4. SEMPER FI

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"Tu crees que el tiempo cura
y que las paredes tapan, y no es verdad."
— Federico García Lorca

Otro día siendo despertado por el maldito examinador, que a parte del pelinegro este también le perturbaba el sueño.

Al intentar sentarse en su cama una vez despierto, sintió que no podía mover ni un solo dedo, su cuerpo entero estaba paralizado del daño que había recibido ayer, ya no era excitante para Gustabo, estaba comenzando a preocupar.

Miró al examinador con cierta vergüenza al ver que le habían salido nuevas marcas y que seguramente iba a ser preguntado por ellas. Dicho y hecho.

¿Se puede saber a qué se debe?— Señaló sus moretones sin piedad alguna, preparando la pastilla mientras hablaba.

La ducha que tomé ayer... me resbalé, un tropiezo tonto.— Pensó rápidamente Gustabo, abriendo la boca y haciendo el mismo paripé de siempre.

El examinador salió de la sala con el mismo suspiro que ayer, tirando una diferente barrita de proteínas, ahora junto a un plátano.

¿Cómo cojones seguiría inventándose excusas? ¿Y si va a mucho más que simples moretones?

Una alarma resonó en el centro: era hora del gimnasio para ciertos pacientes, uno de ellos siendo Gustabo.

Cogió la ropa encomendada y se dirigió para la gran sala de deportes. Había poca gente, así que siguió su rutina habitual, sin molestar a nadie pero sintiéndose observado continuamente. Alzó la mirada y vio que un hombre semi-rapado le observaba de vez en cuando.
Gustabo siguió con lo suyo, hasta que fue interrumpido por una mujer: Castro.

Necesito hablar contigo, sígueme.— Comandó la pelirroja, guiando a García por los largos pasillos del centro, él solo seguía como perro fiel.

Llegaron a una pequeña oficina, supuestamente de Castro, intuyéndolo por una pequeña placa con su apellido.

¿Como te van las pastillas de momento Gustabo?— Preguntó, preocupada.

Todo bien, todo controlado.— Obviamente mintió, bueno, en lo de todo controlado no, estaba todo bajo control, pero esas pastillas no estaban siendo consumidas. —¿Solo eso, doctora?—

Me han avisado de que han aparecido heridas en tu cuerpo que no saben el origen certero.

Bueno, a ver...- — Antes de poder inventarse cualquier mierda, Castro le interrumpió.

Gustabo, sé que estás recibiendo visitas, controlo este centro. — Advirtió la pelirroja, mirándole fijamente y viendo como la cara del rubio enrojecía en vergüenza.

Yo le he permitido que venga. Pero si se pasa de la raya, avísame, sabes que Conway... bueno, es Conway, al fin y al cabo. — Trató de reír su broma débilmente, ya que tenía cierta verdad.

Está bien Castro, me siento más fuerte desde que "los otros" han parado de vigilarme y ha llegado Jack en su puesto. — Tranquilizó el rubio.

No lo dirás por decir, ¿Verdad? Bueno, de todos modos, avísame de cualquier acto fuera de lugar de parte de Conway, sus intenciones no suelen ser lo que aparentan.

30 Entrenamientos. [INTENABO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora