Capítulo Cinco

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¡Qué cita tan perfecta! En serio no puedo dejar de sonreír, todo fue perfecto, él es perfecto. Siento que no puedo pedir más, fue lindo hasta el último minuto, vino a dejarme hasta la puerta de mi casa y nos dimos otro beso. Tiene un toque que es tan especial, jamás había sentido algo así. Definitivamente ya vamos rumbo a ser algo más que amigos, o eso espero yo. Lo que más me asombra es que por primera vez uno de mis ataques de ansiedad no logra arruinar las cosas, pude manejarlo, junto a él pude lograrlo. Todo salió de maravilla. Llevo casi media hora recostado en el sillón recordando todo lo que paso, nunca me había sentido así por una persona. Me atrevo a decir que este es mi primer contacto en serio con el amor, lo que es el amor en realidad. No quiero perder este sentimiento nunca.

Mi mamá sale de su cuarto y viene para la sala, seguro para preguntarme cómo me fue en mi día.

– ¿Y esa sonrisa Armando? ¿A qué se debe? – preguntó. Solo por este momento olvidaré el enojo que traigo con ella y pienso contarle lo que pasó.

– Hoy tuve mi primera cita mamá – ella puso cara de asombro.

– ¿Y eso? ¿Con quién fue?

– Sara me presentó a un amigo de ella, se llama León y es todo un sueño – digo, suspirando.

– Por lo que veo las cosas van muy bien.

– Eso espero, me gustaría que todo siguiera así – le digo, en eso entra mi hermano a la sala y va directo a la cocina.

– Espero pronto conocer a ese tal León – dijo ella. Volteo a ver de reojo a Mario.

– Ya veremos que pasa, luego termino de contarte – respondí, con cierto desaire.

– Tranquilo Armando, solo vine por algo y ya me voy – dijo Mario, en tono triste, muy hipócrita. Solo ignoro sus palabras.

– Me alegra verte feliz hijo – dijo mi madre dándome un beso en la frente y se va. Mario va tras ella.

Desde que mi hermano llegó aquí ya no me siento cómodo en ningún lugar de la casa. Tal vez por eso he estado saliendo más de lo que pensé que saldría estas vacaciones.
Reviso mi celular y en ese momento me entra una llamada de Sara.

– ¿Qué pasó?

– ¿Cómo estás chico enamorado?

– Ya lo dijiste tu… enamorado –  le digo. Ella gritó, me retumbó el oído.

– Quien te viera Armando, vas con todo menos miedo.

– Si, lo sé. Pero apuesto a que ese no es el motivo de tu llamada – Si Sara hubiera querido saber de la cita lo hubiera hecho por mensaje y no por llamada.

– Tienes razón, es que… Necesito pedirte un favor – aquí vamos de nuevo.

– ¿Otra vez?

–;Sí ya sé, pero esta vez es de vida o muerte – con ella todo es así de grave.

– A ver dime, ¿Qué necesitas ahora?

– Al rato en la noche, como a las 8, necesito que me ayudes a fugarme de mi casa.

– ¡¿Y a ti qué te pasa?!  ¡¿Te volviste loca o qué?! –  le alzo la voz.

– Ay por favor, es que vamos a tener una cita triple.

– ¿Tú y quienes?

– Pues tu y León, Diana y Erick, Rodrigo y yo – eso no me lo esperaba.

– ¿Cómo? ¡A mí nadie me dijo nada! Además acabo de venir de la cita con León – le respondí, no sé en qué está pensando.

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