El ascenso

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"El imperio Wolfgang, un lugar regido por una de las tiranías más arraigadas de todos los siete reinos, donde la infamia y podredumbre pulula mientras en el palacio real nadan en oro.

Un lugar, que pese a su grandeza cultural, gastronómica y ambiental, parece disminuir puesto que en el poder se encuentra quien menos interés tienen en el pueblo.

No es sorpresa para ninguno de nosotros imaginarnos que la dinastía que le dió nombre a nuestro imperio esté todo el día metida entre las fortalezas de sus ostentosos castillos, corriendo por sus burbujas de privilegios como si de niños sin responsabilidades se tratara, como si no quisieran darse cuenta, hermanos y hermanas lo mucho que hace falta un líder, un poderoso emperador que nos cuide como si fuéramos sus propios hijos.

Para evitar que los reinos e imperio enemigos nos ridiculicen, se roben a nuestras mujeres, asesinen a nuestros hijos, nos quiten la comida de la boca y además nos obliguen a pagar una deuda que nosotros no acordamos cubrir.

Eso es lo que buscamos, hermanos y hermanas, un emperador que nos gobierne como se debe, y no un anciano bufón que lo único que busca es que lo apedreemos como el bastardo cerdo que es. Por eso, en busca de un mejor futuro para nuestro imperio, los esperamos en la mezquita Desdemos en el centro de la capital, para discutir sobre nuevas políticas y mejores oportunidades, el discurso y posterior mesa de debate se llevará a cabo bajo el mando del honorable Pasha Lihem"

Mientras terminaba de leer aquel cartel, la mirada de Uliss se posaba en el rostro sumamente enrojecido del emperador Gisclu (el poderoso), era evidente que algunas cabezas rodarán debido a tal mensaje. De inmediato el hombre mayor logró ponerse de pie como pudo con ayuda de su bastón de roble con detalles en oro, provocando que como símbolo de respeto al emperador, sus tres hijos se levantasen

G: -¡No puedo creer que esos bastardos siquiera pudieran pensar en traicionar de una forma tan descarada! ¡¿Cómo es posible que mi propio legislador me traicionara?!-

La ira no salía de su cuerpo por más que sus hijos trataban de calmarlo. Kamal (perfecto), el mayor y favorito de los príncipes, buscaba acercarse a su padre para que dejara de golpear todos los platos y decoración en la mesa, al parecer estaban en un desayuno familiar.

Kl: -Padre, no tiene sentido, por favor, date cuenta, probablemente es sólo un intento desesperado por hacerle daño a la dinastí...-

Un golpe sorprendía al pelinegro, su rostro había sido sacudido por el duro bastón del mayor, dejando una pequeña marca roja, a pesar de su fuerza, no era tan seria como las heridas de sus otros hermanos, que con el tiempo comprendieron que lo mejor era estar callado y acatar las órdenes de su padre a todo momento.

Kadir (fuerte), el hermano de en medio tragó saliva al darse cuenta que su padre ahora lo buscaba a él con la mirada, sin dudar un momento, se acercó algo temeroso, como su nombre lo decía, era muy fuerte físicamente, sin embargo los golpes de su emperador eran más fuertes que cualquiera que hubiera recibido

Kr: -Dígame, padre-

G: -Quiero que vayas, y le cortes la maldita cabeza a ese pashá traicionero con tu propia espada-

Todos en la sala, palidecen ante tal declaración, rogando por que nadie fuera del comedor principal los escuchara, pues se suponía que en la constitución del imperio, dictaba de toda sospecha de traición primero sería verificada antes de dictar una sentencia, y la decisión de absolución o encarcelamiento, sería determinada mediante un jurado de hombres ilustrados, el consejo (formado por los distintos pashas) y el emperador.

Kr: -Pero padre... y ¿si alguien me descubre?-

El hermano de en medio no era la excepción, también era atacado por el bastón de su padre justo en la cabeza, causándole un fuerte dolor, y por consiguiente sangre, como si la sola idea de ser enfrentado o que dudaran de él, le molestara

El viejo imperio: Alcanzando la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora