Sara se preparó para recibir el ataque del hombre, pero este nunca llegó. Por el contrario, el gigante dio media vuelta y volvió por donde había subido. Nadie comprendía qué acababa de ocurrir, excepto Nebraska, que dijo:
—Quiere que le sigas.
—¿Yo? ¿A dónde?
Sara se relajó finalmente y liberó a su amiga de la protección de fuego. Unos metros más abajo el hombre se giró y miró al grupo, esperando a que avanzaran, pero ninguno se movió.
—¿Por qué quiere que le sigamos?
—No lo sé, vamos —instó Nebraska.
Pero Sara no se movió. Por alguna razón, aquel hombre con esa extraña piel rojiza le ponía nerviosa, y más aún después de haberle dicho que la estaba esperando.
—No nos hará nada —aseguró Nebraska comenzando a caminar cuesta abajo.
Sara echó una fugaz mirada al grupo que tenía detrás y avanzó lentamente en pos de su amiga mientras oía cómo los humanos la seguían a ella. Caminaron varios minutos en silencio a través de Puerto Añil, aunque en aquella ocasión ninguna de las dos se fijaba en el llamativo acueducto que se elevaba sobre la ciudad, o en el curioso olor que la impregnaba, sino que estaban más pendientes de no perder de vista al gigante de piel rojiza, que seguía caminando sin mirar atrás.
Sara no las tenía todas consigo y aún dudaba de que todo fuera a salir bien, aunque su amiga estaba segura de que así iba a ser, pues no captaba pensamientos peligrosos.
—¿No te parece un poco raro todo esto? —murmuró Sara cuando ya no pudo aguantar más.
Sin embargo, Nebraska no contestó de inmediato, pues por su mente únicamente cruzaban las palabras que le había dicho Valia cuando robó el libro: "El secreto que se esconde en Puerto Añil". ¿Tenía algo que ver el hombre de piel rojiza con ese secreto?
—No lo sé, Sara, tendremos que esperar.
La chica la miró sin comprender.
—¿No puedes leerles la mente? —susurró.
—Sí, pero es todo muy confuso. Además, los humanos no paran de pensar a gritos y me desconcentran.
Caminaron unos minutos más en completo silencio hasta que vieron que el hombre se metía dentro de un pequeño cobertizo, cuya madera desentonaba con la pálida piedra de la cual se componían todas las casas de la ciudad.
—Ese es el sitio donde la vi —oyeron que decía el niño del grupo de los humanos.
—¿Entramos? —preguntó Sara cuando se pararon frente al cobertizo.
—Sí, nos está esperando.
Ambas entraron un tanto indecisas en el lugar, donde las esperaba el hombre. Les llamó la atención la estancia, la cual estaba repleta de libros, pero lo más llamativo de todo era el pequeño pedestal que había en el centro, sobre el cual un cáliz de oro contenía una brillante llama azul.
—Te estaba esperando —repitió.
—¿Me esperabas a mí?
—Así es. Tomad asiento.
Las chicas y los humanos que las habían seguido buscaron algún lugar en el que sentarse, pero únicamente vieron el suelo cubierto de paja, por lo que se sentaron en él.
—¿Quién eres? —preguntó Nebraska.
—Me llamo Erg y soy un titán.
Sara miró a Nebraska sin comprender qué quería decir; no obstante, aquella palabra le sonaba de algo, aunque todavía no lo recordaba.
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BÚSQUEDA - Parte 2 - El camino del Portador
FantasiTras conocer la existencia de su abuela y despertar sus poderes destruyendo el castillo de Matheroth, Sara deberá afrontar nuevos retos mientras Sêlboro la persigue incluso cuando es llevada de vuelta a la Tierra. Entrenará, conocerá el desprecio de...