Capítulo Veintitrés

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《UN MES DESPUÉS》

Están muy cerca las festividades navideñas pero por primera vez en mi vida no se siente como si fuera así, como que no tengo muchas ganas de festejar navidad. De todos modos mi madre comenzó a adornar antes de tiempo para que no la agarren las carreras.
Ahora estoy el triple de nervioso que lo de siempre, desde que Andrés me dijo que hoy salíamos rumbo a Londres para dar un recorrido por la universidad y conocer a los directivos antes de empezar el ciclo escolar no estoy tranquilo, además me tuvo todo el mes dando vueltas por todo lados para poder revisar el asunto de los pasaportes, ha sido muy estresante todo eso.

Jamás he hecho un viaje tan lejos y mucho menos fuera del país. Quiero calmar mis nervios, por eso solo me concentro en terminar de armar bien la maleta, checando también en llevar lo necesario y que no me quiten nada en el aeropuerto.

Entre todos los pensamientos se me vuelve a cruzar León, como siempre. Me ha estado enviando mensajes preguntándome cómo estoy y si todo anda bien, le he contestado muy cortante y si busca seguir la conversación yo solo lo dejo en visto, simplemente ya no me siento cómodo hablando con él, ya no como antes. Por boca de Sara se que él sí tiene esperanzas de regresar conmigo, y en el fondo yo también las tengo, pero por otro lado se que no es tan correcto, no ahora.

Otro que también me tiene preocupado es Mario, desde que hablé con él ha estado muy raro, frente a mi intenta actuar tranquilo pero es pésimo en hacerlo porque es notorio que algo no está bien con él pero ya no sé qué hacer para lograr hacer que me diga que le sucede, y ya me cansé de preguntar.

Termino mi maleta y la cierro. Según Andrés, solo vamos a irnos por un fin de semana y regresamos, es una visita rápida, él dice que la visita está pagada por la misma universidad, pero por boca de su madre se que él y ella también invirtieron dinero en este paseo, más que nada para el hospedaje en un hotel modesto, quise reponerlo pero no me lo permitió.

Reviso si mi celular está cargado al 100% para poder llevármelo, Andrés no va a tardar en pasar por mi, dijo que venía rumbo para acá y de aquí nos íbamos al aeropuerto. Siendo honesto conmigo mismo, no me siento listo, incluso me siento un poco ansioso y con pánico, así que decido hacer unos cuantos ejercicios de respiración antes de salir de mi cuarto:

Inhalar…

Mantener tu respiración seis segundos…

Exhalar…

Ahora repetir el ejercicio otras treinta y tres veces si es necesario, incluso más veces antes de que llegue Andrés, debo evitar una escena de pánico en el aeropuerto, no hacer el ridículo ahí. Debo mantener la calma en Londres, morir fuera de mi país en un viaje de fin de semana académico no es lo mejor para mi, debo controlar mi respiración viernes, sábado y domingo, es más, el resto de mi jodida vida.

– ¿Terminaste de empacar hijo? – dice mi mamá parada en la puerta, interrumpo mis respiraciones para atenderla.

– Si mamá, la maleta ya está lista solo estoy esperando que venga Andrés y listo.

Ella se para frente a mí y me mira muy sonriente y con sus ojos llorosos, acto seguido se me lanza a darme un brazo fuerte, obviamente me toma por sorpresa.

– ¿A qué se debe este abrazo?

– ¿De cuándo acá no puede una madre darle un abrazo a su hijo? – me contesta ella.

– Si lo sé pero…

– Ay hijo, es que estoy feliz y orgullosa de ti, te irás a estudiar a Londres y vivirás allá. Serás alguien independiente – su voz se quiebra un poco por su llanto contenido.

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