Un Sergio muy exitoso llega a Mónaco con la idea de trabajar allí por un corto tiempo, pero todo cambia cuando conoce a Max, quien en el primer encuentro cambia todos sus planes.
Se despertó con unos dedos dándole un masaje en el cuero cabelludo y un beso en el omóplato mientras dormía boca abajo en la cama.
— Bebé, despierta.
Esto es raro.
Era su primer aniversario y aunque Max había hecho algunas concesiones para ese día, no esperaba que el hombre se despertara antes que él.
Aun así, se dio vuelta sonriendo.
— Hola amor. Feliz aniversario.
— Feliz aniversario, lief.— Respondió el hombre y se inclinó para besarlo.
Sería un día maravilloso y Checo estaba emocionado. Era su día libre y Max le había dicho que ese día tendría la oportunidad de elegir cómo lo pasarían. El hombre dijo que había algunas condiciones y no le dio más detalles, diciéndole que se lo explicaría después. Pero aun así, iba a ser increíble.
— No puedo creer que te hayas despertado antes que yo.— Había dormido a su lado durante años y sabía que odiaba despertarse tan temprano, le gustaba pasar todo el tiempo que podía en la cama.
— Bueno, tenía que recibir el desayuno que pedí y poner la mesa.— Explicó Max.
Wow.
— Oh. Eso me sorprende. ¿Lo dices en serio?— El hombre asintió con orgullo.— Así que serás un amo de casa.
Max se rió y le dio una palmada en el pecho.
— Sí, ahora date una ducha para que podamos comer.
Él obedeció y se dio una rápida ducha en su enorme baño que tenía una gran vista al mar, emocionado de pasar el día con su esposo.
Cuando bajó las escaleras encontró la comida servida en el comedor y a Max dándole un poco de salmón a los bebés porque según el hombre ellos también iban a celebrar.
— ¿Así será cada año? Me gusta.— Dijo en broma, amando el papel de Max como amo de casa.
— No. Así que será mejor que lo disfrutes.— Contestó el hombre y se sentó a su lado en la mesa del comedor.
— ¿Me vas a decir qué tienes en mente?— Preguntó cuando Max empezó a comer, perdido en sus propios pensamientos pero con una sonrisa en su rostro.
