Diecisiete

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MACK

De todos los mensajes que uno prefiere no recibir de su ex, ese es el primero de la lista.

No tiene sentido que Akane esté embarazada. Fue una sola noche. Una vez. Hace... tres meses. Antes de que toda esta historia con Gabi empezara. Usé protección. ¿Cómo es posible?

—Mack, estás bi- ¡EL MÓVIL! —exclama Emily mientras el móvil se desliza de mi mano, al darme cuenta en ese instante de todo lo que esas quince letras significan. No habrá una historia con Gabi. No habrá un futuro con ella. Tendré que hacerme cargo de esa criatura, y pasar el resto de mis días en una relación que no quiero.

Todo por idiota.

Antes de que caiga al suelo, Emily, con sus reflejos legendarios, lo coge entre sus manos al mismo tiempo que se agacha. Cuando salga del shock, debería agradecerle por ahorrarme mil pavos en un móvil nuevo.

—Aquí tie... —. No termina de hablar cuando sus ojos analizan con velocidad las palabras de la conversación que brilla en la pantalla. ¿No debería haberse bloqueado ya? ¿Está el universo conspirando para hacer público mi mayor desliz hasta la fecha? —. ¿Qué cojones, Mack?

En lugar de devolverme el teléfono, hace lo que cualquier persona con un mínimo de decencia moral haría: enseñarle el teléfono a la novia. Solo que en esta situación, la novia no era real. Y cualquier posibilidad de que lo fuera en el futuro desaparece cuando la sonrisa de Gabi se desvanece lentamente.

Estamos de pie en una de las terminales más concurridas del aeropuerto, con cientos de pasajeros yendo y viniendo, dejando estelas de decenas de idiomas diferentes a su paso. Hay tanta gente que no debería ser capaz ni de oír mis propios pensamientos.

Y aún así soy capaz de escuchar el primer sollozo de mi ahora ex novia. Iba a pedirle poner fin a la falsa y empezar una historia de verdad. Pero supongo que toda historia falsa debe acabar así, con una verdad. Grande, dolorosa. Destructiva.

Gabi se acerca lentamente, caminando por el pequeño pasillo que han hecho nuestros amigos, dejándonos a nosotros en cada extremo. Quizá queriendo presenciar el drama en directo, o preparándose por la posible reacción de la rubia.

Deja el móvil en mi mano, y mi otra mano busca la suya, anhelando contacto. Lo único que encuentro entre mis dedos es aire.

—Por favor, Gabi, déjame explicar —comienzo, deseando que el mundo se detuviera en este momento y pudiera decirle la verdad, y borrarle esa horrible idea de mí que parece formarse en su cabeza.

—¿Cuánto hace de esto? —Es su única pregunta. No pregunta "¿por qué?", "¿por qué a mí?". Nada. Por primera vez, no sé diferenciar si está siguiendo el papel, o si está dolida de verdad.

—Tres meses, pero...

—No estábamos juntos entonces, Mackenyu. No me debes ninguna explicación.

Mackenyu. No Mack. Ese nombre unido a la frialdad de su voz me hacen recordar la promesa que le hice a su madre antes de irme. Le prometí que, pasara lo que pasara, no le haría daños.

Estoy cansado de romper mis propias promesas.

Katherine, que parece tener unas ganas incontrolables de partirme la cara en mitad del aeropuerto, se acerca a mí y finge ponerme bien la ropa mientras susurra.

—Tienes suerte de que haya gente mirándonos, Mackenyu, porque ahora mismo te habría cruzado la cara por haberle hecho esto a Gabriela.

—Kat, por favor, déjame explicar. No es lo que piensas.

—Acércate a ella, y estás muerto.

Aunque Kat sabe que esto es una mentira, y era parte del plan, no sé hasta qué punto sus palabras son solo parte del gran engaño. Las chicas, Jacob e Iñaki se llevan a Gabriela, arropándola y consolándola, pero sin que se note lo que acaba de pasar. A ojos del resto del mundo, solo parecen un grupo de amigos actores felices y emocionados por su próximo viaje. Es lo mejor de tener un grupo de amigos actores.

Saben fingir que todo va bien cuando el barco se hunde.

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En la cola de facturación, mientras los demás están ocupados, consigo acercarme a Gabi y hablar con ella. Necesito que me escuche. Necesito saber que no todo está perdido. Que aún tengo una oportunidad con ella. Por mínima que sea.

—¿Gabi?

Mi voz parece asustarla. Quizá estaba demasiado absorta en sus pensamientos para notar como mi mano rozaba su brazo. O quizá mi presencia ya no es tan agradable para ella.

—Mackenyu, ahora no.

—Princesa, por favor, escúchame.

Gira la cabeza, lo suficiente para que nuestras miradas se crucen. Es solo un segundo, pero veo en sus ojos lo mucho que la he cagado. Sus ojos ya no brillan de la misma forma que esta mañana en el avión que nos traía a Los Ángeles.

—No me llames así. Y no tienes que darme explicaciones. Esto era mentira, ya lo sabes.

Iñaki aparece, casi de la nada, sin darme lugar a hablar de nuevo, y ofrece su asiento a la joven de ojos pardos que no puede ni mirarme a la cara. Ella acepta, y avanza en la cola, llegando al mostrador para facturar su maleta.

—Mackenyu, tenemos que hablar —susurra el latino, casi como una orden.

—La única persona con la que tengo que hablar no quiere escucharme. Solo le debo explicaciones a ella.

Iñaki suspira, se revuelve el pelo en un gesto de frustración, y vuelve con los demás, sin saber qué más hacer o decir.

Un sentimiento que comparto a la perfección con él. 

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Worlds Apart - Mackenyu ArataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora