Epilogo

291 9 17
                                    



Salí totalmente alterado y herido de la casa de los Andley, me dolían los golpes que Luca me había dado, me dolía la forma en la que Albert me saco de su casa y de su vida, pero lo que no soportaba era el hecho de que pude haber herido a Candy.

¿Qué diablos pasa contigo Terry? ¿ Te has vuelto loco?- me recriminaba a mi mismo mientras caminaba en la oscura y fría calle.- Esa no es la forma de recuperarla, no es la forma de que ella se de cuenta que cometiste un error- hablaba conmigo mismo como si estuviera loco y lo parecía con la cara ensangrentada y el ojo amoratado.

No llevaba un rumbo, caminaba entre las calles perdiéndome entre ellas, ¿qué le diría a Lu? ¿cómo justificaría estos golpes? Un intento de asalto, sí, eso sería.

Mi pobre Lu, no se merecía esto, yo era un desastre, un hombre a medias.

"Prometo cuidarte y atesorarte por el resto de mis días"- fue lo que le dije en altar, cuando pensaba y sentía que mi amor por ella era inquebrantable, pero no puedo protegerla de mí, de mis demonios que parecen calmarse cuando ella esta a mi lado, pero despiertan cuando miro a Luca Barác tocando el cuerpo de Candy.

Mi dulce Candy, ¿qué esperaba que pasara?, yo no estaba dispuesto a renunciar a Lu, la amaba, pero mi deseo por Candy parecía crecer con cada imagen que mi cerebro me presentaba de ella en brazos de otro hombre.

No soportaba la idea de su boca en los labios de Luca, no soportaba la idea de que él fuera el primer hombre que descubriera su cuerpo desnudo, que disfrutara de su pasión, esa pasión que sabía que existía en ella.

El parque estaba totalmente solo, me senté en una banca, el aire era casi denso por el frío, quemaba mis pulmones cuando lo inhalaba, sin embargo yo lo retenía dentro de mi lo más que podía infringiéndome un dolor casi insoportable.

Limpie la sangre de mi boca con un pañuelo que saque de mi bolsillo, y me quede observándola, lo merecía, merecía eso y más, si yo hubiera sido Luca Barác, sería un asesino en este momento, huyendo de la policía.

"No vale la pena" fueron sus palabras, yo era un hombre que ya no valía la pena para ella. Eso me mato.

El verla asustada y no excitada, con mi cercanía, oírla suplicarme, pero no para que me quedara con ella, si no para que la dejara ir, me atormentaría por el resto de mi vida. ¿qué hiciste Terry?- agarraba mi cabello con mis largos dedos jalándolo para hacerme daño, ni yo mismo podía creerlo... si tan solo ella supiera que no iba a hacerlo, que aún la quiero, que ella siempre será mi pecosa. Así no era como yo quería que ella me recordara, ebrio, atacándola, pero ya no podía volver atrás el tiempo, otra vez me había equivocado.

Tengo que volver a casa en cualquier momento, Lu estará preocupada, pero necesito estar aquí, necesito encontrar la forma de perdonarme, se lo diría todo, o no podría volver a mirarla a los ojos.

Hacía meses que intentábamos tener hijos, ¿cómo podría ser padre de alguien?, si era un hombre horrible, con secretos horribles, Lu necesitaba saber con quién estaba casada y si ella quisiera perdonarme, tal vez, tal vez, algún día yo podría hacerlo también.

Me levante de aquella banca y camine directo a casa. Me quede parado un buen rato en el umbral de mi casa, la casa en donde hasta hace poco tiempo había sido tan feliz, ¿por qué diablos fuimos a l boda de Albert?. Si no hubiéramos ido, hoy estaría durmiendo en los cálidos brazos de mi mujer. Pero quería verla, otra vez, saber que a pesar de que yo ya no podría estar con ella nunca, ella mantenía su amor por mí. Era un maldito egoísta, eso era.

Abrí la puerta de mi casa, todo estaba oscuro, deje mis llaves en la cesta que Lu puso en la mesa del recibidor, "mi vida, siempre buscando tus llaves, mira, compre esto aquí siempre las hallarás", recordaba lo orgullosa y feliz que estaba de darme la solución a mi tragedia diaria.

inmensamente felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora