Helia golpea a Riven

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— Si me disculpan, debo de practicar. — Se adentra un poco más en el bosque, sin molestarse en recibir respuesta. — Esto es irritante.

— ¿De nuevo sufriendo por ese imbécil? — La ve desde donde está. — ¿Por qué soportas tanto Flora?

— Oh, eres tú Riven. —Suspira ni bien reconoce la voz. — ¿Por qué lo dices? Si Helia no ha hecho nada malo o que me perjudique.  — Trata de infundirle magia al latigo.

— Tu mayor error será seguir en negación tonta. — Toma unos frutos caídos y se acerca. — A veces no todo lo bonito dura para siempre Flora.

— ¿Hablas por lo que pasó con Musa? —Hace espacio para él. —Debes de admitir que fue tú culpa principalmente.

—No del todo y lo sabés. —Le entrega una de las frutas. — Al ser el guardián de Belinda, he ido a muchos lugares y también me he enterado de ciertos asuntos. — La ve de lado serio.

—Sí vas a decirlo, solo hazlo. — Toma la fruta con curiosidad.

— ¿Estabas al tanto de que están buscandole un compromiso a la princesa de tu reino? — Le tiembla un poco el entre cejo.

— ¿Y eso en qué me afecta exactamente? — Prueba la fruta, sintiendo algo diferente.

— Te afecta porque tu querido Helia es uno de los candidatos a prometido. — Frunce más el ceño. — Y cómo tu amigo, debo de ponerte al tanto de la situación.

— ¿Qué haz dicho? — Lo voltea a ver sorprendida.

— Lo qué escuchaste Flora. — Mira al horizonte.

— Pero sí... Helia no me ha comentado nada. — Siente su pecho oprimido.

— Y no creo que lo haga, ya que da por sentado tu amor y cree que no le eligiran. — Escucha un sollozo.  — ¿Flora? — Fastidiado intenta consolarla.

Aunque Riven no se arrepentía de haberle contado de sopeton las cosas, todavía le fastidiaba ver a una mujer llorar, por ello aún si no sabe como hacerlo trato de aliviar el dolor de su amiga con unas pequeñas palmadas en la cabeza. Ese era el plan, pero cuando estuvo por hacerlo, cambio de posición sus manos a las de defensa, deteniendo un golpe que venía directo a su cara. Flora que se vió protegida por Riven, se le atasco el aire al visualizar a Helia con un rostro que nunca había visto, seguir golpeando a Riven sin éxito porque este detenía todos los golpes. Sintiendo el miedo recorriendo su cuerpo, deseo con todas sus fuerzas irse de ahí, lo que desencadeno en que el árbol detrás de ella la alejara de ambos hombres con sus ramas, por unos minutos tuvo el control total sobre su entorno. Mientras que veía como Helia parecía estarle reclamando algo a Riven, pensando en lo que Armin mencionó durante la clase, trato de tener una conexión más profunda con con la naturaleza, en su mente vio el panorama de otra manera, era como ver blancas pinceladas en un fondo negro y de debajo de cada dibujo de árboles, plantas, hierbas y flores, salen ramificaciones de colores vibrantes llenos de vida que llegan hasta su persona, al tratar de llegar a ellas siente un inmenso dolor en su pecho que la obliga a salir de ese estado. Casi siente que desfallece ahí mismo, pero algo la sostuvo.

— Con qué esto es lo que le preocupaba a Lucían. — Mueve más aire para sostenerla. — Haz sobrepasado tus límites.

— ¿Lu? — Ve a la chica confundida. — Qué...

— Sí Lucían no me hubiera puesto al tanto, no se que hubiera sucedido contigo. — Crea una pequeña esfera con su poder. — Recuerda que apenas eres una novata. — Acerca la esfera al cuerpo de la chica. — Al menos mi magia resuena en armonía con la de Lucían, si no sería un completo caos.

— Se más delicada Lu. — La despeina un poco. — Solo necesita más oxigeno en su sangre. — Baja a dónde están esos dos peleando. — Riven, si pierdes el honor de Belinda estará en juego.

— ¡No me recuerdes algo que ya sé! — Pelea con más fuerza. — Yo no perdere y menos contra un imbécil como esté. — Le da una patada en toda la cara.

— ¡¡Riven!! — Se le tira encima tratando de golpearle de nuevo. — No te acerques a Flora de nuevo.

— Si a ella no le molesta ¿Por qué debería de hacerte caso? — Se limpia la sangre de su labio. — Además si tanto la amas, porque no le contaste sobre ese asunto.

— Deja de meterle tonterías en la cabeza, yo si la amo. — Por un minuto, ve con furia al tipo que los observaba, minuto que  Riven aprovecho dejándolo fuera de combate.

— Cómo pareja deben de contarse todo para que no haya inseguridad y más con temas así. — Le pisa la mano. — Así que no vengas a hacerte la víctima ahora Helia.

— Riven. — Llama su atención. — Llevatela.

— Tks, sí no fuera porque Belinda me advirtió sobre ustedes, no obedecería tan fácilmente. — Va donde su amiga. — ¿Qué le sucedió?

— Sobrepasó su límite de Numen. — Le observa. — Sí no fuera por la fruta que le diste, bueno pues sería riesgoso.

— La llevaré con Belinda. — Se retira con sigilo.

— Yo vigilare a los demás. — Se retira también de forma imperceptible.

— Señor Helia, acompañeme. — Chasquea los dedos al ver que no se mueve. — Fue una orden no un pedido cualquiera. — Va caminando por delante suya.

— ¿Eres un mago oscuro? — Pregunta con cierta dificultad. — Por usar magia ocura cerras llevado ante la ley.

— Sí tan solo fuera magia negra. — Van por los pasillos. — Pero para tu mala suerte solo es mi habilidad natural, puedo controlarte solo porque hay líquido en tu cuerpo. — Abre la puerta después de tocarla. — Directora Faragonda hubo un problema en mi clase.

— Armin. — Le voltea a ver.

— Se sorprende al verle. — Saludos madre

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《 Inmarcesible 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora