Tucson.

161 19 4
                                    

[ARIZONA]

A finales de noviembre, Kenny vuelve de uno de sus tantos viajes desde South Park.

Se sube al autobús, y durante un largo trayecto desde el aeropuerto cierra sus ojos. No se deja dormir en ningún momento, pero desea con fuerzas que todo fuese más fácil de lo que realmente es. En tan solo dos semanas volverá a "casa" por las vacaciones de navidad, aunque ahora se sentía más vacía que nunca.

Aún trata de escoger entre sentirse miserable o aliviado. Hay días, que siente un poco de todo. Por ahora, tramitar la mudanza de Karen con él era su prioridad, así que al mantenerse ocupado era más fácil ignorar esa mezcla de sentimientos.

Cuando el autobús para en su zona, se baja con la única mochila que llevaba. Al caminar por las calles de Tucson siente las piernas pesadas, como si no quisiera volver al departamento que rentaban en pareja desde hacía tres años.

Era el que menos sufría las épocas frías. Aunque en los meses de invierno la temperatura por la madrugada podía bajar hasta 3 grados, el resto del año los días solían ser cálidos, e incluso demasiado en verano. Razón por la que también volvía en dicha época a South Park. En las vacaciones, el propietario del departamento solía usarlo para evitar que alguien entrase.

Kenny llega a su edificio, entra en el portal y le embriaga el aroma a los productos de limpieza perfumados que sus vecinas de la planta baja solían usar para mantener las escaleras limpias. El rubio siempre las saludaba y a menudo solía quedarse hablando con ellas.

Sube las escaleras y se detiene durante unos segundos antes de abrirla. Al entrar a su departamento siente un pequeño calambre en el estómago; nunca lo había visto tan vacío. A decir verdad, hasta ahora no se había dado cuenta de la pequeña cantidad de cosas que tenía en comparación con Butters. Suponía que era cosa de tener que ahorrar todo el dinero que podía.

Todo lo que tenía que estar dentro de cajas, lo estaba. Todas estaban apiladas en medio del salón. Butters estaba sentado delante de ellas, en el suelo.

—Siento no haberte podido ayudar —le dice Kenny sentándose en una de las sillas que usaban como sofá.

—Te dije que podía hacerlo yo solo... —le responde Butters— ¿qué tal con tu madre?

—Mejor que la última vez. Al menos ahora ya no quiere matarme por llevarme a "su niñita".

Butters hace un gesto de lástima. Tenía una gran tendencia a empatizar con la familia de Kenny porque los veía como a unos pobres desgraciados víctimas de sus circunstancias. Pero intentaba no decírselo porque sabía que enojaba a Kenny.

—Entonces... ¿ya no vivirás con ella? ¿nunca?

Kenny suspira algo molesto.

—No, por ahora. Ella ya sabe cuál es la única condición. Puedo ayudarla a buscar trabajo, enviarle dinero para comida... pero no quiero que viva con Karen. Ni con Kevin. No hasta que este limpia de drogas.

Los planes de Kenny no solo incluían a su hermana viviendo bajo su tutela, sino que también pensaba sacar a su hermano cuanto antes de la cárcel e insistir en que se mudara con ellos. Los tres vivirían juntos, en Arizona, y tanto él como Kenny trabajarían y así Karen podría ir a la universidad, y tener las mismas oportunidades que cualquier otra niña del pueblo del que provienen.

—Sigo sin entender por qué te quedas aquí —le dice Butters.

—Porque mi trabajo está aquí.

—Me refiero a que... podrías buscar trabajo en cualquier otro sitio, ¿por qué quedarte en Tucson?

Sueños Húmedos [2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora