17 - DESPEDIDA

9 2 0
                                    

Te dije que no ocurriría nada —dijo la voz de Sam desde alguna parte.

Darko había caminado durante todo el día a través de la isla de Lamhb en busca de Sam. Estaba irritado por cómo habían sucedido las cosas y más cuando había estado a punto de morir por protegerla a ella.

—Ha estado a punto de matarme —respondió secamente mientras caminaba por un pequeño bosque en dirección a ninguna parte; prefería no estar parado.

Sam seguía sin aparecer por ninguna parte, pero Darko sabía que andaba cerca porque oyó cómo soltaba una pequeña risotada.

—Pero no lo ha hecho.

—Todavía tienes que decirme por qué tiene un elfo semejantes poderes.

—Lo sé, lo sé; todo proviene de Siborneo.

—Ya lo sé, ¿y qué más?

—Solo puedo decirte eso, lo siento.

—Estoy empezando a cansarme de hacerte una y otra vez favores sin saber la razón —dijo enojado, parándose y mirando a todas partes.

De repente el aire comenzó a ondularse entre los árboles y una sombra empezó a tomar la silueta de un hombre que caminaba hacia él. Por primera vez, Darko se asustó al ver que el Aura se aproximaba a él, pues Sam jamás revelaba su verdadera forma si no era por una cuestión que él consideraba seria.

—Darko —dijo con una voz grave y pausada—, conoces la historia y sabes lo que está en juego. ¿De verdad me preguntas por qué tienes que protegerla?

—No entiendo cómo es posible que el elfo tenga más poder que yo.

—Ya entiendo —dijo soltando una carcajada—; estás enfadado por haber perdido tan fácilmente.

Darko miró hacia otro lado y apretó los dientes con rabia, deseando tener al elfo frente a él una vez más.

—Te contaré todo lo que sé.

El muchacho levantó la cabeza y vio que Sam volvía a fusionarse con el ambiente y se volvía invisible mientras su voz resonaba en todo el lugar.

—Sêlboro es el heredero de Siborneo, un elfo que vivió hace más de mil años. Él fue el primer heredero de los antiguos hechiceros: elfos con unas extraordinarias habilidades.

—¿Fue? ¿Está muerto?

—Así es.

—Creía que los elfos eran inmortales —comentó.

—Y lo son. Todos, excepto los herederos.

—¿Por qué ellos son mortales?

—El padre de Siborneo, Siverón, por cuyas venas corría la sangre de los antiguos hechiceros, descubrió que su hijo sería quien heredaría los poderes de sus antepasados y por ello cometió sacrilegio.

—¿Qué hizo?

—Estableció una ley no escrita en la cual obligaba a todos sus descendientes a mantener la línea de sangre haciendo que se casaran entre primos y hermanos, comenzando por él. Con ello aseguró la herencia de Siborneo y también la de las generaciones venideras, y no anduvo errado. Por eso los herederos son mortales; la unión entre primos y hermanos a lo largo de doce generaciones ha alterado el gen que les daba la inmortalidad y ha dañado su sistema inmunológico, por ello mueren incluso más jóvenes que los Medio Espíritus. No es de extrañar que Sêlboro haya heredado esa personalidad sádica e inhumana.

Darko escuchó atónita la historia de la familia real de los elfos. Jamás hubiera pensado que tal estigma se extendiera entre los herederos, y mucho menos que les afectara de aquella forma.

BÚSQUEDA - Parte 2 - El camino del PortadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora