CAPÍTULO QUINCE - JAKE

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Yujin sonrió cuando Jake y Sunghoon entraron a la cafetería, aún más amplio cuando vio los dedos de ambos entrelazados. Esa mañana, su cabello era verde ácido y usaba un lápiz de labio color morado. Los saludó con la mano e inmediatamente comenzó a hacer sus pedidos habituales mientras que ellos tomaban una mesa cerca de la puerta. El lugar estaba completamente vacío. Aun así, Jake no pudo evitar notar cómo Sunghoon escogió el asiento frente a la puerta. Era una reacción tan policial. Irónico, teniendo en cuenta que Sunghoon era todo lo contrario.

Una vez que el pedido estuvo completo, Sunghoon lo buscó en el mostrador y metió demasiado dinero dentro del frasco de propinas de Yujin. Dejó el café y el panecillo de Jake sobre la mesa mientras que ocupaba nuevamente su asiento, enredando juntas las piernas de los dos. No hablaron demasiado, pero el silencio era cómodo y lleno de miradas que hacían que Jake se ruborizara como una jodida colegiala al pensar en lo que habían hecho solo unas horas atrás.

Jake cortó lentamente su panecillo con chispas de chocolate usando los dedos, partiéndolo en pequeños trozos antes de metérselos en la boca. Sunghoon había elegido un bollo de queso cheddar y jalapeño que estaba comiéndose con tanta delicadeza como si le preocupara las migajas en su camisa o jeans, cosa que a Jake le parecía divertido.

Mientras comían, Yujin los observaba atentamente con la mirada viajando desde ellos hacia algo detrás del mostrador, luego a la puerta y viceversa. No es como si se estuviera comportando más extraño de lo habitual, pero algo en su actitud estaba comenzando a inquietar a Jake, lo que a su vez hizo que Sunghoon escaneara rápidamente el restaurante en busca de cualquier amenaza que pudiera estarlos acechando.

Cuando sonó el teléfono de Sunghoon, él lo giró para ver la pantalla y respondió de inmediato al ver quien llamaba. Colocó el móvil entre ellos y presionó el botón de altavoz. —Buenos días, Chanelle.

Que Sunghoon respondiera en altavoz parecía un gesto extrañamente íntimo. Jake puso los ojos en blanco ante el ridículo hilo de sus pensamientos, ganándose de por medio una mirada confusa de Sunghoon. Rápidamente, agitó la mano para hacerle saber que no era importante.

—¿Cómo está tu brazo? —Chanelle preguntó en lugar de un saludo.

La boca de Sunghoon se apretó en una dura línea. —¿Quién te lo dijo?

Chanelle se rio entre dientes. —¿Quién crees tú? Jo me envió un mensaje de texto antes de que ustedes dos salieran del almacén. ¿Dejaste que esa perra tomara el bisturí? No es algo propio de ti.

—Gracias. Eso mismo fue lo que yo dije. —intervino Jake, dándole a Sunghoon una mirada de superioridad.

Hubo una larga pausa y luego: —Oh, Dios mío. ¿Eres él? ¿Eres Jake? ¿El Jake? —Chanelle preguntó con la misma reverencia y asombro que le daría a una celebridad.

Sunghoon le sonrió, tomando un sorbo de su café.

Jake se acercó más al teléfono. —Um, sí. Hola.

—Hola. Hola —dijo de nuevo—. He oído mucho sobre ti. ¿Es cierto que eres un psíquico? Yo sí creo en todas esas cosas. En la astrología. En el Tarot. En los fantasmas. Mi madre sabía cuándo iba a morir antes de que pasara. Ella decía que cuando veía en sus caras, y en lugar de ver un rostro normal, vislumbraba en ellos una calavera. Todo comenzó cuando era una niña, nada menos que en la iglesia...

—Chanelle —intervino Sunghoon—. ¿Hay alguna razón en particular para tu llamada?

A Jake le gustó al instante. A diferencia del arrogante hermano de Sunghoon, Jo, Chanelle se parecía más a Harua, como más... humana. Simpática. Encantada de conocerlo. Era una sensación extraña después de estar rodeado de cientos de personas, desde médicos hasta compañeros de trabajo, que pensaban que él estaba loco.

Bad Omens | Sungjake |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora