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Kagami estaba recorriendo el santuario de Atsuta con mucha suspicacia, intentando que nada se escapara de sus ojos. Ese era el segundo día que iba a templo y debía de ser el último ya que si no lo encontraba, tendría que ir a buscarlo al otro templo y si no se encontraba en el templo de Ise... ya no sabrían que hacer. Suspiro y apretó algo fuerte el refresco que tenía en manos y siguió caminando.

Miro el reloj por segunda vez, ya llevaba tres horas en ese lugar y nada, se sentó en una banca y se quedó mirando a lo lejos. Escucho como la señal del radio se encendía.

—Kagami-kun, ¿has encontrado algo? —pregunto Momoi algo cansada.

—No, aun no —dijo irritado.

—No te preocupas ya lo encontraras, Kagami-kun, solo es cuestión de algo de suerte —intento animar Momoi.

—Gracias por...—se quedó a media oración al sentir que lo miraban. Giro su cabeza para comprobar y se quedó como estatua al ver que una cabeza lo observaba. Era de piel blanca, ojos cafes y cabello castaño.

—¿Kagami-kun? —llamo Momoi.

La cabeza no se iba, lo seguí viendo de arriba a abajo, lo que provocó que Kagami soltara un fuerte grito y le diera un duro golpe, haciendo que esta se fuerza.

—¿Kagami-kun? —volvió a llamar la chica un poco más preocupada.

—Te dejo, Momoi —fue lo único que dijo antes de salir corriendo detrás de aquella cabeza.

Cuando vio que esta se metía dentro de una rendija chisto antes de mirar a todos lados y asegurarse que nadie lo estaba viendo —sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero tenía un presentimiento—. Abrió las rendijas y, para su suerte, sí entraba, así que, con algo de dificultad, entro cayendo al suelo levantando motitas de polvo que intento apartar con la mano. Miro a su alrededor y se dio cuenta que era como un pasadizo, no estaba tan oscuro, así que podía ver muy bien por donde iba. Comenzó a caminar todo derecho, luego doblo a la izquierda, volvió a doblar a la izquierda y cuando iba a volver a doblar se paró en seco al escuchar una fuerte voz.

—¿Qué alguien está buscando la kusanagi?

—Sí, señor —le contesto otra voz lentamente.

—Ja, sí logra vencerme podrá llevársela, cosa que no pasara —se burló.

—Entonces, ¿solo tengo que ganarte, no? —dijo Kagami con una sonrisa ególatra en su boca, la cual cambio a una de asco al ver la criatura que estaba frente a él.

Era un oni. Humanoide de piel morada, garras, cabeza con cabello greñudo color amarillo, no tenía ojos, orejas pequeñas, solo una enorme y gorda nariz velluda y boca grande que de este mostraba dientes filosos y amarillos que le escurría baba, vestía un taparrabos de piel de tigre; en su mano —que tenía siete dedos—, sostenía un enorme garrote de hierro. Kagami no pudo evitar sentir miedo antes la idea de ser golpeado por esa cosa. El oni inhalo aire.

—Delicioso —siseo mientras se pasaba su lengua por los labios y corría en dirección a la de Kagami que, aunque sorprendido, pudo esquivar el golpe del garrote.

El oni volvió a olfatear y sin esperar a que el pobre muchacho se recuperara le lanzo un golpe, que le dio en la pierna. Kagami sonto un lastimero grito mientras se alejaba del monstruo. Este sonrió al escuchar ese grito.

—Dolor —susurro con alegría.

Kagami invoco su tekko y teniendo cerca la enorme pierna cerca de su cara le enterró las garras en esta, haciendo que saliera un asqueroso liquido baboso color negro, junto a humo. El humanoide soltó un chillido antes de dejar caer el garrote cerca del cuerpo de Kagami que se levantó rápidamente y hecho a correr. El oni se quedó un rato parado olfateando el aire hasta que sonriendo bobamente salió detrás de Kagami, reduciendo la distancia rápidamente, comenzando a lanzar golpeas al azar, rompiendo todo a su paso. Kagami evitaba cada golpe con agilidad.

Su corazón latía rápidamente, sudor frio le recorría el cuerpo y su respiración era acelerada. Sentía los golpes tan cerca que hacía un esfuerzo descomunal para no gritar cada que le pasaban rozando alguna parte de su cuerpo. Tenía miedo. No quería morir, y menos ahora que sabía que los demás ya habían conseguido los demás objetos, ¿qué pasaría si él era el único que fallaba? No quería fallarles y más porque esto traería de vuelta a su compañero de equipo, su amigo, su sombra.

Doblo a la derecha y se topó con unas puertas de color rojo con vectores negros. Sin pensarlo la abrió, dejando al descubierto una sala vacía con piso de madera barnizada y paredes de piedra travertinos. Busco con la mirada alguna salida, pero se dio cuenta que la única era por la que había entrado. Gruño irritado y se quedó quieto mientras volteaba a ver al oni; el cual entro lentamente arrastrando el garrote como si se tratara de una bolsa de ropa sucia. Kagami lo observaba y pensó que, ¿cómo era posible que lo siguiera sí este no tenía ojos? Supuso que era por el sonido, así que se quedó muy quieto en su lugar, rogando con que este no se acercara a él. El humanoide inhalo tan hondo que se podría jurar que se llevo todo el aire de la habitación, salto una leve risa y corrió disparado en la dirección en la que estaba Kagami. Él, al ver acercarse esa cosa, se lanzó hacia un lado provocando que el oni se diera un muy fuerte golpe en la cabeza, desorientándolo completamente. Kagami maldijo en silencio, ¿cómo es que esa cosa supo dónde estaba?, entonces recordó que había olfateado antes de perseguirlo. Tus pies temblaran, pero con miedo no debes caminar porque él te puede olfatear. Recordó aquella advertencia, entonces, quitándose las gotas de sudor se levanto, inhalo y exhalo tantas veces hasta que se relajó. "Es como un partido de básquet" se dijo, "solo tienes que ganarle y ya", "no es tan temible como Akashi", al decir lo último no pudo evitar reír y sonreír.

El oni sacudió su cabeza y comenzó a olfatear el aire. Gruño fuertemente, ya que no sintió ese peculiar aroma a miedo que tanto desprendían los humanos al estar frente a él.

—¿Dónde estas sabandija? —gruño.

Pero no fue una respuesta lo que recibió sino tres cuchillas entrar en su costado izquierdo, provocando que volviera a salir ese líquido negro y humo junto con un desagradable olor. Este soltó un fuerte alarido antes de caer de rodillas al piso, pero Kagami no se sintió seguro con un solo golpe así que le propino otro en la cara y este cayo inconsciente al suelo. Kagami lo miro con la respiración agitada y dio media vuelta para salir de aquel cuarto antes de que cualquier cosa le pasara.

Kagami estaba enfrente de aquella puerta. Expirando un poco de aire abrió las puertas y se alegró al ver que la kusanagi estaba frente a sus ojos. La cuchilla estaba reluciente y filosa, el mango de un color hueso traía grabado la figura de una serpiente de ocho cabezas. Kagami, con mucho cuidado, la saco. Al tenerla en sus manos sintió que su cuerpo se calentaba, era una sensación agradable. Giro su cabeza y allí estaba su funda que era de cuero, la introdujo dentro y se dirigió a la salida.

Apretó el botón de su reloj y hablo.

—Momoi, encontré la kusanagi.

—¿¡En serio!? —Grito—. ¡Me alegro, Kagami, ahora en estos momentos te pido el avión!

—Muchas gracias, Momoi.

Muy pronto los objetos estarán reunidos...


...❤...

❥El oni que yo pongo en la historia no es como el original. El original si tiene ojos. La verdad no me guíe casi en nada del oni solo que son feos y malos jajaja!xD

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Kayrim

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