Destellos de Amor: El Encuentro de las Almas (Danmachi OVA Bell x Ais)

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En lo más profundo del campo, rodeado de exuberantes bosques y suaves colinas, se encuentra el pintoresco pueblo de Rivendel. Con sus calles empedradas y casas de estilo rústico, este lugar rezuma un encanto que parece sacado de un cuento de hadas. Las flores silvestres adornan cada esquina, añadiendo pinceladas de color a la serenidad del entorno.

En el centro del pueblo, se alza majestuosa una pequeña iglesia con un campanario antiguo que marca el paso del tiempo con su suave tañido. Los habitantes del pueblo se reúnen allí cada domingo para compartir sus alegrías y preocupaciones, encontrando consuelo en la comunidad que han formado juntos.

Los campos circundantes están salpicados de granjas y huertos, donde los lugareños cultivan sus propios alimentos con amor y dedicación. El aire está lleno del dulce aroma de las flores y el frescor del campo, creando un ambiente tranquilo y relajante que invita a la contemplación y la reflexión.

En medio de este idílico escenario, se encuentra Bell, es un tierno niño Con su cabello blanco como la nieve y sus ojos rojos llenos de sueños y determinación, Bell se destaca entre la multitud como un niño amable y alegre, aunque sea de corta edad siempre anda con una tierna sonrisa en su rostro. 

las personas de el lugar le tenia cierto aprecio, no solo a el si no que también a su pequeña amiga, ella era Aiz, una joven de pelo y ojos dorados, que vivía a unas 5 casas de la de Bell. ellos dos eran muy cercanos pese a que Aiz era un año mayor que Bell. 

Bell, un niño de cinco años con ojos llenos de curiosidad y un corazón valiente, se despertó con una sonrisa en el rostro, emocionado por lo que el día le deparaba.

Bajando las escaleras de su hogar, Bell se encontró con Aiz, una niña de siete años. Juntos, se dirigieron hacia el centro del pueblo, donde el bullicio de la mañana comenzaba a cobrar vida.

Decididos a explorar cada rincón de Rivendel, Bell y Aiz se aventuraron por las calles empedradas, deteniéndose de vez en cuando para admirar las flores que adornaban los jardines. Con risas y charlas animadas, descubrieron secretos escondidos en cada esquina y compartieron historias de valientes héroes y poderosos monstruos.

El día los llevó a la plaza del pueblo, donde un mercado estaba en pleno apogeo. Bell y Aiz se mezclaron entre los vendedores ambulantes, maravillados por las golosinas y juguetes que se exhibían en los puestos. Juntos, probaron dulces recién horneados y se deleitaron con las delicias locales, compartiendo risas y sonrisas mientras el sol calentaba sus rostros.

Después de llenar sus bolsillos con tesoros del mercado, Bell y Aiz se dirigieron al campo cercano, donde el río fluía suavemente entre los árboles. Con risas juguetonas, se quitaron los zapatos y se sumergieron los pies en el fresco agua, dejando que las corrientes los llevaran en un suave vaivén. Juntos, construyeron castillos de arena en la orilla y se contaron historias de valentía y aventura mientras el día pasaba.

- Oye Aiz, ¿No crees que los héroes son geniales? - 

- Mmh?, si, ¿Por qué preguntas? -

- Es que últimamente mi abuelo me ha estado contado mas historias - Bell se empezaba a sonrojar

- Entiendo a que te refieres Bell. Mi padre antes de acostarme siempre me cuenta alguna de sus historias de cuando estaba en Orario, sus historias son increíbles, y lo mejor es que allí adentro conoció a mi madre, fue en una misión impuesta por un Dios, Mi padre la salvo de ser aplastada, y al verse a los ojos sintieron una conexión, como si sus almas se conocieran de hace años y finalmente se encontraron - Los ojos de Aiz brillaron con mas fuerza y su sonrisa había aumentado en tamaño.

- Sabes, me gustan tus ojos cuando hablas acerca de como conocieron tus padres, encuentro que te ves muy linda -

Aiz al escuchar lo que había dicho Bell, comenzó a ruborizarse -No digas esas cosas, mejor continua con lo que me querías decir -