un buen alfa cuida y protege, no se aprovecha. Pero sus instintos gritaban lo contrario, y esa lucha interna solo alimentaba su deseo.

Los ojos oscuros de Kamo viajaron hasta los pantalones holgados del chico y pudo darse cuenta de cómo el moreno apretaba sus piernas para crear su propia fricción e intentar adormecer el dolor que se generaba en su zona íntima. La desesperación en sus movimientos era evidente, y Choso sintió una punzada de compasión mezclada con lujuria.

ㅤㅤㅤsorpresivo⠀ ୨ৎDonde viven las historias. Descúbrelo ahora