Capítulo Quince

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Jamás esperé esa reacción de su parte. En mi mente me preparé para todos los escenarios posibles menos para este.

– ¿Por? ¡Qué te pasa! – le grito recogiendo los pedazos de la hoja.

– ¡¿No te das cuenta Armando?! ¡¿En serio?! – me dice levantándome la voz.

– Darme cuenta de… ¿qué?

– Andrés quiere separarnos. Desde que llegó ha estado interponiéndose entre nosotros. No creo sea tan hetero como dice. ¡No puedo creer que no lo notes!

– ¡Pero qué rayos dices! ¡Cuantas veces debo decirte que Andrés si es hetero!  ¡Solo es mi amigo! – se que todo está mal desde el momento en que ambos estamos gritando cada vez más fuerte.

– ¡No seas tan ingenuo por favor! – grita León golpeando el volante. Yo decido ser quien guarde la compostura.

– Okay mira… no se trata de Andrés, se trata de mi, de mi futuro. Es una oportunidad tan grande que no sería inteligente desperdiciarla.

Al escuchar mis palabras, León solo se voltea a ver por la ventana del carro.

– ¿Y qué hay de nosotros? ¿Piensas terminar conmigo? – dice él, su tono de voz baja y ahora suena triste.

– ¡No! No quiero eso, los dos somos maduros y podemos tolerar esa distancia, y yo vendría todas las vacaciones a verte.

Se queda callado por un momento, no me deja verle la cara.

– No pienso tolerar que te vayas.

– A ver León entien…

– ¡NO LO PIENSO TOLERAR! – grita interrumpiéndome, esta vez golpeando con ambas manos el volante haciendo sonar el claxon. Yo me quedo atónito a lo que está pasando.

– Será mejor que hablemos mañana en la tarde – le digo.

– Si, será mejor. Buenas noches – dice él abriéndome la puerta de lado mío dando entender que no me llevará ni a su casa ni a la mía.

– Okay… entiendo – digo para después bajarme del carro azotando la puerta.

Empiezo a caminar rumbo a mi casa. Tengo ganas de llorar pero reprimo el sentimiento. Volteo, León sigue estacionado, no sé si piensa quedarse ahí o va a marcharse, pero no pienso quedarme a ver, me doy la vuelta de nuevo. No estoy triste, no tengo porque estarlo, estoy muy molesto.








Llego a mi casa. De alguna forma logro evitar a mi mamá y a mi hermano que se encuentran viendo televisión en la sala. Voy a mi cuarto, solo tengo dos ideas en mi cabeza; quiero llamar a Sara y pedirle su consejo respecto a la situación, pero mientras más lo pienso, menos quiero hacerlo, sé que ella va a apoyar a León, y yo ahora quiero entrar a la beca, quiero irme a Londres…
Aunque, hay otra parte de mi que me ruega que me quedé, León reaccionó así esta noche porque me ama y no me quiere lejos…
¡Qué mierda estoy pensando! ¡Si en verdad me amará apoyaría esta gran oportunidad!

¡CARAJO! ¡NO SÉ QUÉ PENSAR!

Le daré una sola oportunidad más a León. Saco mi celular de mi bolsillo y le mando un mensaje, “¿Te puedo marcar?, Hay que hablar de lo que pasó”. Una vez hablando con él, intentaré calmar las aguas y explicarle cómo están las cosas. Necesito saber que cuento con su apoyo.

León me contesta, abro el chat y…

”No, buenas noches”.

Bien, si se va a poner en ese plan de no apoyarme, solo me queda una cosa, y no pienso dar vuelta atrás… Le marco a Andrés.

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