el níspero y su floripón

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cajita de información:
Casi 3500 palabras. omegaverse, alfa x alfa.
puede que haya un - en vez de —.
para mi  uwuchipha

Es primavera. las flores se han abierto y sus olores están profundamente guardados en la nariz totalmente sensitiva del joven alfa que portaba un uniforme de escuela, con su mochila en la espalda mientras sostiene en su mano la hoja de un níspero.

los nísperos suelen dar flores en otoño, pero este parecía un tanto especial. Tal vez quería mezclarse con la fauna del lugar, que a pesar de ser un gran pastizal, en el medio del terreno están las vías del tren. a sus costados abundan las flores: entre tantas destacan los pensamientos, floripondios y malvones, porque claro, eran flores que su preciado Wonbin solía traer de la florería que tenía su abuela, que ambos se ocuparon de darles su tiempo y ciudado, no importa dónde estuvieran creciendo en el lugar.

pero ese níspero rebelde se encontraba dándole florecitas blancas cuando deberían aparecer en otoño (casi invierno). le recordaba su naturaleza contradictoria, ser un alfa enamorado de otro de su misma jerarquía.

Ambos eran algo antinatural.

habían veces que Anton no veía a Wonbin, pero sabía que éste había estado presente porque los horarios que él volvía de la escuela, las plantas goteaban un poco de agua. Ese detalle, y otras cosas más, hacían que su corazón temblara de dulzura, además del recuerdo sensorial del aroma de mayor.

Suspiró y se tiró debajo del floripondio dejando de lado al níspero. miró hacía el cielo. la chapita de su uniforme le hacía picar, sin importarle cuando las nubes comenzaron a tomar formas simpáticas, algo que lo hacía reír. los suspiros de Anton eran soñadores; mágicos, y hasta perdidos mientras cerraba sus ojos. hasta que el cielo se tornó oscuro para sus párpados y en su nariz se encontró el delicioso avellana con chocolate, realizando a un Wonbin de cabellos largos y sus dientes delanteros tan lindos.

"¿cuánto daría de mi pobre bolsillo por tener una marca de esos dientes en mi cuello?" se preguntó a sí mismo, y su mano temblorosa se intentó elevar hacía el cuello del adverso, cuando se dió cuenta consciente de lo que hacía, sonrojándose y pasando esa mano por su rostro.

Wonbin sonrió animado. Venía en su bicicleta, que no le importó mucho, simplemente la tiró antes de posicionarse al lado de Anton, casi encima suyo, olfateando su glándula de olor con obviedad. Amaba como el durazno y la crema se mezclaba tan exquisito con el gin. Era fuerte, se sentía hasta seco en sus fosas nasales, pero dulce. Era hasta criminal el hecho de que su aroma sea tan empalagante, porque Anton olía exquisito cuando se acercaba de más.

El también lo quería.

Aunque ninguno se dijera nada, sus glándulas se confesaban entre disparadores. Wonbin tenía un intenso olor a chocolate negro; delataba su culpable gusto hacía la fruta y la crema, pero Anton no creía eso. Creía que sus aromas se chocaban territorialmente por la intensidad de su jerarquía. Wonbin solo estaba siendo territorial por su naturaleza abarcativa, y el olor que el americano largaba era un problema para su propio olfato, así que no era nada cerca de una confesión olorienta, sí.

—¿todo bien? —preguntó finalmente el alfa de olor chocolate, mirándolo con sus pupilas dilatadas y su respiración errática.

Anton sintió como su miembro se despertaba.

Necesitaba tenerlo encima frotándose como un gatito, mirándolo con esos ojos perdidos y oscuros. lo quería. quería ponerlo sumiso. Quería demostrarle que era el que mandaba. necesitaba dominarlo.

Pero cerró sus ojos y asintió.

—Lo está —contestó, tímido. con una sonrisa colgando de sus labios —unos meses más y podré deshacerme de éste tonto uniforme. quiero ingresar a la universidad...

el aroma ilícito | wonton.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora