Capitulo 1: Alexander, el tipo nuevo

126 6 3
                                    

Ese dia me dormi.

Habia pasado toda la puta noche pensando que podía escribir, había cambiado de ciudad, no conocía a nadie, solo tenia mi pequeño cuaderno casi vacio solo con un trozo de línea donde decía "hola, mi nombre es Alexander", había que admitirlo, los 17 años de mi vida no eran nada digno de contar. Llegue tarde a la escuela, me hicieron presentarme en el grupo, que experiencia mas mierda joder, todos esos rostros fingiendo que les interesaba un poco saber quien era el nuevo me daba una rara sensación de que no era necesario alli. Me sente junto a un tipo, no es muy agradable sentarse solo, su nombre era Hernando, buen sujeto, siempre tenia algo que decir lo cual solia animar un poco mis mañanas, no era muy atento, el primer dia de clases después de presentarme me volvió a preguntar mi nombre, no me intereso mucho en cambio me parecio simpático, ese podía ser el comienzo de una buena sociedad.

Paso un poco mas de una semana y ya hablábamos de frente gran parte del tiempo, Nando era un tipo muy alegre, podía estar de lo peor y ya me alegraba cuando se reia de las estupideces que el mismo decía, siempre lograba ver el lado amable a todo de una forma muy particular. 12 de abril, el cumpleaños de Nando, odiaba las fiestas, pero tenia motivo para al menos visitarlo, era mi amigo... el primero que me extendió la mano amiga, no me costaba nada ir e invitarlo a algún lugar. Iba llegando a su casa, sentí algo raro había demasiado silencio... ese silencio que sientes cuando caminas solo de noche siendo un niño pequeño, casi salto cuando mi celular suena, era Nando, me parecio bastante raro, no sonaba tan animado como de costumbre, pero lo mas raro fue cuando lo oi decir <<Se que estas afuera de mi casa... lo siento, pero regresa, no quiero visitas hoy>>... fue una sensación tan extraña, no pregunte nada, solo obedeci pensando que pudo haber pasado.

El fin de semana fue probablemente el mas largo de toda mi vida, no veía la hora de ver a Nando otra vez y preguntarle que había pasado ese dia. Mas tarde llego al salón cargando su mochila sonriendo con normalidad -¿Qué te paso?- le pregunte casi con un tono de deseperacion, sin embargo supe ocultarlo a tiempo. Nando, mirándome con tranquilidad se sento junto a mi y respondio, -si es por lo de ese día... no es nada, estaba... enfermo. Obviamente dude un poco, pero al final asentí en silencio finjiendo que no importaba.

Paso mas o menos una semana y media cuando ocurrio lo que nunca espere, Nando, ojeroso, decaído, casi no hablaba, solo dejo una nota la cual decía en ella <<Alex... dudo mucho tener a alguien mas confiable... necesito decirte algo, hoy ve a mi casa, porfavor no hagas preguntas>>... fue bastante raro, Nando no era asi, sin embargo tenia que saber que pasaba y fui esa misma tarde a su casa. La puerta estaba abierta, asi que entre, no se oia una sola alma, segui caminando viendo si podía encontrarlo. Mientras paseaba por la casa oi una especie de rasqueteo, abri la puerta con curiosidad, el raton que salio corriendo fue lo mas sano que vi en cuanto mire dentro de la habitación dos cuerpos humanos ferozmente asesinados, cortes en todas partes, la sangre podía verse en cada rincón y yo... yo no podía moverme cuando lo oi -queria decírtelo yo amigo-... ¡Era Nando! Poniendo el filo de un cuchillo junto a mi cuello... no podía creerlo... esa faceta tan alegre, tan real y a la vez tan falsa, no quería morir, no en ese momento, no por sus manos. Me dirigi tratando de ocultar el temor a mirarlo solo para lograr decirle un vacio <<porque...>>... Nando tenia una seca expresión de no saber que responder teniendo la respuesta en su mente. Alejo el arma de mi cuello y mirándome con una seca mirada pero con cierto tono de melancolia dijo -no es mi culpa haber nacido asi... todo el mundo necesita algo, no debería arrepentirme de lo que disfruto hacer... no quiero arrepentirme, sin embargo me disculpo -dicho esto levanto el cuchillo y antes de que pudiese gritarle o detenerle ya lo había encajado en su cuello acabando su vida con la sonrisa que desde ese dia me había acostumbrado a ver.

Relatos para ir a dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora