CAPITULO 7

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CAPITULO 7



USAGI



No recuerdo cómo sucedieron las cosas.

Todo paso muy rápido. En un momento caminaba con Faraón 90 por los jardines y en el momento siguiente me encontraba en su habitación.

Me sentía tan cansada.

-Abriste los ojos, menos mal –Esmeralda aparece en mi camino de visión soltando un suspiro de alivio.

-¿Cómo?

Estoy tan confundida, toda la habitación da vueltas y todo mi cuerpo duele, duele tanto.

-¿Qué es todo esto? –le pregunto cuando miro a mi alrededor y me encuentro con un montón de aparatos y monitores.

-Calma, solo son para monitorearte a ti y a los bebés.

-¿Los bebés? –creo que mi cabeza está más confundida de lo que pensaba porque solo así recuerdo todo lo pasado.

Mi caminata con Faraón 90, el caballo desbocado, yo salvándolo, y los bebés.

Con desespero busco y acaricio mi estomago. El miedo crece y crece, tanto que no puedo respirar. El sonido de los monitores se intensifica a un nivel que podría dejarme sorda. Mi estomago aun esta plano, pero el dolor no me permite saber que sucede. ¿Los perdí? ¿Qué paso?

¡Todo duele!

Los sonidos en la habitación me ensórdese.

No puedo perderlos, no puedo.

Creo que estoy gritando porque mi garganta arde. Galo aire a mis pulmones pero es como si respirara fuego. El cuerpo de Esmeralda cae sobre de mi, ella tomas mis muñecas y esta gritándome en la cara pero no la escucho. Pataleo y pataleo desesperada.

¡NO PUEDO PERDERLOS!

De la nada siento como mi cuerpo va perdiendo fuerzas, me siento aturdida y el pecho pesado, mis piernas dejan de patalear y el peso de Esmeralda desaparece.

Muchas personas se mueven a mí alrededor, mis respiraciones son profundas y lentas.

Alguien toma mi rostro y el rostro de Faraón 90 aparece, tiene el ceño fruncido y su sonrisa es una mueca, sus ojos se ven afligidos y tiene bolsas bajo los ojos.

-¿Qué te sucedió? –no sé porque se lo pregunto.

-Nada, no me pasa nada –el acaricia mis mejillas, pone una de sus manos en mi estomago -. Tú y nuestros hijos se encuentran bien. Así que tranquilízate, o los doctores tendrán que medicarte de nuevo, y eso no es bueno para los bebés –la mueca regresa a su rostro.

Mi garganta se cierra y las lágrimas se acumulan en mis ojos.

-¿Nuestros bebés? –mi voz es más un susurro perdido entre el ruido de los pasos y las voces de los presentes.

-Son mellizos – sus ojos brillan y su sonrisa ya no es una mueca.

Él toma mi mano y besa mis nudillos muy cariñosamente.

-¿Cómo...?

¿Cómo es que se estero de los bebés?

En el hospital solo le dije de un bebé. Aun no tenía un plan en mente.

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⏰ Última actualización: Mar 29 ⏰

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