CAPÍTULO 41 Luna de miel

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—Nena, de verdad, no es momento de que me provoques— se pasó las manos por la cara, completamente nervioso ante las provocaciones de su esposa, si ella no paraba él tampoco lo iba a lograr.

—Perdón, casi me dejo llevar— se separó de él, no sin antes besarlo. —Te amo—

Él sonrió. —Te amo, pero es hora de dormir, mañana podría ser caótico el despedirnos de los niños—


La rubia se quedó dormida, la oportunidad perfecta para preguntarle a Alex si todo estaba bien, le daba algo de pena que ahora debían vigilar toda la noche, por esas personas que querían una nota o foto, no se iba a confiar, no sabía si harían algo loco, la seguridad de todos los asistentes a la boda y su familia era primordial, luego de que supo que las personas no se fueron, tendrían que lidiar con eso por la mañana cuando todos se vayan, ya no le importaba, al menos, la boda salió perfecta.


Al día siguiente, el matrimonio se despedía de sus hijos, Taylor se iría con un enorme nudo en la garganta al volverlos a dejar, pero después de la luna de miel, ya se quedaría en casa con ellos y a donde sea que tenga que ir, se los llevaría, Travis besó a sus hijos en la cabeza, los iba a extrañar tanto como Tay, pero él sabía que sus suegros iban a tener todo bajo control, se quedarían en Beverly Hills en lo que ellos volvían de Las Bahamas, volarían de Los Ángeles, luego harían una escala en Miami y seguirían rumbo a su destino, la rubia se despidió de sus bebés y se fueron para no alargar la despedida, eso sería feo para ellos, porque no sabían que no verían a sus padres en algunos días.


Durante el vuelo, Taylor miraba a la ventana un poco desconcertada, el hecho de dejar a sus bebés de nuevo la tenía mal, sumando que le traía fatales síntomas el viajar, eso era algo que padecía siempre.

—Nena, si quieres podemos cancelar todo y...—

No lo dejó terminar de hablar cuando su mano ya estaba en la entrepierna de su esposo.

—Tienes una habilidad muy grande para desconcentrarme, tengo que felicitarte— Travis dijo nervioso.

—Trav— le acarició la pierna. —Realmente me muero por llegar allá—

—Ahora yo más— seguía con los ojos bien abiertos al mirar como la mano de Taylor recorría su enorme pierna. —Nena, de verdad creo que debemos parar esto aquí antes de que algo suceda ahí— se señaló la entrepierna. —No querrás que la asistente de vuelo me vea, ¿O sí? — alzó una ceja.

—Para nada, no tendría que verte— frunció el ceño.

—Tay— rio. —Pero si tú estás provocando todo esto—

—Lo siento, es que tengo todo en mente, espero que estén bien los bebés—

—Lo van a estar, tan solo son unos días, no nos mudaremos o nos perderemos en el triángulo de las bermudas—

—¡Travis, ahora voy a pensar en eso— era un enorme error decirle eso a una persona con ansiedad, sobre todo siendo madre.

—Mierda, lo siento, no estoy pensando claro, perdón— la abrazó.

—Está bien, tengo que relajarme, un trago podría ayudar—

—Tay...—

—Prometo dejar de beber alcohol cuando volvamos de la luna de miel, por supuesto que estoy pensando en ese tercer bebé, tan solo necesito unos momentos para asimilar la abstinencia que tendré, le pido al universo que sea un solo bebé y no dos, me volvería loca—

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora