Capítulo 1: Efecto mariposa

30 2 5
                                    

Atrapados en el pasado.

Parte 1 Perspectiva de Elena Muñoz:

El timbre había sonado y todos los jóvenes salían del instituto. Yo sostenía mi boletín de notas con un temblor en mis manos indescriptible.

Sentía como si hubieran extinguido todo el fuego de mi ser. No era tristeza lo que sentía, sino una sincera decepción en cada parte de mi cuerpo. Ese sentimiento se esparcía por todo mi cuerpo como un virus del que no era capaz de escapar. Ese IN en matemáticas que significaba: Imbécil Necia. No me importaba tanto porque el álgebra, polinomios, potencias y radicales, no eran cosas que ocuparan espacio en mi mente. Lo que ocupaba mi mente eran letras, significados ocultos entre páginas y no un simple número.

Pero a mi alrededor un número dicta tu inteligencia, tu futuro, tu vida…

Un número dictaba quién era para todos, una imbécil necia.

-Vamos a casa, Elena.- me decía mi hermana sonriendo.

Me fijé un segundo en su boletín, SB en  cada asignatura. Yo era una bombilla rota al lado del propio Sol Brillante.

Una envidia insana corrompía mi mente. Quería a mi  hermana pero, era un amor que se mezclaba en veneno.

Andamos hasta la salida del instituto. Seguimos por el camino largo, porque al menos para mí era más hermoso.

Un hermoso campo lleno de girasoles. Vaya ironía que el mundo gire sobre el Sol, todos los planetas e incluso esas plantas…

Mi hermana estaba hablando, pero yo solo escuchaba el canto de las palomas.

-Agh, que asco, son como ratas voladoras, ¿no crees? Leí en un periódico que las palomas pueden tener enfermedades como: criptococosis, salmonelosis, Escherichia coli, encefalitis viral, histoplasmosis y psitacosis.- 

Mi hermana parecía uno de esos sabios con barba larga, siempre tenía información nueva que dar, como un diccionario.

Aunque su argumento no me convenció.

-Para mí son animales infravalorados. Quiero decir que tienen enfermedades, pero son bonitas, como una herida en la piel.- dije yo convencida.

-Nunca entiendo lo que dices.- me contestó mirándome raro.

Seguimos andando por esas hierbas tan verdes y los árboles nos saludaban sacudiendo sus ramas junto al viento. Camila (mi hermana) se enfadó con el viento porque estaba arruinando su pelo. Mientras que yo daba vueltas sobre mi vestido, disfrutando como el viento me acompañaba.

Finalmente llegamos a casa y el temor volvió a poner sus garras sobre mí. Cogí las llaves y el temblor se apoderó de mí otra vez. Pero abrí la puerta, como si abriera un armario sabiendo que había  un monstruo dentro. Mis lágrimas pesaban en mi rostro cuando estaba  a punto de abrir la puerta.

-Elena, ¿estás bien? A tus ojos le salen gotas.

-Supongo que lo estoy.- respondí, abriendo la puerta.

-¿Por qué habéis tardado tanto?- preguntó mi madre, arqueando sus cejas.

-Elena se empeñó en ir por el camino largo. Cuando la ruta más cercana y óptima es la que hay yendo detrás del instituto. Ya que con el camino corto tardamos cinco minutos y treinta y seis segundos si vamos a un ritmo lento, pero si iríamos corriendo tardaremos incluso menos. Por el contrario por el camino largo tardamos unos quince minutos exactos, pero si Elena se distrae por el camino tardamos un total de veinte minutos.- soltó Camila. Todos estos cálculos los había sacado por sí misma, dejándome a mí pérdida, tratando de ser algo frente al mismísimo todo.

Atrapados en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora