¡Tilin! ¡Tilin! ¡Tilin!

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En momento como estos era cuando Charlotte menos extrañaba a su madre, no se confundan, Charlotte amaba, ama a su madre, pero vivir, mejor dicho, sobrevivir el día del estreno de algunas de sus obras junto a ella, era toda una hazaña. Su padre y ella pasaban todo el día anterior planeando su accionar. "Yo me voy encargo de ella por la mañana y a la tarde tu. Y nos vemos en el teatro" le dijo el hombre el día anterior al estreno de Wicked. "¿Por qué me toca la peor parte? Se supone que tú eres su esposo... ¿En las buenas y en las malas dicen no? Bien que te gusta ir con ella por la alfombra roja después y saludar a las cámaras con cara de bobo" Contestó una adolescente Charlotte. Los dos sabían que las mañanas eran más llevaderas porque su madre se entretenía vocalizando o eligiendo su vestuario o se perdía en largas charlas con el director de la obra. Pero las tardes, esas malditas cuatro o cinco horas antes de ir para el teatro era terroríficas, tan terroríficas que apenas algunos de los dos escuchaban "¡MACARIO!" o "¡CHARLOTTE!" se convertía inmediatamente en un partido de rugby padre versus hija para ver quien salía primero por la puerta. Charlotte prefería estar jugando a las escondidas con Freddy Kruger, Jason y Scream antes que volver a sentir esos temblores que le ocasionaban los gritos de su madre.

Hablando de películas de terror, ¿Vieron que dicen que las segundas partes nunca son buenas? Bueno en este caso no era cierto. La película de terror se repetía y podía ser fácilmente titulada como "La Masacre de Charlotte II" y puedo asegurar que esta segunda parte estaba siendo mucho más violenta, mucho más sangrienta, mucho más terrorífica que la primera. Porque si había algo peor que convivir con Guadalupe Austin el día de estreno, era convivir con toda la familia Waraha y la familia Sarocha el día del casamiento de Freen. Y Charlotte lo supo, lo supo desde el momento en que su adorada novia, con su mirada fatal, con su poderosa sonrisa y con su perfecto trasero, entró con el vestido de novia de Freen en mano y le dijo "Amor mañana vienen Freen y su familia a cambiarse aquí". Y cuando esa mañana, la morena llegó de su trote matutino y vio a Freen, Clara, Ruth, Eva, Lucia, su hija y su novia corriendo por todo el departamento no pudo evitar escuchar la risa de su padre y su voz diciendo "Esta vez te tocan las mañanas y las tardes muajajaja y encima son cinco mujeres más muajajaja" Por si fuera poco la situación se agravó cuando vio sentados cómodamente en su sillón a León, Mike y a Mateo, el esposo de la hermana de Engfa, que desde que se lo habían presentado, no le caía del todo bien a la deportista. Pero, como bien su novia le había resaltado, últimamente a Charlotte no le caía bien nadie que se acercara a más de dos centímetros de Engfa. Y no va el tal Mateo este y abraza a la fotógrafa como si tuviera el derecho de siquiera respirar el perfume de su novia, definitivamente entra en la lista de los "me cae mal" de la morena.

"La masacre de Charlotte II" comenzó con una lectura de la abuela de la latina, Ruth, acerca de lo inapropiado, de lo inadecuado, de lo terrible, de lo espantoso que había sido el comportamiento de la basquetbolista una vez dictaminado el fallo de la, ahora disuelta, JPDE. ¿Acaso era culpa de Charlotte que ellos eligieran pasar tres horas afuera del departamento solo porque Engfa estaba repitiendo constantemente palabras como "DIOS MIO CHARLOTTE" "MAS, MAS, MAS" "MIERDA" "AHORA CON LA BOCA" y algún que otro gemido o pequeño grito? ¿Acaso era culpa de la deportista que su novia estuviera usando una toga y que ella no pudiera evitar querer arrancársela con los dientes? Claaaaro pero mejor echarle la culpa a Charlotte ¿No? Una Charlotte que si, en el momento en que Ruth le estaba hablando, hubiera estado encadenada por los pies como en la película SAW, sin dudarlo ya hubiera serruchado su pierna y escapado de la matriarca de la familia Sarocha saltando en un pie. Estaba segura que si moría desangrada iba a sufrir menos.

Cuando por fin Charlotte pudo convencer a Ruth de que ese comportamiento "inapropiado" no se iba a repetir más, "si claro" río la morena para sus adentros, la mujer la dejó tranquila. Pero con lo que Charlotte no contaba era con que al igual que la "encantadora" abuela, el resto de las mujeres parecían sacadas del cementerio de animales ese, donde supuestamente los enterrabas y volvían a la vida, pero como seres malévolos dispuestos a todo. La estaban volviendo tan loca que, si la deportista hubiera encontrado un hacha por alguna parte de la casa, estaba cien por ciento segura que se hubiera convertido en el personaje de Jack Nicholson en "el resplandor" y las estaría persiguiendo a todas gritando "no les quiero hacer daño, solo quiero arrancarle los sesos" en alusión a una de las grandes líneas que tenía Jack en esa película. Pero como el hacha no apareció y como a su querido futuro suegro, no se le ocurrió mejor idea que decirle a Freen que tenía un poco hinchado los ojos, ahora la basquetbolista, la estrella de Liberty, la mujer que hace gritar a miles de fanáticos por partido, en vez de estar degollando cabezas estaba comprando pepinos en una tienda de las calles de Manhattan

Cuando, Donde y Como el Amor Quiera ❧ EnglotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora