La canción de la distancia.

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Kyle estaba estudiando cuando su teléfono empezó a vibrar. Deseaba con todas sus fuerzas que fuese una llamada de Stan, y no pudo evitar decepcionarse al no reconocer el número.

Descolgó la llamada, y antes de que pudiera decir nada, Stan habló.

—Hola, Kyle —dice en voz baja.

—¡Stan! —exclama el pelirrojo aliviado— te he llamado y te he enviado varios mensajes, pero nunca tenías señal...

—Lo sé, lo siento.

—¿Qué ha pasado? —pregunta preocupado.

Stan intenta reunir el valor necesario.

—Mi teléfono se rompió.

—¿Qué? ¿cómo así?

—Fue... un accidente. Se me cayó.

—Entonces eso es todo, ¿no? Por eso no te comunicabas... pensé que te había ocurrido algo. Estos días no pude parar de pensar en ti, solo me tranquilizó saber que Cartman estuvo contigo ayer.

—Eso es todo, sí.

Kyle suspira sonoramente.

—Se que no te gusta que te lo diga, pero estaba muy preocupado por ti. Llevo estos dos días durmiendo con tu ropa, la que me dejaste este verano...

Stan, que estaba en el exterior de su universidad, se queda unos segundos en silencio mientras una lágrima recorre su mejilla derecha. Intentar parecer de hierro en una llamada telefónica era un poco más fácil, cuando la otra persona no puede mirarte a los ojos.

—Siento haberte preocupado, Kyle —responde finalmente— y también siento haber reaccionado así cuando me contaste lo de la tesis.

Kyle cierra los ojos con fuerza durante un segundo, culpable por cosas por las que no debería sentirse culpable. Pero no podía evitarlo, para él era evidente que su progresión en el mundo académico estaba tensionando su relación con Stan.

—Aún no he tomado una decisión... hay muchas cosas que tendría que meditar y valorar.

—¿Nuestra relación es una de ellas?

Kyle siente una punzada en el estómago.

—Stan... no vamos a romper nuestra relación, ¿vale? Si fuese así, ¿qué sentido tendría todo?

—Me siento como aquella vez que hablamos sobre mi beca en Virginia y la tuya en Londres... han pasado más de tres años, ¿cómo hemos podido acabar en el mismo punto?

—¿El mismo punto? —le pregunta Kyle sintiéndose dolido— ¿y qué hay de lo que hemos compartido durante este tiempo?

"Lo único bueno de estos años han sido los veranos" pensó Stan. Cuando tenían tres meses por delante para verse todos los días, en comparación con el resto del año, se sentía como una maravilla. Porque todo había valido la pena por llegar a esos momentos, pero luego llegaba septiembre... y todo volvía a comenzar.

—Tienes razón, lo siento —contesta Stan, desganado.

—No pareces convencido...

—Lo estoy, de verdad —insiste— es solo que... te echo muchísimo de menos.

—Yo también te echo de menos, Stan. Encontraré la manera de que cuando acabemos el curso se acabe también la distancia, no te preocupes.

Stan también comenzaba a sentirse culpable, sentía que estaba provocando que Kyle sopesara la opción de no seguir con sus sueños, por él.

—Tienes que tomar una decisión ya, ¿verdad?

—No, no —niega Kyle— realmente... tengo hasta después de las vacaciones de navidad.

Sueños Húmedos [2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora