Ella no lo llamaría obsesión, tal vez sí era una idea recurrente y un poco enfermiza en cierto punto, pero no más que la de cualquier persona enamorada. Más bien era una extraña afición que había adquirido en los últimos dos años; años en los que conoció a la dulce y amable maestra de preescolar, Kara Danvers.
Su resplandeciente rostro no había dejado la mente de Lena desde esa primera noche. Ambas se conocieron mientras se celebraba una gala benéfica para el hospital infantil. Kara había sido acompañante de Mon-El, quien era hijo de una de las socias de Lena.
Pero en el primer instante en que sus ojos conectaron, cuando Lena vio la bonita sonrisa de la otra mujer, supo que había caído ante un hechizo (o al menos eso hubiera pensado si no fuera una aclamada científica). Pero la forma en que la presencia de Kara hizo que todas las demás en la habitación parecieran grises había sido algo casi sacado de un cuento de hadas.
Después de ese encuentro Lena se empeño en buscar cualquier excusa para volver a verla, incluso se volvió una de las principales donadoras del preescolar en el que Kara trabajaba. Sus días favoritos del mes eran los 20s, mismos en que se hacia una reunión general en la escuela y podía echar un vistazo a Kara con sus alumnos. Y tal vez no hubiera sido tan extraño si la afición de Lena se hubiera detenido ahí, cualquiera hubiera pensado que cinco mil dólares al mes no eran un gran gasto para un Luthor, pero Lena, como siempre, se destacó por sobresalir de las personas normales y, tan solo un año después de conocer a Kara, ya había contratado a dos personas, investigadores, para que siguieran a Kara en todo momento y le informaran de todo a Lena. Las redes sociales de Kara también eran continuamente visitadas por Lena, no había sido difícil encontrar un hacker que le proporcionará todas las contraseñas de la maestra. Y así, cada que algo pasaba en la vida de Kara, era una notificación más en el escritorio de Lena.
A todo esto seguía existiendo un problema: Mon-El. Lena va a darle el mérito de que ha sido persistente, en el pasado se había deshecho de un pretendiente de Kara tan solo sobornándolo, pero Mon-El no había aceptado las acciones de las empresas ni tampoco el dinero en efectivo, y con el reciente anuncio de su compromiso con Kara, el tiempo se le estaba terminando a Lena.
El lunes, cuando Lena llego a su oficina, se encontró con nueva información, una carpeta poco extensa se cernía sobre el cristal, la parte de afuera tenía impreso un sello que decía “Confidencial” en grandes letras azules. Lena dejo inmediatamente cualquier presunción de hacer papeleo y se sentó a hojear la carpeta. Las primeras dos páginas eran dos pares de fotografías que mostraban a Kara acompañada de su suegra, ambas mostraban sonrisas tensas; en la tercer página comenzaba un informe detallado del contexto de las fotos anteriores, en él decía que la mujer mayor no estaba de acuerdo con el compromiso de su hijo y Kara, por lo cual le ofrecía la exorbitante cantidad de 5 millones de dólares si se alejaba de él, ante esto la siempre benévola maestra declinó y se fue del lugar.
Cuando termino de leer el informe, Lena sonrió con sabiduría qué solo alguien que conocía tan bien a otra persona podría tener. Era obvio que Kara no estaría interesada en dinero, si ese fuera su interés ya estaría con Lena, y si esa fuera la solución, Lena se la habría ofrecido hace mucho. Ella estaba dispuesta a comprarle el mundo de ser necesario.
Una parte muy profunda de Lena se sentía indignada en nombre de Kara ¿Como se atrevía alguien a siquiera tratar de sobornar a Kara? Ella era un alma pura, todo lo bueno de este miserable mundo, todo aquello que le da sentido a un mundo corrupto. Lena había visto con sus propios ojos como Kara se enfrentaba a un padre abusador y lo corría de la escuela, y claro que no fue un problema para Lena encargarse de ese tipo con un par de sobornos al cuerpo de policías, había un tipo malo menos allá afuera y al mismo tiempo protegía a Kara, fue un ganar-ganar.
Pero volviendo al tema central, al gran problema que Lena tenía entre manos, quizás era tiempo de tomar medidas más drásticas.
Para cuando llegó el jueves Lena ya tenía todo preparado, salió temprano de la oficina y esta vez optó por uno de los carros de la compañía, aquel que sería reportado como robado en un par de horas.
Tomó todas las rutas más improbable, aquellas en la ciudad que apenas si había visitado, y las alterno con aquellas que eran un poco frecuentes en su día a día. Con cada semáforo en rojo se detenía y se preparaba, los lentes oscuros, el cabello bien amarrado, los pendientes y joyería guardada en la guantera, las armas perfectamente acomodados en el siento del copiloto, todo estaba listo y se sentía como si una nueva etapa de su vida estuviera a punto de iniciar.
Hubo un momento en el que dudo, fue mientras daba vuelta en el camino de entrada de Mon-El. Su sangre se calentó y el auto comenzó a sentirse más pequeño de lo usual, esto estaba mal, esto la convertía en una de esas malas personas que Kara odiaba, ella no quería ser odiada por Kara, ella quería ser amada por Kara, Kara lo era todo, Kara era el sol, Kara era la belleza de este mundo, Kara… Necesitaba a Kara. Y con esa necesidad renovada salió del carro mientras tomaba una de las armas, la más pequeña y silenciosa.
Camino por la entrada de Mon-El y no fue necesario forzar la cerradura, la puerta ni siquiera estaba cerrada con llave, claro, ¿quien sería tan estúpido como para tratar de hacerle algún daño a una de las familias más influyentes del país? Lena camino por la casa y se rio de más de un par de imitaciones baratas de obras de arte. El ruido que alcanzaba a percibir venía de la cocina y con el primer indicio de un hombre moviéndose dentro ella disparó.
El cuerpo del hombre cayo inerte en las baldosas finas, pero para sorpresa de Lena no fue Mon-El quien recibió aquel disparo, sino su guardaespaldas. Mon-El por otro lado se agachó y trato de protegerse con la encimera, un intento inútil luego de que Lena sintiera su sangre helarse y se acercará a Mon-El, esta vez para terminar con el problema de una vez por todas.
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Todos a su alrededor lloraban, las almas de las demás tumbas parecieron sentir su pena y dolor ya que el cielo se nubló, sin embargo el interior de Lena se sentía cálido, ligero, con un peso menos dentro de ella.
En cuanto vio la oportunidad la aprovecho y ni bien se fue la última persona, se acercó a la maestra. —Lamento mucho tu perdida, él era alguien muy bueno, antes de morir me dijo que siempre deseo que fuéramos cercanas.
—Claro, él siempre quería que fuera amiga de sus amigos. —Sus bellos ojos miraron con alegría a Lena por un segundo y esta se sintió perderse en ellos. —Pero… ¿Quién eres?
—Soy Lena, mucho gusto.
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Obsesión
RandomLena conoció a la maestra de preescolar Kara, y nunca más pudo sacarla de su cabeza.