Capítulo 98.

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Hoy ha sido un día largo.

Por la mañana hemos ido a desayunar con todos, hemos paseado también por la Sagrada Familia y después hemos parado en un bar a tomar unas raciones mientras disfrutábamos de distintos temas de conversación.

Paseamos por parques, tiendas y calles céntricas de Barcelona. Hemos disfrutado y nos lo hemos pasado bastante bien, necesitaba este tipo de plan. Tener a mis amigos, a mi familia y a Caleb conmigo, todos a la vez y sin que haya discusiones de por medio, ha sido increíble, una cura para el corazón.

¿Soy feliz? Supongo que si, podría serlo todavía es más cierto, pero dadas mis circunstancias y mis experiencias, creo que soy incluso más feliz de lo que debería serlo.

Hay cosas de las que no me siento orgullosa, pero sé que con el tiempo, también acabarán sanando.

Por fin, cuando llegamos a casa pude darme una ducha de agua caliente, de una duración aproximada de media hora y me relajé de una forma increíble. Lo necesitaba también, después de todo el día caminando ya estaba cansada.

Caleb y Leti han estado preparando la cena. Tengo bastantes restricciones con la comida, pero hemos estado mirando recetas que puede comer una persona embarazada y hay más cosas de las que creía, por lo que me está siendo más fácil de lo que me creía.

Me he puesto ya el pijama y estoy lista para comer ese pastel de patata que han cocinado. Salgo del baño, con el pelo seco, recogido en un moño despeinado y veo que ya tienen todo preparado en la mesa y que ellos me están esperando para cenar.

-¿Cómo está mi hermanito?-pregunta Leti.

-Cariño, es tu sobrino, tu hermano es Caleb.

Es complicado explicar a una niña tan pequeña que va a ser tía. Para ella será más como un hermano o hermana pequeña, pero no creo que le vaya a ver nunca con ojos de una tía, menos cuando van a convivir juntos diariamente, en la misma casa. Para Leti, sus padres ahora somos nosotros y es normal que crea que este niño que viene en camino, vaya a ser su hermano.

-Ah es verdad, siempre se me olvida-dice mientras se ríe tímidamente.

Apoyo mi mano en el hombro de Caleb para sentarme en la silla y le miro para dedicarle una sonrisa.

-Estás preciosa esta noche-me dice.

-Dices eso cada noche cariño-le digo.

-Es que todas las noches y todos los días eres preciosa.

Me muero de hambre por lo que no tardo en acabarme todo el plato. Cada día tengo más apetito, aunque siempre acabo vomitando toda la comida. Tengo que alimentarme, por mí y por mi bebé, pero cada día la comida me sienta peor.

No estoy teniendo un embarazo muy bueno, tampoco extremadamente malo como algunas madres que leo en blogs o revistas de madres primerizas, pero lo de vomitar no se me hace muy agradable. Odio la sensación de la garganta irritada, de los ojos llorosos y del mal olor que se queda después.

Hubiera preferido otro síntoma sin duda alguna, pero al fin y al cabo, es el que me ha tocado y con eso tengo que vivir de aquí en adelante.

Me aterra el parto, a pesar de que tengo el umbral del dolor alto y soporto muy bien hasta el dolor más extremo, me aterra.

Estoy en unas clases online de madres primerizas. Martina y mi madre dicen que exagero y que no tendría que obsesionarme tanto, pero necesito que esto salga bien, necesito que la vida me permita ser feliz en este aspecto y que todo sea perfecto.

Con el trabajo sigo bien, es cómodo en mi estado y con el blog también, aunque sigo manteniéndolo a escondidas de Caleb. Es algo privado, no quiero que lo sepa. No es que se lo oculte, pero lo considero una privacidad mía y de la gente que confía en mí.

De momento, parece que todo va bien, es como si ahora mismo nada ni nadie pudiese conmigo, me siento indestructible.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora