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Estoy cenando con mi familia, obligándome a tomar otro sorbo de una sopa que ya ha perdido su calor. No tengo mucha hambre, pero hasta que termine el plato mi madre me tendrá encadenado a la silla. Sin excepciones. Miro a mi hermana Heejin, ella ni siquiera ha probado la sopa en cuanto ha sabido que era de pescado.

Físicamente, mi hermana y yo no nos parecemos en casi nada. Pelo largo y castaño, pestañas cortas, labios finos y pequeñas pequitas que forman un puente sobre su nariz. Yo en cambio tengo el pelo rubio y las pestañas más largas. Heejin está estudiando magisterio, aunque no le gustan los niños. No es que le tenga manía, pero son muchas las cosas que me molestan de ella.

Por ejemplo, eso de que solo nos llevemos un año y que nuestras facultades lleguen a chocarse los cinco cada mañana por su proximidad.

—¿Vas a quedar con Jungkook? —suelta sin previo aviso. Se frota las manos al ver mi reacción.
—¿Por qué lo dices?
—Los rumores vuelan, campeón. Y, ya sabes..., aquí tu hermanita ¡se entera de todo!
—Sí. Lo sé. Cállate.
—Uy, ¡pero si te has puesto nervioso!
—No es verdad.
—Es que es muy fuerte. Todavía no me lo creo. ¿Jungkook? Dios.
Jamás me lo hubiese imaginado de él.
—¿Puedes dejar el tema?

Mi padre chasquea la lengua y se remanga el jersey. No le gusta que hablemos durante la cena porque prefiere escuchar las noticias. Su llamada de atención suele consistir en hacer todo tipo de ruiditos con la boca, para al final terminar soltando algo como «Joder, ¿pueden hablar luego?».

—¿Quién es Jungkook? —pregunta mi madre.

Heejin se echa hacia atrás y sonríe. Es como si hubiese estado esperando
esa pregunta.

—Jungkook es el hombre más... Es que tú no lo has visto, mamá. Pero el tipo está... uff. Tremendo. Casi tengo que pasarle un babero. Observo cómo se muerde ligeramente el labio inferior antes de mojarlo con la lengua.

—Imagino que Wonho está de acuerdo con eso —digo para callarla.
—Que tenga novio no quita que tenga ojos —se defiende, algo molesta
—. Además, todo el mundo sabe quién es Jungkook. ¡Hasta Wonho! No sabes cómo se picó cuando le dije que me parecía lindo.

—¿Y por qué le dijiste eso? —quiere saber mi madre.
—Me lo preguntó, es culpa suya. La próxima vez le digo que solo tengo ojos para él y así se queda tranquilito. Que luego pasa lo que pasa.
—Pero si es muy bueno. Yo no sé cómo te soporta —contesto en voz baja para que solo me oiga mi hermana.

Mi madre nos mira a los dos, sigue algo perdida.

—Entonces, Heejin, ¿qué pasa con Jungkook? ¿Te gusta?
—No, mamá. Bueno, a ver, sí. Claro que me gusta. Pero el tema no es ese.
—Hace una pausa, parece pensar si dar el paso. Como lo haga, esta se la guardo de por vida. No se atreverá...
—. Ayer le pidió a Jimin que apuntase su número de teléfono.

Una cita. Lo ha hecho. Los ojos de mi padre se clavan en mí como un francotirador. Ignora lo que dicen las noticias y solo coge el mando para bajar el volumen. El aire se vuelve más denso.

—¿Jungkook? ¿Eso es nombre de chica o de chico?
—Chico.
—¡¿Chico?! —Y grita como si acabase de ver que me sale una segunda cabeza por el cuello.

—Tranquilo, papá —dice Heejin—. Estamos en el siglo...
—Y una puta mierda.
—Le he dicho que no. —Hago hincapié en el—. No soy gay, papá. A mí me gustan las chicas.
—Eso ya lo sabemos —sentencia. Casi parece un mandamiento. Algo así como «11.º : No serás maricón»—. ¿Te ha hecho algo? ¿Te has sentido incómodo? Puedes poner una queja en la secretaría de alumnos.

—No, no puede —lo corrige mi hermana—. ¿Qué va a decir? ¿Que un chico le ha pedido una cita?
—Mira, que cada uno haga lo que quiera en su casa, pero ¿en la universidad?
—¿A qué te refieres?
—Ya lo sabes.
—Explícate. —Heejin lo está retando, tirando cada vez más de una
cuerda invisible que puede romperse en cualquier momento.

—Algunas personas no necesitamos ver esas cosas.
—Creo que es mejor si nos calmamos todos un poco
—propone mi madre, aunque solo hay una persona que está gritando—.¿Por qué no nos cuentas cómo ha ido tu día, Heejin?

Ella se cruza de brazos y levanta el mentón, ignorando lo incómodo que se ha vuelto todo.

—Bien. Mi crush no se ha acercado a hablarme, como a otros... —me lanza una mirada, genial—, pero ha ido bien.
—¿Crush? ¿Qué es eso?
—Pues... pueden ser muchas personas. Para mí, es Jungkook.
Mi padre carraspea y pregunta:
—¿El gay?

Lo oigo maldecir por lo bajo mientras mi hermana disfruta de lo que ha conseguido.

Lo oigo maldecir por lo bajo mientras mi hermana disfruta de lo que ha conseguido

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A propósito, no me gusta oír a Heejin pronunciar el nombre de Jungkook

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A propósito, no me gusta oír a Heejin pronunciar el nombre de Jungkook. Cuando lo hace ella, me suena extraño y lejano. Como si no lo conociese. Como si no habláramos del mismo chico. Estoy dándole vueltas a eso cuando mi hermana apoya su mano en la mía. La aparto instintivamente.

Sigo molesto con ella por tener la boca como un buzón. Si piensa que ahora va a arreglarlo con un poco de cariño, ¡está muy equivocada! Y en mitad de mi enfado, reconozco que ese gesto me ha recordado vagamente al que tuvo Jungkook conmigo.

Cierro los ojos. Vuelvo a sentir los dedos del Chico de los Ojos Lindos deslizándose entre los míos para terminar apuntando su número en mi portátil. Pero la sensación era distinta. Falta calor. Además, la mano de mi hermana sigue siendo demasiado pequeña y queda ridícula en comparación a la de Jungkook y sus dedos kilométricos.

Las guardo en mis bolsillos, frotándolas contra la tela para hacer desaparecer ese estúpido cosquilleo.

¿Es esto una señal?
¿Debería... llamarlo?

Los cuerpos de la habitación roja| Kookmin au ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora