7. but heaven ain't close in a place like this

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La mirada de Suguru sobre el menor se prolongó aún más de lo que Gojo esperaba. Había una nueva mueca indescifrable en el rostro de su amigo que logró que Satoru quisiera interponerse entre ambos.

― Geto Suguru, un gusto. ― Dijo al fin

Vio las manos de Yuuji recorrer suavemente su brazo de arriba abajo, en un acto claro de nerviosismo que lo hizo lucir encantador. ― Un gusto, Geto san. Eh, yo... creo que debería irme...

― Sí, creo que deberías.

La respuesta del pelinegro desconcertó al peliblanco, poco familiarizado con la fría displicencia de su mejor amigo fuera del trabajo. El menor asintió torpemente e hizo una pequeña reverencia antes de recoger su mochila del suelo.

― Suguru

― Hay algo importante que debo hablar contigo, Satoru. ― Interrumpió.

Se encogió de hombros fingiendo desinterés, aunque probablemente Suguru veía a través de su fachada. El pelinegro no se movió cuando Yuuji pasó a su lado después de recoger su mochila del suelo, pero Satoru lo hizo y siguió al menor hasta la puerta, maldiciendo en voz baja su suerte, ¿por qué Geto decidía venir ahí justo ese día?

― No tienes que irte, Yuuji. Sé que no quieres decirme porqué discutiste con tu madre, pero debes saber que mi casa es tu casa, pequeño, quédate cuanto tiempo quieras. ― Dijo, una vez el menor volteó a verle.

Jugaba con las tiras de su mochila y tomó un momento antes de que sonriera hacia Satoru, con las mejillas aun ligeramente rojas. ― Está bien, Gojo san. Yo... tengo que resolver esto por mi cuenta también. Y creo que su amigo de verdad parecía apurado, puedo venir después.

Y aunque la promesa era vaga, Gojo la tomó con gusto. Un después en los labios del menor sanaba su anhelo.

― Pero me estaba divirtiendo tanto con Yuuji kun. ― Se quejó y vio la mueca divertida del menor ampliarse con una mirada cómplice. ― No dejes a Satoru solo con el monstruo de ahí dentro Yuuji, tú no sabes, va a acabar conmigo.

El menor rio y miró cuidadosamente tras Satoru antes de pararse sobre la punta de sus pies y dejar un beso suave sobre la piel del peliblanco que seguramente tenía como objetivo su mejilla, pero que terminó en su barbilla por la diferencia de altura.

Una juaga ingeniosa, si se lo preguntan. Satoru solo pudo suspirar resignado, repentinamente tímido por el beso inocente del menor (y estúpidamente feliz, vamos).

― Nos vemos, Gojo san. Por favor, cumpla lo que me prometió. ― Dijo y se fue, y se llevó con él la luz del sol.

Para cuando regresó a la sala, su sonrisa de azotado debía ser demasiado obvia. Suguru lo esperaba en el sillón individual con las piernas cruzadas y una mirada cargada de... ¿molestia? Era difícil saberlo.

― Tú, maldito bastardo. ― Comenzó y Gojo no pudo evitar reír.

― Uh, comenzamos fuerte.

― Satoru, ― amenazó. ― Por favor dime que no es lo que estoy pensando.

Dejó que el silencio se alargase, secretamente divertido de la sospecha en la mirada ajena. No es que no estuviese vagamente preocupado por la opinión de su mejor amigo, pero dado que ha llegado tan lejos, retractarse ahora no es realmente una opción.

No ahora que tiene al menor en sus manos, tan bonito y dispuesto a seguir con la mierda que Satoru le propone que, aunque honesta, sigue siendo bastante cuestionable.

Bueno, él nunca ha sido una buena persona, ciertamente no va a comenzar a ahora.

― Depende, ¿estás pensando en curry dulce?

Venus | GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora