Malas noticias.

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[LONDRES]

Sam estaba sentada en el comedor a las 8 de la mañana. Normalmente, era Kyle el que se despertaba dos horas antes para prepararse y estar con antelación en la universidad. Ella empezaba sus clases más tarde, ya que en general cursaba menos horas.

Kyle llevaba tres años abarcando todo lo que podía y más. Clases opcionales, voluntariado y extracurriculares. Siempre prefirió abarcar menos y con mayor calidad, pero durante el primer año se sintió inferior a la mayoría de sus compañeros, acostumbrados a destacar, a la excelencia. Nadaba entre tiburones y sentía que entablaba relaciones sociales en las que no terminaría de confiar nunca, porque todo era competencia pura y dura. Sam era la excepción.

Ella le recordaba a Wendy; responsable, empática, luchadora y con carácter. A pesar de que era muy diferente en otros aspectos; pelirroja, ojos verdes, alta. Sin olvidar que no le gustaban los hombres, por supuesto.

Era el alma máter de Kyle. Si las almas gemelas pudiesen ser concebidas en el mundo moderno como algo no-romántico, la suya sería Sam. Por supuesto, Kenny siempre estuvo muy cerca de ser esa clase de gemelo platónico, pero el tiempo pasa y Kenny tiene una vida totalmente distinta a la de Kyle. Sam era la que estaba ahí, cuando Stan no podía abrazarlo o Kenny hacerlo reír o Cartman distraerlo sacándole de quicio. Ella era su pañuelo de lágrimas, su consejera, la persona con la que se divertía en el poco tiempo que tenían libre, e incluso una pequeña parte de su madre cuando se preocupaba por él.

Y él también era un gran apoyo para ella.

Sam se gira y mira a Kyle con cara de sorpresa cuando este aparece tras ella.

—Vaya, ¿estás bien?

Al vivir juntos, conocían sus rutinas y desde luego, llegar tarde o faltar a primera hora no era propio de Kyle.

—He dormido fatal —le contesta sentándose en el otro extremo de la mesa— me duele la cabeza.

Ella le mira ligeramente preocupada.

—Es por tu charla de anoche con Stan, ¿verdad?

—¿Te desperté?

—Lo cierto es que... no —admitió— me dejé dormir a las 12. Pero imaginaba que tenía que ser eso.

—Ah, que alivio —contesta Kyle.

—Entonces —comienza Sam— ¿se lo contaste?

Kyle suspira, agotado.

—Sí.

—¿Y bien?...

—Fue tal y como pensé. Entró en pánico y luego se volvió una bola de inseguridades.

Sam se toma unos segundos para terminar de desayunar y mira a Kyle.

—Era lo que tenías que hacer, lo has hecho bien. Se le pasará con los días.

—Lo sé —responde Kyle— pero es TAN difícil... a veces no hay manera correcta de decirle algo. Y la distancia nunca ayuda.

—No pienses en eso —le responde— es decir, es duro... pero ya ha pasado casi todo. Solo este curso y se habrá acabado la distancia —le dice con ilusión.

Kyle se queda pensativo unos instantes. Por primera vez en mucho tiempo, no tenía planes de futuro. Básicamente porque no sabía cuáles eran sus posibilidades.

Estudiar en una universidad de prestigio le abría un amplio abanico de probabilidades... que por algún motivo aún no sabía exactamente cuáles eran. Le preocupaba en exceso que se acercase el final de todo y no tuviese un plan. Sería como tirar por la borda todo el esfuerzo.

Sueños Húmedos [2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora