Recuerdos

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Creo que nunca en todos mi años de vida he reaccionado de esta forma, y he acabado escapando. Bueno, sí, una vez. Pero era muy pequeña para poder recordarlo con claridad, o simplemente que se me pase por la cabeza. Debería de tener en ese entonces once años, y sinceramente, una parte de mí agradece que nunca más me haya pasado esto.

Que nunca tuviera que recordarlo.

Muy inocente.

Muy pequeña.

Demasiado débil como para aguantarlo.

Demasiado...

Encuentro un sitio para poder pasar desapercibida, donde nadie pueda encontrarme en mucho tiempo. Ni Katniss, ni mi padre, ni Peeta... nadie. Donde puedo estar sola, donde por fin soy capaz de cerrar los ojos y escuchar solamente mi respiración agitada junto con los latidos acelerados de mi corazón, los cuales rebotan en mi mente y me producen un dolor de cabeza exuberante. Y creo que me quedo dormida.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, me doy cuenta de que no me encuentro en el mismo lugar, y todo mi alrededor se mueve hasta que, finalmente, me doy levantado. Aquí, justamente aquí, es mi imagen la que encuentro reflejada en el espejo sucio y con pequeños estallidos que está enfrente mía, pero pronto me doy cuenta de que algo no está bien. Porque no soy la misma yo la que llega a mis ojos, sino cuando era más joven.

Mucho más que ahora. Me asusto de inmediato, pero no soy capaz de gritar, simplemente me quedo estática, observándome al detalle, pero ante todo, con el cuerpo temblando.

No mediré más de un metro y poco, casi la mitad de lo actual. Mi moreno aumenta gracias a la leve amarillenta luz del sol que atraviesa el pequeño ventanal de lo que mi memoria cataloga como mi cuarto de hace años, muy distinto al actual. Trago duro mientras observo mi preocupación en esos ojos azules mar, los cuales son grandes y brillantes. Mi pelo marrón oscuro ahora es corto, casi sin llegar a mis hombros, y parece ser recientemente cortado, con un pequeño lacito verde oscuro que sostiene una pequeña trenza de lado, una que no recoge ni la mitad de mi pelo, dejándolo caer. Pero lo que consigue que todo mi temor se apodere de mí, es cuando observo el vestidito que llevo encima.

Verde oscuro. Como el bosque. No me lleva más allá de las rodillas, pudiendo ver mis finas piernas sin músculo alguno a causa de la poca alimentación. Estoy en los huesos, como todos aquí, en la Veta.

Y este no es cualquier día. Ya me gustaría que sí lo fuera, pero, por mala suerte, nadie aquí se vestiría tan bien (dentro de nuestras posibilidades) para un día normal.

Sólo quiero despertarme de este sueño o lo que sea.

Quiero despertarme ya.

- Vamos ratoncita, no puedes llegar tarde.

Me asusto al escuchar la voz de mi padre desde el piso inferior. Mi labio inferior tiembla con potencia, y creo que prefiero ahora mismo salir corriendo de aquí. ¿No dicen que cuando quieres salir de una pesadilla, hay que suicidarse? Bien, entonces... ¿dónde está la ventana?

- Mira que linda la baquita.

Me doy cuenta de que se trata de mi hermano, el cual también es más pequeño, diminuto y esquelético, al contrario que actualmente. Se encuentra apoyado en el marco de la puerta, con una ceja elevada y los brazos cruzados. Su pelo oscuro está engominado hacia uno de los lados, como bien lo recuerdo, con esa camisa blanca que le queda más grande de lo que creía ese día, y unos pantalones cortos que dejan ver las múltiples heridas en sus rodillas y el resto de la piel, junto con cada hueso de este.

- Ya has escuchado a padre, nos vamos. - dice, separándose de la puerta para entrar hacia el interior.

Tengo que admitir que mis pies caminaron hacia atrás, y es normal. Este es el sueño que no necesitaba, que nunca pensé que recordaría y ahora, en un momento parecido, está detonándose en mi imaginación.

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora