Capítulo 1

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El vehículo de lujo de Naruto, una maravilla de ingeniería y diseño. Se detuvo con un zumbido apenas perceptible frente a la morada de Hinata. Esta era una casa desgastada y descolorida en un barrio de reputación cuestionable. La mirada de Naruto, brillante como dos fragmentos de cielo, recorrió las calles plagadas de grafitis, las casas en ruinas a punto de desmoronarse y la basura esparcida, revuelta por perros callejeros y gatos pulgosos. La curiosidad de los vecinos se despertó ante la presencia de un vehículo tan ostentoso en su humilde vecindario. Se asomaban por las ventanas y puertas, observándolo con una mezcla de interés, desconfianza y un sutil resentimiento.

Sintiendo la tensión del ambiente impregnarse en su piel como una capa invisible, Naruto se pasó las manos por la cara en un gesto de frustración. No estaba ahí para ser el centro de atención, sino para hablar con la madre de sus hijos. La idea de tener que discutir con Hinata le pesaba como una nube oscura que amenazaba con desatar una tormenta. Sabía que la noticia que le daría no sería bien recibida, pero era una conversación que debía tener, por muy incómoda que fuera.

Con un gesto de cautela, salió de su vehículo, sintiendo las miradas inquisitivas de los vecinos que se clavaban en él como agujas invisibles

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Con un gesto de cautela, salió de su vehículo, sintiendo las miradas inquisitivas de los vecinos que se clavaban en él como agujas invisibles. En particular, un individuo que captó su atención por sus tatuajes rojos en la cara y sus perros que más parecían lobos por su tamaño. Era definitivo, no quería que sus gemelos, Boruto y Himawari, crecieran en un entorno tan hostil. Al tocar la puerta blanca de la casa, la pintura descascarada manchó su mano, provocándole un gesto de disgusto. Sacó un pañuelo de su bolsillo para limpiarse, justo cuando la puerta se abrió de golpe, revelando a una Hinata apresurada. A pesar de la tensión de la situación, no pudo evitar notar cómo las miradas de los vecinos se desviaban hacia ella, añadiendo una capa adicional de incomodidad a la escena.

-¿Himawari y Boruto? - preguntó Hinata de inmediato, ignorando su saludo y mirando hacia su auto. - ¿Están en el auto?

-No. Están en la casa de mi madre - respondió Naruto, su voz firme.

-¿Por qué están en la casa de tu madre? Naruto, sabes perfectamente que los gemelos al salir del jardín de niños vienen a casa conmigo.

-De eso vengo a hablarte. ¿Puedo pasar? - preguntó Naruto, su rostro mostraba una mueca de disgusto que no intentó ocultar.

-Pasa - respondió Hinata con mala gana, dando un paso atrás para dejarlo entrar.

Naruto cruzó el umbral de la casa, su mirada evaluadora recorriendo cada rincón del interior con una expresión de desdén. A pesar del impecable orden y la pulcritud que Hinata mantenía en la casa, para él, parecía no ser suficiente. El color verde oliva de las paredes le resultaba más que desagradable, era repulsivo. El tono apagado parecía absorber la luz que se filtraba por las ventanas, sumiendo la habitación en una atmósfera opresiva y sombría. Cada vez que sus ojos se posaban en esas paredes, sentía una contracción en su interior, como si estuviera atrapado en un espacio desprovisto de vida y vitalidad. Era como si el color mismo le susurrara al oído, recordándole su alienación de ese lugar.

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