Una noche mágica

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ChanYeol sabía muy bien lo que tenía que hacer. No se había preparado todo ese tiempo por nada, había hablado con sus amigos, sus abuelos, sus padres, incluso con el señor que atendía la tienda frente a su casa. ¡Los cientos de tutoriales que había encontrado en internet para realizar todo a la perfección también darían sus frutos!

El pequeño niño de cabello oscuro y ojos soñadores, se quitó los lentes para observar su reflejo en el espejo de su habitación. Un rostro de niño de siete años con mejillas regordetas le devolvió la mirada. Sonrió para enseñar los dientes y así poder inspeccionar la pequeña abertura que había entre ellos. ¡Se le había caído otro diente!

—Me parezco al abuelo cuando se quita los dientes antes de ir a dormir —susurró antes de soltar una corta risita.

Se alejó del espejo y se acercó a su mesita de noche, allí descansaba su pequeño diente de leche. Se agachó para mirarlo de cerca.

—Hoy te irás con el hada de los dientes.

Y dicho esto apartó las mantas que cubrían su cama, tomó su diente de leche y lo guardó debajo de la almohada. Solo le bastaron unos pocos minutos más para acostarse y quedarse completamente dormido.

Unas cuantas horas después, en mitad de la noche, el pequeño BaekHyun apareció en la habitación de ChanYeol envuelto en una nube de estrellas multicolores. Tuvo que apretarse la nariz con sus dedos para evitar estornudar, el polvo de hada siempre le daba alergia.

—Agh. Si lo despierto estaré perdido —susurró mientras se sacudía los restos de polvo que le habían quedado en sus ropas, alas y cabello.

Era la primera vez que iba al mundo de los humanos sin supervisión. Muchas veces había acompañado a su madre en sus misiones de recolección de dientes, pero luego de que ella lo regañara por no lavarse bien sus dientes y le dijera que no podría acompañarla más, decidió escaparse. ¡Amaba el mundo de los humanos! ¿Cómo es que ella podía ser tan cruel? Por eso, cuando tomó sin permiso una de las órdenes de recolección y una bolsita de polvo de estrellas, trató de ser lo más sigiloso posible. ¡Nadie debía descubrirlo!

Con cautela, acortó la distancia que le separaban del humano que dormía tranquilo en su cama. El trabajo era sencillo, solo debía tomar el diente bajo la almohada, examinarlo con su lupa especial para verificar que no estuviera cariado y dejar una bonita moneda dorada en su reemplazo. Pan comido. Sin embargo, no contaba en absoluto con la idea de que ese pequeño humano, en realidad, no estaba durmiendo y que se había dado cuenta de su presencia en cuanto escuchó todo el ruido que había hecho al llegar.

BaekHyun se inclinó un poco y metió su mano derecha por debajo de la almohada donde descansaba la cabeza de ChanYeol, y tal fue su espanto cuando se percató que el niño lo miraba asombrado y con los ojos muy abiertos, que cayó de espaldas al suelo.

El ruido asustó al más alto de los dos niños, que se levantó de la cama de un salto y agitó sus manos frente al rostro del niño alado.

—Shhhh, no te alarmes. ¡No voy a hacerte daño! Por favor, no grites. —Yeol no podía contener su emoción, pero tampoco quería que esa criatura tan maravillosa se fuera volando de allí.

BaekHyun no emitía ningún sonido, solo se arrastraba hacia atrás con sus manos apoyadas en el suelo y los ojos desorbitados. Tenía demasiado miedo, no quería que ese gigante le arrancara sus hermosas alas por pura curiosidad. Ya sabía lo malvado que podía ser el mundo de los humanos si no se tenía precaución.

ChanYeol no sabía qué hacer para calmar a ese bonito niño de cabello castaño claro y unos hermosos ojos color miel, hacía tiempo que quería volver a dar con él cuando, por accidente, lo había visto una noche que el hada de los dientes fue a recolectar un diente de su hermana mayor. Por eso, recolectó toda la información posible para poder volver a verle. Nunca se imaginó que tendría tanta suerte.

Se sentó en el suelo y cruzó sus piernas. Le tomó unos minutos el poder ordenar sus pensamientos y así no seguir asustando a su visitante. Estiró su mano hacia el castaño y le enseñó su propio diente.

—Toma, sé que viniste a buscar esto. No voy a hacerte daño, solo quiero hablar contigo.

BaekHyun, un poco más tranquilo, pero desconfiado lo miraba por el rabillo de los ojos.

—¿Cómo sé que no vas a arrancarme mis preciadas alas? —preguntó con un hilo de voz.

El corazón de Yeol galopó dentro de su pecho, feliz. Mordió su labio inferior por un momento.

—Jamás haría algo como eso. Te lo prometo. —Y con su mano libre alzo su dedo meñique en gesto de promesa—. Que se me caiga todo el cabello ahora mismo si estoy mintiendo.

BaekHyun rio por sus palabras y esa fue la señal que estaba buscando Yeol para hacer la pregunta que tanto deseaba que le respondiera.

—Me llamo ChanYeol, ¿y tú? —Apoyó el diente en el suelo, para que el niño hada se anime a tomarlo.

El más bajito relajó su postura, miró el diente en el suelo y con un rápido movimiento lo tomó entre sus dedos. Sacó una pequeña lupa de entre sus ropas y observó con detenimiento el diente de Yeol. Al notar que no tenía ninguna carie, sonrió un poco avergonzado y guardó su lupa especial.

—Me llamo BaekHyun, pero puedes decirme BaekHyunnie.

Una noche mágica (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora