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Los grandes cachos de Giselle.

Despertaba de un sueño profundo, la luz del día lo estresaba y el calor lo hacía enojar.

El dolor de cabeza en ese momento era lo principal, Daniel, había amanecido.

-Que mierda..

No recordaba nada, eso era raro de el. Tenía una memoria impecable.

Se levantó y fue a lavar su cara, un sabor agrio empalagaba su boca.

Un sabor como a.. cerveza?

Pero si el nunca ha tomado en su vida, jamás.

Agarro su celular, y vio que tenía bastantes fotos de Lavinia con ese amigo de Jan, ella parecía estar borracha.

Cerro sus ojos, era difícil acordarse con ese dolor de cabeza.

Y de repente, una imagen de Jan besando a una chica muy parecida a el asomo en su cabeza.

Esa chica no era ni tan blanca ni tan morena, su pelo era lacio y de color negro, sus labios eran gruesos y su piel traía varios lunares.

Traía un vestido blanco que resaltaba su cintura y curvas, sus piernas eran delgadas y sus muslos eran algo grandes.

Su maquillaje la hacía ver más hermosa, y ni hablar de sus tacones. No eran tan altos ni tan bajos, eran blancos con una mariposa transparente de adorno.

Sus manos eran largas y delgadas, sus uñas estaban pintadas de negro y traía un anillo bonito, seguro que se lo regaló Jan.

Sin duda una chica preciosa.

¿Y él? El no tenía uñas largas, no tenía un cuerpo perfecto, su cabello no era largo ni brilloso.
Por lo menos, se parecían físicamente.

¿Pero saben que lo hacía mejor que ella? Exacto, el sexo.

Y aunque el era virgen aún, el sabía que el sería mejor haciéndolo con Jan.

-Que estoy pensando.. obviamente, nunca podré tener sexo con él.

Por qué pensaba solo en Jan? Acaso le gustaba?

Le gustaba? ..

[...]

Jan preparaba su desayuno, lo único que recordaba ayer era que beso una linda chica.

Esa chica, era su novia.

Se llamaba Giselle ¿Lindo nombre, no? Estaban tan enamorados, o eso pensaba Jan.

Pero como dicen por ahí, le ponían los cachos al militar.. Bueno, ese es un tema que hablaremos más adelante.

Jan sabía que ayer estaba borracho, ahora iría a desayunar un encebollado para aliviar el dolor de cabeza.

Agarro su celular y llamo a Daniel.

-Hola, Jan ¿Que necesitas?-Contestaron casi al instante.

-Hola, niño.. vamos, te invito un encebollado.

-¿Tu pagas?

-Si, yo pago.

-Eh.. ¿Puedo llevar a Lavinia?

-Quisiera que solo fuera entre nosotros dos nada más-Daniel al oír eso, tapo su boca con su mano. Se sentía emocionado.

-Nosotros dos?.. solo tú y yo?

-Si, puedes?

-Oh, si, si.. claro que puedo, entonces.. yo te espero aquí en mi casa.

-Bien, nos vemos luego.

El Militar del Portón 2-ToboaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora