Capítulo 89.

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Me estoy desesperando, de tanto esperar a que Martina llegue a casa, necesito verla, ya que creo que es la única persona que puede llegar a comprenderme en estos momentos. Estoy en estado de shock, y ni siquiera sé qué debería hacer ni decir. Llevo llorando aproximadamente un par de horas y por más que intento relajarme y y tranquilizarme no soy capaz.

Tengo mis pensamientos internos en la cabeza y me invaden las dudas, el miedo e incluso el pánico.

En estos momentos, supongo que la gente suele estar emocionada, alegre o eufórica, pero sin duda alguna, no es mi caso.

Me levanto del suelo al escuchar el timbre de casa, y en cuanto abro la puerta, veo que Martina está al otro lado. No dudo ni un segundo en echarme a sus brazos y abrazarla fuerte, mientras que sigo llorando.

-¿Se puede saber que te ha hecho ya el monstruo de mi amigo?-me pregunta ella.

-No ha sido eso, él no tiene nada que ver con esto ahora mismo-intento decir entre lágrimas.

-Bueno, vamos a sentarnos y me lo cuentas todo entonces-me dice ella.

Martina se sienta en el sofá sofá y yo me quedo de pie en el salón, sin saber cómo empezar a contar lo que me está pasando y ni siquiera, pudiendo articular palabra, no soy capaz de hablar, no sé cómo expresarme y ni siquiera sé lo que llegará a pensar Martina cuando se lo diga.

-Cloe me estás asustando, ¿puedes decirme qué coño está pasando?-se levanta del sofá para agarrarme de la mano.

-Yo...Yo...-tartamudeo un par de veces hasta que por fin logro tranquilizarme un poco antes de decir lo que más miedo me da en estos momentos.

Martina me mira, extrañada y con bastantes dudas. Me atrevería decir que está igual de nerviosa que yo, pero es imposible. No quiero imaginarme la cara que va a poner cuando le diga lo que pasa.

-Estoy embarazada.

Por fin, me atrevo a soltar esas dos palabras que tanto dolor me están causando ahora mismo.

A Martina se le llenan los ojos de lágrimas y niega con la cabeza varias veces. Se lleva las manos a la cabeza y no deja de mirarme perpleja.

Se supone que cuando alguien se entera de que está embarazada o al menos lo sospecha es uno de los momentos más felices de su vida, pero en mi caso no es así. no estoy preparada para cargar con la responsabilidad de tener un hijo, no ahora, no siendo Caleb el padre.

Le amo con toda mi alma y con todo mi ser  pero me hace pensar que él vaya a ser el padre de mi hijo, cuando ni siquiera sabe cuidar de sí mismo. Sé que últimamente se ha esforzado en ser mejor persona pero una parte de mí también sabe que el Caleb que yo conocí y al que tanto he odiado sigue dentro de él.

Me aterra pensar en la reacción que tendrá Caleb cuando le diga que va a ser padre, porque por mucho miedo que tenga y por muchas dudas que me inunde la mente si de verdad estoy embarazada pienso tener a ese niño.

Sé que todavía no me he hecho el test de embarazo y hasta que no me lo haga no hay nada que me confirme que estoy embarazada, pero mis cálculos mentales me lo afirman positivamente.

Todo me cuadra, los vómitos, la ausencia de periodo...

Estoy literalmente, aterrada.

¿Cómo voy a sacar adelante a mi hijo con un padre como Caleb?

-Si es cierto que estás embarazada, lo superaremos juntas, te lo prometo-Martina, por fin consigue decirme unas palabras tranquilizadoras y me coge de la mano mientras con la otra mano me se seca las lágrimas.

-¿Cómo le voy a decir a Caleb esto?-es lo único que consigo decir.

-Será difícil no voy a decirte que no, pero si es mayor para unas cosas, tiene que ser mayor para otras y tendrá que afrontar esta situación si tú decides seguir para adelante.

Después de un rato, hablando, decido salir a la farmacia a comprar un test para que me confirme o niegue mis dudas. Martina se queda en casa para no dejar a Leti sola.

Llevo sentada un rato en las escaleras de casa, porque me aterra tener que volver a entrar. Una gran parte de mí no quiere entrar a ese baño a orinar sobre el test que llevo en la mano.

En mi interior sé que si ese test sale positivo, mi vida dará un giro demasiado drástico del cual no sé si estoy dispuesta a soportar y a afrontar.

No sé, ni siquiera que pensará Caleb, aunque le conozco demasiado para saber que no se lo va a tomar bien, no está preparado y aunque yo tampoco lo esté, creo que mi nivel de madurez es superior al suyo y sobre todo mi control de emociones y situaciones también lo es.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora