CAPITULO 37 - A TRAVÉS DE LA VENTANA

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Thomas decidió que ya había esperado bastante. Se volvió a guardar aquella nota en el bolsillo y cruzó la cortina que dividía las dos estancias.

-¿Cómo está?-le preguntó a la anciana.
-Mejor, aunque sigue dormida...la fiebre ha bajado...-le informó.
-¿Está fuera de peligro?-preguntó él.
-Sí, yo diría que sí...-contestó la curandera.
-Bien, me la llevo...-dijo Thomas sin más.
-Señor Shelby, ¿No prefiere quedarse hasta que despierte?-sugirió ella.
-No. Si está fuera de peligro prefiero que descanse en su cama...-dijo, y sacó un fajo de billetes que le arrojó a la anciana. Ella lo cogió inmediatamente.

Thomas se acercó a la mesa y cogió a Caroline entre sus brazos, preparado para cargar con ella una vez más.

-Ah, y antes de que se me olvide...-dijo acercándose a la anciana de forma desafiante-. Si vuelve a venderle algo parecido, tendré que hacerle otra visita...no sé si me entiende...-la amenazó sin pensarlo.
-No, disculpe señor Shelby, no volveré a hacerlo...-contestó temerosa al tiempo que se reverenciaba. Lo acompañó hasta la puerta y cerró tras ellos.

Thomas caminó con Carol en sus brazos hasta llegar de vuelta a su apartamento, donde la depositó suavemente sobre la cama. Le dolía el brazo a rabiar, pero sabía aguantar bien el dolor. Era experto.

Caminó hasta el aparador de la cocina y sacó la botella de whisky que Carol tenía para él, y se sirvió una copa. Caminó de vuelta hasta la cama y se sentó en una silla junto a ella.

-No, no me hagas daño...por favor...-comenzó a murmurar ella una vez más.

Thomas se acercó a ella al ver que se estaba agitando algo más, e intentó calmarla.
En ese momento Caroline estaba viendo en sueños unas manos que la agarraban del cuello, como ya hubiera soñado en otras ocasiones. Abrió los ojos y vio el rostro de Thomas cercano a ella, y lo primero que pensó es que realmente estaba allí para intentar estrangularla. Pensó que, finalmente, su sueño se había hecho realidad.

Thomas no entendía qué lé ocurría a Carol, pero intentaba agarrarla y calmarla a pesar de sus intentos para apartarlo.

-Ya, tranquila....soy Thomas...tranquila...-decía intentando tranquilizarla. Pero poco sabía él de sus apariciones en aquellas pesadillas.

Finalmente consiguió retenerla entre sus brazos, una vez Carol pareció ser consciente de la realidad. Le susurró al oído que todo iba bien, mientras que Carol respiraba aceleradamente sobre su hombro, al borde de un ataque de llanto.

En ese monento Carol se dio cuenta de que estaba a salvo, y se relajó. Entre aquellos brazos, sobre aquel hombro...se sintió segura. Más de lo que se había sentido en mucho tiempo. Se separó lentamente y miró a Thomas. Se le volvió a acelerar el corazón, pero esta vez era por un motivo bastante diferente.

Notó los ojos de Thomas sobre los suyos, y apartó la mirada con rapidez al tiempo que se levantaba de la cama. Acababa de recordar lo que había pasado en el despacho de Thomas.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó y caminó hacia la ventana, observando que era noche cerrada.
-A lo mejor deberías volver a tumbarte...-le recomendó Thomas, para que no se pusiera demasiado nerviosa.
-Estoy bien así... ¿A qué has venido?-preguntó una vez más a la defensiva.
-Pues a salvarte la vida, por lo visto...-se mofó Thomas.
-¿Salvarme?-preguntó extrañada.
-Te dije que esos productos eran peligrosos, llegué aquí y estabas tirada en el suelo, inconsciente y ardiendo...-le explicó.
-¿Me llevaste tú al barrio chino?-preguntó confusa.
-Sí, ¿No lo recuerdas?-le preguntó preocupado.
-Sí...claro que lo recuerdo, pero...pensaba que lo estaba soñando...-dijo pensativa.
-Te puedo asegurar que no lo has soñado...-dijo acercándose a ella.
-Pero...¿Y tú brazo?-preguntó girandose hacia él. Thomas dio unos pasos más y ambos estuvieron junto a la ventana.
-No te preocupes, apenas me duele...-dijo-. Al menos, no ahora mismo...-añadió con una leve sonrisa, admitiendo que sí había sentido dolor en algunos momentos.

Se miraron, y Caroline sintió un escalofrío. Miró por la ventana hacia la calle.

-¿Desde cuando tienes esas pesadillas?-le preguntó Thomas.
-Desde que estoy en Birmingham...-contestó.
-Por eso no duermes...-supuso él.

Ella asintió.

-¿Qué sueñas?-preguntó con curiosidad.
-Preferiría no hablar de eso...-respondió sin ganas de decir mucho más.
-Te entiendo...-dijo Thomas. Y aquello sorprendió a Caroline-. Yo suelo soñar mucho...y también he tenido pesadillas horribles...-le contó a Caroline.

Ella lo miró incrédula. ¿Cómo podía tener pesadillas un hombre como Thomas Shelby?

-¿Pesadillas horribles? ¿Sobre qué puede tener pesadillas horribles un hombre como tú? ¿Una mala apuesta?-se tomó la libertad de tratar el tema con ligereza.

Thomas soltó una media sonrisa.

-Así que esto es lo que se siente cuando se burlan de uno...-bromeó-. Supongo que me lo tengo merecido...-añadió sonriendo levemente.
-Lo siento...-se disculpó inmediatamente.
-No te preocupes...-dijo Thomas mirando el cielo estrellado a través de los cristales de la ventana.
-¿Y sobre qué eran tus pesadillas?-preguntó Caroline con curiosidad.
-De muchas cosas...como por ejemplo, la guerra...-suspiró-. Soy mayor que tú, he hecho muchas cosas y he vivido mucho...-le contó-. A veces pienso que quizás he vivido demasiado...-admitió pensativo.
-¿Por qué dices eso?-preguntó Caroline preocupada por él.
-A veces me pregunto si mi vida no debió terminar antes...y si quizás esta bala no debería haber impactado en mi brazo, sino en mi cabeza...-dijo muy sumido en sus pensamientos. Caroline se sobrecogió por aquellas confesiones de Thomas.
-Tommy...-dijo acariciándole el brazo e intentando captar su mirada, pero esta vez era él quien la tenía perdida.

Thomas respiró hondo antes de decir algo más.

-Bueno...sólo vine a disculparme por lo de mi despacho...estuvo totalmente fuera de lugar...-dijo mirándola por un segundo-. Pero ya es hora de irme...-dijo a punto de comenzar a caminar. Caroline lo agarró del brazo y lo detuvo.

-Puedes quedarte...-le propuso ella-. Si quieres....-añadió temerosa de que Thomas rechazara su oferta.

Thomas retrocedió el paso y medio que había dado y se acercó a ella. Caroline estaba expectante, sin saber qué esperar. Thomas parecía tan enfadado ese día por lo de Jonas, la emboscada y todo lo demás...que no tenía ni idea de cuál sería su respuesta.

Fuera, en la calle, alguien los observaba. Ellos, totalmente sumergidos en aquel envolvente momento, ni se imaginaban que alguien pudiera estar observándolos a través de aquella ventana.

Thomas se acercó aún más a Carol, si es que eso era posible, y le pasó los dedos delicadamente por el lateral del rostro. Sus ojos no se dejaron de mirar en ningún momento. Caroline tenía el corazón a punto de salirsele del pecho, y Thomas continuaba acercándose. Rozó sus labios contra los de ella, y comenzó un cálido beso que Caroline no dudó en continuar.

Tras besarse, unieron sus frentes y permanecieron en esa posición durante algunos segundos.

-Creía que estarías enfadada conmigo...-susurró Thomas.
-Y lo estaba...pero como bien has dicho, me has salvado...-dijo ella.
-No...tú me has salvado a mí...-dijo Thomas sintiendo un vuelco en el corazón.

Sus frentes continuaban unidas y sus labios no tardaron en unirse nuevamente. Caroline estaba nerviosa. Se sentía como si fuera la primera vez que la besaban.

Se besaron muy despacio, disfrutando de cada momento, con cada latido de sus corazones. Thomas decidió aceptar la propuesta de Carol y ambos durmieron juntos aquella noche.

La persona que los observaba desde abajo tiró su colilla al suelo y se marchó de allí alterado por lo que acababa de presenciar...

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora